XOXO.
ALIANZAS. ―No necesito una mujer que me incordie la vida ―desafió Cassio, su voz llena de determinación. ―Puedo ganar la candidatura, sin ataduras innecesarias. Del otro lado de la línea, su padre no se inmutó. ―No voy a joderte por un simple capricho, Cassio ― respondió con frialdad ―Recuerda que es imperativo que te conviertas en senador para nuestros negocios. Cassio apretó los puños, sus ojos oscureciéndose mientras recordaba la promesa que le había hecho a su difunta madre. Se había comprometido a alejarse del bajo mundo y no seguir los pasos de su padre. Y estaba decidido a cumplir esa promesa. ―¿Me estás escuchando, Cassio?― preguntó su padre al otro lado de la línea. ―Sí ― respondió, con una mueca en los labios. ―Entonces ponte en marcha. Consigue una mujer con la que casarte y muestra una buena imagen. No podemos permitir que Stevens te gane. El hijo de puta acaba de convertirse en padre y eso suma puntos a su imagen. Las cejas de Cassio se fruncieron. ―¿Me estás pidi
SED DE VENGANZA. April logró romper las ataduras de la silla con el pedazo de vidrio, sus manos estaban sangrando, pero el dolor no le importaba en ese momento. Una vez liberadas sus manos, desató rápidamente sus pies. Estaba decidida a escapar de ese lugar y no permitir que Vivían y Owens se salieran con la suya. Miró a su alrededor y vio que había agua detrás de ella, lo que confirmó que estaba en un barco. Por un instante, pensó en lanzarse al agua como una forma desesperada de escapar, pero recordó que no sabía nadar. La cautela se apoderó de ella y decidió buscar una salida por tierra firme. Con el corazón latiendo con violencia debido al miedo y la adrenalina, April se quitó los zapatos y se arriesgó a correr descalza. No iba a quedarse de brazos cruzados. Cada paso que daba era un acto de valentía y determinación. Sin embargo, apenas había recorrido un tramo cuando sintió cómo su cabello era sujetada con fuerza y su cuerpo fue jaloneado hacia atrás con violencia. Un grito de
BÚSQUEDA DESESPERADA. Cassio, Marcelo y Salvatore se reunieron con los hombres de Cassio en un lugar apartado, listos para emprender el rescate de April. Sus rostros reflejaban determinación y una mezcla de ansiedad y rabia. Sabían que el tiempo era crucial y que cada segundo contaba. El grupo avanzó sigilosamente hacia el sitio donde se suponía que April estaba cautiva. Se movían con cautela, manteniéndose ocultos entre las sombras mientras se acercaban al barco abandonado donde se encontraban sus enemigos. Los hombres de Cassio, expertos en combate, se desplegaron alrededor del barco, asegurando todas las posibles salidas. Se movían con precisión militar, sus armas listas y sus sentidos agudizados. En silencio, rodearon estratégicamente el barco, formando un cerco impenetrable. Al llegar al barco, Cassio lideró el grupo con Marcelo y Salvatore a su lado. La tensión era palpable mientras avanzaban con sigilo por la pasarela de acceso al barco. Cada uno de ellos estaba preparado pa
FIN DE LA PESADILLA. April abrió los ojos lentamente y lo primero que vio fue a Marcelo a su lado, dormido con su mano entrelazada, una cálida sonrisa ilumina su rostro. Una sensación de tranquilidad y amor inunda su pecho, como si finalmente hubieran vencido todos los demonios que los acechaban. Con dificultad, extendió su mano para acariciar el cabello de su esposo, pero el movimiento lo despertó. Sus ojos se encontraron y en ese instante, él se incorporó rápidamente. ―Mi amor ―susurro Marcelo con voz suave, y April le respondió con una sonrisa tierna, instándolo a acercarse. El hombre obedeció solo para ser recibido por sus labios en un beso suave pero cargado de significado. Marcelo se apartó y miró el rostro de su mujer, finalmente la pesadilla había terminado y ahora solo quedaba ser felices. ―¿Quieres agua? ―pregunto al ver que ella no decía una palabra. ―No. ―murmuro April ―Yo… solo quiero saber… Había recordado al bebe, aunque hizo lo posible para protegerlo, aún era mu
RECUERDO NUESTRO PASADO. April bajo la cabeza y miró sus dedos que apretaban con fuerza la sabana. ―Yo… te mentí. ―susurro. ―¿Me mentiste? ―Sí. Marcelo apretó las cejas sin comprender, para él, April era la mujer perfecta. ―Amor, explícate por qué no entiendo, ¿vale? ―dijo alzando con delicadeza su rostro y dándole una sonrisa ―Si dices que me mentiste, estoy seguro de que fue por una razón. Y antes de que hables, quiero que sepas que te perdono. Nada, escucha bien, nada va a separarme de ti. ―en sus ojos había determinación ―Ni siquiera la muerte. Ella de repente lo abrazó y cerró los ojos. ―Te recuerdo… ―murmuro mientras las lágrimas bañaban sus mejillas ―… Recuerdo nuestro pasado. ―Shhh, no llores. ―se apartó un poco y acunó su cara. ―¿Cómo así qué me recuerdas? ―Es que… nunca te dije que había perdido la memoria. Perdí mis recuerdos en el accidente donde murieron mis padres. Y allí, también te perdí a ti. Marcelo la miró en silencio tratando de procesar sus palabras, per
UNA DEUDA. ―¡¿Cuándo vas a pagarme lo que me debes, Lucia?! ―Lo siento, lo siento. Te prometo que te pagaré el doble el mes entrante ―la chica de apenas veinte años, dijo mientras miraba los costosos zapatos de su atormentador, estaba segura de que ese dinero no le hacía falta, pero sin duda él disfrutaba hacerla temblar de miedo cada inicio de mes. ―No he podido sacar suficientes horas… ―Ese no es mi maldito problema, Lucia ―dijo Ronan quien se apartó del costoso auto y tomó un mechón de su oscuro cabello ―¿Quieres ser libre? El hombre alto y de aspecto intimidante, hizo que el corazón de Lucia casi se le saliera del pecho. Él había sido su pesadilla desde que heredó esta deuda. ―Conseguiré el dinero. Lo prometo. Ronan se acercó y el molesto olor de su perfume envolvió por completo a Lucia. ―Tenemos un trato, ¿recuerdas? ―se acercó a su oído y susurro ―Prometiste pagar la deuda que tu padre me debe y así no tomaría a tu preciosa hermana como compensación. Hasta ahora he cumplid
COSECHA LO QUE SIEMBRA.TIEMPO DESPUÉS…April avanzó con sus lujosos tacones hacia la cama donde yacía la anciana, cuya vida, según el diagnóstico médico, se extinguía. No era una visita deseada, sino impulsada por la obligación hacia su abuela, quien ahora residía en una pensión para ancianos financiada por el gobierno, donde la calidad de vida y las comidas dejaban mucho que desear. A pesar de las súplicas de la anciana, April había tardado en reunir el coraje para visitarla.Al detenerse frente a la cama, observó a la mujer, visiblemente debilitada.—¿Querías verme? —preguntó, su voz desprovista de cualquier cariño. Las heridas del pasado habían erosionado cualquier afecto que pudiera haber sentido hacia su abuela.—April... —la anciana murmuró con esfuerzo—. Me estoy muriendo.April arqueó una ceja y frunció los labios con desdén.—Dime algo que no sepa. ¿Acaso pensabas que serías eterna?La mujer en la cama tosió débilmente.—Soy tu abuela y... nunca viniste a verme, después de q
EPÍLOGO.―Papá, tengo frío.April escuchó aquellas palabras desde su estudio. Estaba en la mitad de un plan de negocios para presentarlos a los nuevos inversionistas que irían a su empresa. Tras tres años de práctica y estudios, finalmente había formado su propia empresa, Marcelo le decía que no tenía que trabajar, pero ella quería su independencia financiera. Su marido siempre la halagaba, por supuesto, pero en el fondo sabía que le gustaría tenerla en casa.Dejo los papeles antes de agarrar la sudadera azul que su hijo había dejado tirada en el suelo. Pero cuando entró en la sala se dio cuenta de que no hacía falta. Marcelo ya se había girado en el escritorio para subir a su hijo de tres años a su regazo.Antoni le rodeó el cuello con los brazos antes de acurrucarse contra su pecho y rozarle el hombro con sus delicados rizos castaños.—Te quiero —dijo el niño con su voz dulce.—Yo también te quiero —contestó Marcelo con un tono de profunda sinceridad que desarmaba a April cada vez q