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FIN DE LA PESADILLA. April abrió los ojos lentamente y lo primero que vio fue a Marcelo a su lado, dormido con su mano entrelazada, una cálida sonrisa ilumina su rostro. Una sensación de tranquilidad y amor inunda su pecho, como si finalmente hubieran vencido todos los demonios que los acechaban. Con dificultad, extendió su mano para acariciar el cabello de su esposo, pero el movimiento lo despertó. Sus ojos se encontraron y en ese instante, él se incorporó rápidamente. ―Mi amor ―susurro Marcelo con voz suave, y April le respondió con una sonrisa tierna, instándolo a acercarse. El hombre obedeció solo para ser recibido por sus labios en un beso suave pero cargado de significado. Marcelo se apartó y miró el rostro de su mujer, finalmente la pesadilla había terminado y ahora solo quedaba ser felices. ―¿Quieres agua? ―pregunto al ver que ella no decía una palabra. ―No. ―murmuro April ―Yo… solo quiero saber… Había recordado al bebe, aunque hizo lo posible para protegerlo, aún era mu
RECUERDO NUESTRO PASADO. April bajo la cabeza y miró sus dedos que apretaban con fuerza la sabana. ―Yo… te mentí. ―susurro. ―¿Me mentiste? ―Sí. Marcelo apretó las cejas sin comprender, para él, April era la mujer perfecta. ―Amor, explícate por qué no entiendo, ¿vale? ―dijo alzando con delicadeza su rostro y dándole una sonrisa ―Si dices que me mentiste, estoy seguro de que fue por una razón. Y antes de que hables, quiero que sepas que te perdono. Nada, escucha bien, nada va a separarme de ti. ―en sus ojos había determinación ―Ni siquiera la muerte. Ella de repente lo abrazó y cerró los ojos. ―Te recuerdo… ―murmuro mientras las lágrimas bañaban sus mejillas ―… Recuerdo nuestro pasado. ―Shhh, no llores. ―se apartó un poco y acunó su cara. ―¿Cómo así qué me recuerdas? ―Es que… nunca te dije que había perdido la memoria. Perdí mis recuerdos en el accidente donde murieron mis padres. Y allí, también te perdí a ti. Marcelo la miró en silencio tratando de procesar sus palabras, per
UNA DEUDA. ―¡¿Cuándo vas a pagarme lo que me debes, Lucia?! ―Lo siento, lo siento. Te prometo que te pagaré el doble el mes entrante ―la chica de apenas veinte años, dijo mientras miraba los costosos zapatos de su atormentador, estaba segura de que ese dinero no le hacía falta, pero sin duda él disfrutaba hacerla temblar de miedo cada inicio de mes. ―No he podido sacar suficientes horas… ―Ese no es mi maldito problema, Lucia ―dijo Ronan quien se apartó del costoso auto y tomó un mechón de su oscuro cabello ―¿Quieres ser libre? El hombre alto y de aspecto intimidante, hizo que el corazón de Lucia casi se le saliera del pecho. Él había sido su pesadilla desde que heredó esta deuda. ―Conseguiré el dinero. Lo prometo. Ronan se acercó y el molesto olor de su perfume envolvió por completo a Lucia. ―Tenemos un trato, ¿recuerdas? ―se acercó a su oído y susurro ―Prometiste pagar la deuda que tu padre me debe y así no tomaría a tu preciosa hermana como compensación. Hasta ahora he cumplid
COSECHA LO QUE SIEMBRA.TIEMPO DESPUÉS…April avanzó con sus lujosos tacones hacia la cama donde yacía la anciana, cuya vida, según el diagnóstico médico, se extinguía. No era una visita deseada, sino impulsada por la obligación hacia su abuela, quien ahora residía en una pensión para ancianos financiada por el gobierno, donde la calidad de vida y las comidas dejaban mucho que desear. A pesar de las súplicas de la anciana, April había tardado en reunir el coraje para visitarla.Al detenerse frente a la cama, observó a la mujer, visiblemente debilitada.—¿Querías verme? —preguntó, su voz desprovista de cualquier cariño. Las heridas del pasado habían erosionado cualquier afecto que pudiera haber sentido hacia su abuela.—April... —la anciana murmuró con esfuerzo—. Me estoy muriendo.April arqueó una ceja y frunció los labios con desdén.—Dime algo que no sepa. ¿Acaso pensabas que serías eterna?La mujer en la cama tosió débilmente.—Soy tu abuela y... nunca viniste a verme, después de q
EPÍLOGO.―Papá, tengo frío.April escuchó aquellas palabras desde su estudio. Estaba en la mitad de un plan de negocios para presentarlos a los nuevos inversionistas que irían a su empresa. Tras tres años de práctica y estudios, finalmente había formado su propia empresa, Marcelo le decía que no tenía que trabajar, pero ella quería su independencia financiera. Su marido siempre la halagaba, por supuesto, pero en el fondo sabía que le gustaría tenerla en casa.Dejo los papeles antes de agarrar la sudadera azul que su hijo había dejado tirada en el suelo. Pero cuando entró en la sala se dio cuenta de que no hacía falta. Marcelo ya se había girado en el escritorio para subir a su hijo de tres años a su regazo.Antoni le rodeó el cuello con los brazos antes de acurrucarse contra su pecho y rozarle el hombro con sus delicados rizos castaños.—Te quiero —dijo el niño con su voz dulce.—Yo también te quiero —contestó Marcelo con un tono de profunda sinceridad que desarmaba a April cada vez q
CAPÍTULO 1: EL TRABAJO DE SUS SUEÑOS April llegaba tarde de nuevo a su trabajo, bajo del autobús con prisa y corrió hacia la empresa con varios papeles debajo del brazo. Su cabello estaba hecho un desastre, apenas y le habia dado tiempo de peinarse esta mañana, entre su trabajo como secretaria del gerente de recursos humanos y su otro trabajo de medio tiempo, apenas y tenía tiempo de dormir. Miro su reloj e hizo una mueca, recordó la advertencia de su jefe, si volvía a llegar tarde de nuevo, la despediría y sinceramente eso era menos que necesitaba en este momento, sus cuenta bancaria estaba en cero y al igual que el ciudadano común de Chicago, habia acumulado demasiadas cuentas que necesitaba pagar. Miro el ascensor y su pie se movió inconscientemente, apretó los labios y volvió a mirar su reloj. «Demonios, este aparato infernal, ¿no puede venir más rápido?» Finalmente, la puerta se abrió y subió a toda prisa, afortunadamente no habia nadie, marco el numero de su piso y espero.
CAPÍTULO 2: ESTÁS DESPEDIDA.La puerta del departamento había quedado abierta y una docena de guardias de seguridad entraron corriendo. Y la palabra “gay” todavía resonaba en la habitación. Al ver entrar a los hombres, la mujer se acercó a Marcelo con enojo. Obviamente, él estaba mareado por la falta de aire y seguía tosiendo para recuperarlo.―Esto no se va a quedar así, Marcelo, voy a encargarme de que todos sepan quién eres en realidad. ¡Voy a destruir tu reputación!Luego se dio la vuelta y abandonó la habitación. April que estaba junto al sofá en cuanto vio que la mujer se iba, corrió hacia su jefe para preguntarle si necesitaba algo, pero corrió demasiado rápido y se resbaló con la pequeña alfombra.Mientras caía, extendió sus manos instintivamente y terminó agarrando accidentalmente la toalla de baño. Para sorpresa de todos, la toalla abandonó la cintura de Marcelo, mientras él se precipitaba hacia atrás y caía en el otro sillón, completamente desnudo.April miró fijamente la t
CAPÍTULO 3: LA MALA SUERTE DE LA FAMILIA.April termino de recoger sus cosas como pudo y se metió debajo la parada de autobuses, estaba mojada, hacia frio y para colmo, desempleada, ¿Qué más podía sucederle?Estaba pensando en esto cuando sonó su celular, lo saco de su bolsillo y respondió.―¿Hola?―Señorita, Jones. Le hablamos del hospital para pacientes cardíacos, queremos informarle que actualmente tiene dos facturas pendientes. De no cancelarlas a la brevedad posible, tendremos que sacar al paciente y suspender su tratamiento.Las manos de April temblaron y cerró los ojos, de repente le dolió la cabeza. A veces pensaba que Dios estaba en su contra. Respiro profundo y respondió.―Sí, entendiendo. Me pondré al día con los pagos, no se preocupe.La persona del otro lado, le dio un gracias y colgó.Ella se quedó inmóvil un momento, reflexionando sobre su vida. Una vida que no recordaba, después del accidente, su psiquiatra le dijo que fabricaría nuevos recuerdos, lo único malo es que