__________________________________7 de junio de 2010Desde que embarqué no he vuelto a tocar tierra. Sigo escribiéndote cada día que tengo un segundo libre, pero dudo de que alguna vez logre reunir el valor para mandarte lo que escribo.Te añoro con tanta fuerza que a veces creo que la vasta soledad del mar se burla de mí trayéndome tu voz sobre la espuma de las olas. Siento tu presencia en cada soplo de viento y me doy la vuelta buscándote, aun sabiendo que no estás aquí, conmigo.Me estoy volviendo loco pensando en ti, y lo único que puedo hacer es depositar estos pensamientos sobre el frío papel.__________________________________17 de junio de 2010Navegamos siguiendo la corriente marina del Atlántico norte. Estamos investigando la evolución de la comunidad biológica. Los científicos que dirigen esta expedición quieren comprobar hasta qué punto resulta sensible al cambio climático. Por lo que les oigo quejarse, imagino que es peor de lo que pensaban. Aún no hemos pisado tierra,
__________________________________17 de septiembre de 2010Han surgido imprevistos.No regresaré a primeros de octubre como esperaba.Los ciclos biológicos del krill se han alterado debido al cambio climático, por lo que Enrique quiere posponer nuestro regreso hasta que los haya estudiado en profundidad.Los demás miembros del equipo de investigación no están seguros de que sea conveniente continuar navegando más allá de finales de este mes. El invierno es muy duro en el Ártico, ni nosotros ni el barco estamos debidamente preparados ni aprovisionados para resistirlo y así se lo han hecho saber el capitán y los oficiales de puente. Pero Enrique está empeñado en continuar y él es quien manda, así que nos tocará quedarnos aquí hasta que las ranas críen pelo.No puedo llegar a expresar con palabras la consternación que siento en estos momentos. La absoluta decepción e indignación que recorren mis venas con cada latido de mi corazón.Es muy duro albergar la esperanza de volver a España, a
Era la víspera del día de la Inmaculada Concepción. No había apenas trabajo y Nuria y su abuela ocupaban sus manos y sus mentes en sendas labores de punto de cruz. Estaban sentadas en silencio, tras el mostrador, con los ojos fijos en las puntadas lentas y cadenciosas que acompañaban sus pensamientos. Únicamente la corriente de aire frío que se coló por la puerta al ser abierta las alertó de que acababa de entrar un cliente.Uno muy silencioso.—Buenos días —saludó Nuria con educación dejando la labor en un cajón y levantándose para atenderle.—Hola, Nur —la acarició una voz conocida.Dolores se levantó de un salto de su silla mientras Nuria miraba al hombre paralizada.Jared estaba ante ella, erguido en la entrada de la tienda, con un enorme petate fuertemente aferrado en una de sus manos, mientras mantenía la otra cerrada en un puño y pegada al costado. La miraba como si no supiera si acercarse a ella y devorarla, o dar media vuelta y salir corriendo.Nuria se acercó despacio hasta
—Imagino que, después de pasar medio año escuchando hablar a científicos, algo se me ha pegado —comentó Jared riendo con ganas.—A ver que yo me aclare —dijo Sonia desde la entrada de la tienda. Estaba sofocada, como si hubiera ido corriendo desde la tintorería—. ¿Me estás diciendo que Jared ha vuelto y que Nuria lo ha besado? ¡Pero bueno! Primero tenías que haberle dado un buen par de bofetadas por desaparecer tantos meses.—Eso ha sido lo primero que ha hecho —afirmó Jared acercándose a ella y dándole un efusivo beso en cada mejilla.Luego dio un paso atrás y los miró a todos, grabándose sus rostros en la mente. Ellos eran sus amigos, su familia.Por fin estaba en casa.Habían pasado tres horas desde el regreso de Jared.Los seis amigos continuaban en el restaurante, sentados a una mesa ocupada por varias tazas de café vacías y rodeados muy indiscretamente de la mayoría de los dueños de los negocios del barrio, amén de algunas vecinas y vecinos que, por casualidades nada casuales de
Ninguna de las personas que estaban en el restaurante habían visto, ni volverían a ver jamás, a alguien abonar una cuenta con tanto orgullo y satisfacción reflejados en sus rasgos ni con una sonrisa tan sincera y digna.—Bueno, bueno, muchacho, vamos a la peluquería y te invito a un café —instó Román dándole una palmada en la espalda.—¿Otro? Me va a dar un telele como tome más cafeína —bromeó—. No, gracias. Voy a ver si encuentro un hotel, dejo la mochila, me pego una buena ducha y duermo un rato. Estoy que me caigo —manifestó Jared rechazando la invitación. Las profundas ojeras que lucía su rostro eran el mudo testigo de que no mentía—. Mañana me paso a desayunar contigo y con Scooby —propuso guiñándole un ojo. Román asintió satisfecho. A la mañana siguiente le pondría al día con todas las novedades del barrio.—Te acompaño —se ofreció Nuria interrumpiendo la conversación entre los dos hombres—. Abuela, no me esperes despierta —susurró al oído de Dolores. La abuela abrió mucho los o
—En mi camarote dormían otros cinco hombres —respondió Jared con voz ronca—. Y todos tenían un oído muy fino —comentó frunciendo el ceño. En más de una ocasión sus compañeros se habían burlado unos de otros por los ruidos nocturnos que se escuchaban en el camarote—. No me hacía especial ilusión convertirme en el blanco de sus bromas —afirmó con una sonrisa en los labios—. Por lo tanto solo podía soñar e imaginar cada una de las cosas que te haría cuando por fin te tuviera a mi lado. ¿Quieres saber cuáles eran?Nuria asintió con un jadeo, e intentó envolver las caderas del hombre con sus piernas, pero este se apartó de ella apoyándose sobre los codos. La observó con una sonrisa ladina en los labios y agachó la cabeza hasta posar los labios sobre sus voluptuosos pechos. Mordisqueó los pezones por encima de la tela hasta que la escuchó gemir. Unió su pene erecto y dolorido a la ingle cubierta por los vaqueros de la mujer y se balanceó contra ella. Nuria alzó las caderas, pegándose más a
Qué extraño, pensó desconcertado al sentir un tenue roce recorriendo sus muslos. Se incorporó apoyándose en los codos y bajó la mirada para observar aturdido a un diminuto pingüino de poco más de un par de centímetros de altura caminar tambaleante sobre su piel. Carraspeó perplejo y la pequeña ave le picó. Fue un picotazo ligero, casi un mordisco.—¿Qué…? —Abrió los ojos sobresaltado por el etéreo dolor mezclado con placer que sintió en la ingle.—Buenas tardes, Bello Durmiente —le saludó la voz de Nuria.Bajó la mirada asombrado. Ella estaba entre sus piernas, con la cabeza apoyada en su cadera y la melena castaña dispersa entre las sábanas y sus muslos.Era la imagen más erótica que había visto en toda su vida.—¿Qué haces? —preguntó, atontado todavía por el sueño.—Intento despertarte —contestó ella volviendo a morderle con cuidado, esta vez en la base del pene.Jared jadeó completamente excitado. Su pene se alzaba grueso e imponente, suplicando anhelante un poco de atención.—¿Qué
Noviembre, día de las elecciones-Tenemos nuevos resultados de la votaciones -dijo el locutor desde la pantalla. Estaban reunidos en el salón de la casa de los Landis.Ashley contuvo el aliento, todo parecía ocurrir cámara lenta. Sentada en el sofá al lado de Matthew, agarró con fuerza su mano. Sus familias y amigos los rodeaban. Nunca podría haberse imaginado cinco meses antes que su vida iba a cambiar tanto como consecuencia de una impulsiva decisión que lo había llevado a acabar en brazos de su amor platónico. Pero, después de meses de dura campaña, estaba a su lado, enamorada de él y disfrutando del nuevo mundo que Matthew había abierto para ella.Siempre había pensado que era el tipo de persona que prefería una vida en la sombra, lejos de los focos y del ámbito de lo público. Al lado de él estaba descubriendo lo inspirador que era poder estar en el centro de las cosas y poder mejorar las vidas de otras personas. Su relación le daba la oportunidad de tener además una familia más g