—Mi nombre es Erwan— le había respondido a la joven apretándola más contra su cuerpo.
No podía dejar que la joven se le fuera de las manos ni un poco, era extraño el no querer dejar que ella se alejara o que otro hombre tratara de acercarse a ellos y arrebatársela de los brazos.— Victoria, aunque puedes llamarme Vicky — respondo con perfecto inglés pero un evidente acento ruso.Ella no dejaba de moverse delicadamente al ritmo de la música, no debía ni pensar para ello, su cuerpo reaccionaba solo, era algo instintivo y a su vez el roce, la cercanía del americano era algo que parecía querer de un modo que se le hacía extraño, antes, jamás había deseado ese tipo de intimidad, solía huir de ello.—¿Qué te parece si ambos nos vamos a otro lugar más privado? — le susurró Erwan al odio a la joven.De nuevo el aliento de ese hombre en el cuello erizo su piel, hizo que su corazón se acelerara de una forma que le resultaba incomprensible, levantó la mirada y fijó en él sus ojos grises, tan habituales en su familia, pero muy raros para el resto de la gente.— ¿A qué lugar se refiere? No puedo salir de este club —dijo Vicky con recelo, consciente de que no podía irse sola con un hombre que no conocía.Erwan, lejos de reírse, vio en sus palabras una oportunidad. Si bien no le convenía generar un escándalo sacando a sus guardaespaldas de la jugada, la idea de estar a solas con ella lo tentaba.—Por supuesto que tengo un lugar especial a dónde estar sin que tú o yo tengamos que salir —le susurró al oído, con una voz ronca que la erizó.—Dime, ¿qué te aparecería tomar? —le preguntó mientras la alejaba de la pista—. Por cierto, mi nombre es Erwan. Un placer poder ayudarte a escapar.Ella jamás bebía alcohol, de hecho cuidaba mucho su dieta a causa de las innumerables horas de ejercicio físico que hacía.— Lo mismo que usted…— respondió la chica, dejándose llevar hasta el reservado, viendo que efectivamente lo tenía todo preparado, demasiado preparado como para que fuera algo improvisado.Vicky volvió a estremecerse por la forma en que le susurró el oído estaba segura de que ese hombre debía notar como se deshacía con su cercanía, pero no le importaba, cuando alguien le gustaba siempre había algo que hacía que no pudiera avanzar más allá de los besos, pero en ese instante todo su cuerpo ardía por ese simple roce como por el calor de su aliento en el cuello.El lugar al que se refería Erwan se encontraba en la planta alta de la discoteca, una zona exclusiva donde la privacidad era la norma. Allí, además de una amplia variedad de bebidas alcohólicas, había fresas frescas y chocolate, todo dispuesto para crear una atmósfera seductora.Al entrar al reservado más grande, Erwan se acercó a Vicky y tomó una fresa, llevándola a sus labios. Luego, se aproximó a su rostro con una mirada penetrante.—Si gustas alguna otra fruta que no sea la fresa, pediré que la traigan — le dijo al llegar y tomar una fresa y llevársela a los labios, y después acercarse al rostro de la joven. —¿No eres alérgica o sí?Cuando lo vio con esa fresa en los labios, ella recordó el juego de pasarse el hielo que a veces jugaba con sus amigos y simplemente se acercó a su boca mordiendo parte de la fresa rozándole levemente los labios al hacerlo, para después retirarse.— No soy alérgica — caminó hasta las bebidas— ¿Qué me recomienda beber? Suelo entrenar mucho y ya sabe los bailarines tenemos una dieta muy estricta sin alcohol ni drogas, así que no sé que puede gustarme más.Ese roce de sus labios. Hizo maldecir a Erwan quien tuvo que contener su impulso de tomarla entre sus brazos y besarla hasta que se quedará sin aliento.—Puedo recomendarte una margarita, es una bebida suave y que va acordé con una bella joven como tú — le respondió Erwan quien solo le había dado su nombre verdadero más no su apellido.Le dijo caminando hasta el pequeño bar que había en la habitación. Tomando un poco de distancia entre la joven y él.Victoria, puedo notar un brillo extraño en los ojos del hombre, pero se contenía ¿Por qué? Por primera vez estaba frente a un hombre que quería que se comportara como los demás, pero ahí estaba apartándose de ella y yendo a por su bebida.— Estoy en tus manos, dame de beber lo que creas que me va a gustar — dijo ella a su espalda conteniendo el aliento al ver cómo el hombre se giraba de nuevo.—¿Le gustaría probar una? —preguntó Erwan con voz ronca, atrayéndola hacia él con una mano en su cintura.Victoria fue sorprendida por la forma en que Erwan la atrajo y no pudo más que pasar los brazos delicadamente sobre sus hombros y acariciarle la nuca con una mano mientras la otra la deslizaba por su torso, observándolo, embrujada nuevamente por el azul de esos ojos que amenazaban con arrastrarla en un mar del que no sabía si podría salir sin ahogarse.—Me encantaría —murmuró la joven, humedeciéndose los labios sin ser capaz de apartar la vista de él. Su corazón palpitaba con fuerza, sorprendida por las reacciones de su propio cuerpo.—Por supuesto que la probarás —respondió Erwan con una sonrisa pícara.Aunque eso sería después de que la besara, era un hombre que jamás se permitía besar a sus amantes casuales. Un beso para Erwan era algo tan íntimo y le entregaba parte de él a la otra persona que evitaba hacerlo, pero con ella era diferente.Ella abrió la boca para responderle, pero ninguna palabra salió de sus labios cuando sintió el brazo de Erwan rodeando su cintura y arrebatándole la posibilidad de hablar por sentirlo nuevamente tan cerca.El americano no pudo evitar estrecharla contra su cuerpo y besarla, no fue un beso suave o inocente, todo lo contrario, fue uno lleno de pasión, donde su mano izquierda la mantuvo pegada a él, mientras su derecha se posaba en su nuca sin darle posibilidad alguna de escapar y no lo hizo hasta que ambos necesitaron oxígeno en sus pulmones.—Será mejor que prepare tu bebida —le susurró Erwan al oído antes de apartarse de ella, consciente del efecto que había causado en la joven.Vicky se quedó sin aliento, todavía conmocionada por el beso. Sus labios ardían y su corazón latía con fuerza. No sabía qué estaba pasando, pero no podía negar que deseaba más, quería más de esa boca que la frustró al alejarse de ella de nuevo.— ¿Qué quiere de mí Erwan?— lo observó confundida por la forma en que avanzaba y luego parecía escabullirse como si pretendiera que fuera la chica quien lo buscara.—Ser un buen anfitrión no es obvio— le respondió Erwan con una sonrisa traviesa en su rostro más al verla caminar y alejarse.Victoria buscó donde sentarse ignorando la cama que veía al fondo, ni siquiera sabía que los reservados de las discotecas tuvieran habitaciones como si se tratarán de burdeles, aunque ella solo podía imaginarlo, jamás había estado en un burdel ni mucho menos.— Me aparta de los demás para tomar una copa, me besa y se aleja, ¿Qué espera que haga yo? ¿Tal vez esté usted muy acostumbrado a que las mujeres le persigan?Giró el rostro observando la cama y negando antes de volver a mirar a ese guapísimo hombre.Erwan llegó con dos copas de margaritas en cada una de sus manos, aún conservaba la sonrisa traviesa y seductora en sus labios, más al ver el nerviosismo en sus ojos, al ver la cama.—Por favor discúlpame, como dije antes solo deseaba ser un buen anfitrión, así que por favor no te enfades— en ese momento Erwan le estaba mostrando a la joven una faceta de él que nadie había logrado ver. El gran rey de Nueva York, siendo un hombre amable y sobre todo sonriente.— También parece alguien poderos, créame sé dé lo que hablo — una sonrisa enigmática cruzó el rostro de Victoria, su familia era muy rica y también peligrosa, si algo podía identificar era el tipo de gente que había visto desde que era una niña y ese hombre era de ese tipo, aunque él
Las sensaciones que la recorrían, esa forma de lamer, besar y estimular su piel la hizo arquearse bajo su cuerpo, haciendo que la humedad entre sus piernas creciera que un agradable cosquilleo se instauraba entre ellas y sobre todo, que su corazón retumbara tan fuerte que le parecía que no sería capaz de mantenerlo mucho tiempo dentro de su pecho. — Erwan yo…— ella no sabía cómo expresarse solo que estaba nerviosa y a la vez no quería que parara.—Eres hermosa — le dijo Erwan llevando su mano derecha hasta donde se encontraba el único trozo de tela que le impide tocarla como desea haciendo a un lado su braguita, notando la humedad entre sus pliegues más íntimos.Victoria jamás creyó que notar otros dedos que no fueran los suyos acariciando su sexo le provocara tanto placer se sorprendió tanto del gemido que salió de sus labios que se llevó una mano a la boca avergonzada mientras abría más las piernas para él, incapaz de decir nada por qué si hablaba gemiría de nuevo, simplemente movi
Erwan se encontraba vestido observándola dormir, después de la última vez que la había tomado había sido incapaz de conciliar el sueño, por lo que se dedicó a velar por su descanso.—Buenos días —la saludó Erwan al verla despertar.—Buenos días … yo…— en cuanto sus ojos se abrieron Victoria se sintió avergonzada por lo sucedido. ¿Realmente había perdido la virginidad en un lugar como ese?Se levantó de la cama y buscó su ropa por el suelo, vistiéndose apresuradamente con el rostro encendido a causa de la vergüenza.Erwan, intuyendo su intención de marcharse, se levantó del sillón y la tomó por la muñeca.—¿Adónde vas? —le preguntó con suavidad.—No lo sé... supongo que… —Victoria lo miró sin saber qué decir. A fin de cuentas, no volvería a ver a ese hombre—. Adiós —dijo con un hilo de voz e intentando salir del reservado en busca de sus amigos. Solo quería huir de ese lugar, de ese hombre y de las sensaciones que había experimentado.Ni siquiera pudo cruzar la puerta cuando él le bloq
Erwan no iba a permitir que ella se marchara de esa manera, era cierto que había permanecido en silencio, pero eso no significaba que la dejara marchar de esa manera de su auto. —Te pido disculpas, por la forma en que te abordé; sin embargo, no deseo que esto termine aquí, deseo conocerte, estaré aquí esta noche como he dicho, te llevaré a cenar y no aceptaré un no por respuesta— le dijo viéndola a los ojos con él semblante serio antes de tirar levemente de ella al interior del auto y robarle un beso. Ella estaba preparada para responderle que invitara a la siguiente de la lista, que si estuviera en Rusia podría costarle la vida haber jugado con ella, que quien se creía, que iba listo si esperaba que cenara con él, pero su cerebro se desconectó en el instante en que ese hombre tiró de ella y antes de que pudiera pronunciar una sola palabra ya la estaba besando. — Yo…— murmuró contra su boca antes de alejarse un poco de su rostro y golpearle la mejilla con la mano completamente abie
Ella no le dio tiempo a hablar. Se abalanzó sobre él antes de que pudiera articular palabra, necesitando su cercanía. Lo besó con fervor, buscando saciar su propia necesidad de sentirlo, de saborear su boca, de llevarse consigo el recuerdo de esos labios, esa lengua, de la forma en que había conquistado su corazón en tan solo unos días.Erwan era consciente de lo egoísta de su deseo y agradeció que ella no lo dejara hablar, evitando así revelar su propio anhelo: que ella no lo olvidara tan pronto.Respondió al beso con la misma intensidad, pegando su cuerpo al de ella con pasión. Sus lenguas y labios se enredaban en una danza sin tregua.—Te voy a extrañar tanto… —susurró ella—, pero quiero que sepas que he sido inmensamente feliz contigo estos días. Una parte de mí se quedará contigo para siempre.Él la silenció con un beso, colocándola de nuevo en el suelo. La había tomado en brazos y la había hecho girar en el aire en algún momento de su apasionado encuentro.—Shhh, no quiero despe
De vuelta a la actualidad.Tras la partida de Victoria, Erwan se liberó del agarre de su esposa, a quien había estado ignorando durante toda la velada. Era consciente de que ella le hablaba, pero no deseaba prestarle atención. Ya había cumplido con su deber al casarse con ella.—¿Erwan, sucede algo? —preguntó su reciente esposa.—No, nada —respondió él con desgana—. Quédate con tu familia, volveré enseguida.No solo necesitaba alejarse de ella, sino también hablar con Victoria. No podía soportar la idea de verla con otro hombre. Erwan esquivó a los invitados que se dirigían a la recepción en la mansión Volkov con la esperanza de alcanzarla.Spike, que en ese momento coqueteaba con una chica, vio pasar a su jefe y primo. Maldijo en voz baja al intuir que algo iba mal. Abandonó a su posible conquista y se apresuró a buscar a Erwan.—Disculpa, pero debo marcharme —le dijo a la joven con quien conversaba, dirigiéndose hacia Erwan, a quien encontró buscando algo en la puerta.Erwan estaba
Victoria no pudo evitar aferrarse a él por propio instinto, lo quería cerca, lo necesitaba cerca de una forma que no sabía explicar. Cerró los ojos y se permitió relajarse sin pensar en nada más por un instante.— Suéltala. ¿Crees que no sé lo que sucedió con vosotros en nueva York?— Pavel quería avergonzarlo, hacer que la soltará, quería proteger a su amiga de aquello, así que se acercó e intentó arrebatársela de los brazos.—Yo soy quien la llevará dentro así que más te vale que te apartes. No quieras jugar al príncipe, porque si lo haces te haré ver porqué los villanos existen para hacerle la vida imposible a los héroes — fue lo único que dijo Erwan al ver al hombre tratar de acercarse y quitarle a Victoria de los brazos.Spike por suerte llegaba en ese momento, escuchando lo dicho por su primo y jefe, intentando evitar que se metiera en más problemas al sujetar a Erwan por su hombro izquierdo.—Erwan, ¿Qué crees que pensarán si llegas con la hermana de tu esposa en brazos?Para Vi
Luego de su conversación con Tatiana, Erwan se dirigió hacia Mihkail. —Deseo hablar con usted, Mihkail. A pesar de la incertidumbre del futuro, Erwan tenía algo muy claro: su matrimonio con Tatiana debía anularse antes de que la noche de bodas lo consumara. No sabía si esta decisión le costaría una guerra, una enemistad o el cese de sus negocios con los rusos, y esperaba que no. Su intención era enfrentar a Mikhail y pedirle la mano de su otra nieta. Mikhail también esperaba el momento oportuno para hablar con él, y le pareció extraño que el joven se adelantara. Asintió con la cabeza, indicando que lo siguiera. —Que la fiesta continúe sin escándalos —advirtió Mikhail antes de hacerle una señal a Erwan para que lo acompañara a su despacho. El anciano caminó en silencio, con el recién casado tras él, hasta llegar a su estudio. Allí, buscó un gran sobre marrón entre sus pertenencias y lo dejó frente a Erwan mientras se sentaba en su silla. El futuro era incierto tras esta conv