Y bueno, ¡Ella es mi madre! Ha llegado a su fin. Agradezco mucho el apoyo que le brindaron a la historia. Espero aun no borren la historia de su biblioteca, durante esta semana estaré subiendo algunos capítulos extra. De nuevo, muchas gracias por el apoyo y espero que siempre tengan en mente el dulce romance de Daniel y Sam, junto con su familia. Cuídense
Lucas dejó caer todos sus cuadernos al chocar con un casillero abierto mientras arreglaba su mochila. Samuel soltó una enorme carcajada burlándose de él.—¿Quieres callarte? Ayúdame con esto o le diré a Mónica que vas a salir con Gina. — Samuel abrió los ojos de par en par y decidió ayudar a Lucas. El joven estaba tenso. Recién había cumplido diecisiete años y sentía que el mundo se le venía encima. Pero eso no era todo, estaba más que molesto cuando vio a Rodrigo Hernández coquetear con Ariana Kidd. Ariana era su mejor amiga de la infancia, la prima de su madre Sam. No tenía relación consanguínea con ella, por lo que nunca pudo verla como una prima en segundo grado o lo que sea. De hecho, siempre fue Ariana su amiga. Sin embargo, ahora parecía molesto porque los chicos se le acercaban.—¿No le dir&a
El amor siempre había sido un cuento de hadas para Lucas. Cuando conoció a su madre pensó en el enorme cariño que sintió cuando ella lo protegió aun cuando era un desconocido. Ella estaba llena de amor y Lucas no dudó en devolvérselo. Honestamente, pensó que ese era el amor más puro de todos y luego sus padres se enamoraron. Ser testigo de semejante muestra de amor lo hacía confiar más en él, pero era distinto a lo que él imaginaba. Luego su tío Esteban se casó con su tía Vic y tuvieron un niño. Ese era el amor familiar al que él estaba acostumbrado, sin embargo, ¿qué era lo que lo hacía diferente con respecto a Ariana? Ariana era su mejor amiga, era su cómplice, era su mano derecha, era su compañera de aventuras y jamás pensó en ella como algo más. Sin embargo, la secundaria llegó y muchos chicos comenzaron a acercársele. Al principio lo vio como algo normal, era normal hacer más amigos, pero luego la forma en que la veían, no era algo que le encantaba. —¿Qué te tiene dando vueltas
—¿Qué quieren decir? — Samantha apretó las manos por debajo de la mesa al ver a Thomas su novio tomando la mano de Kelly, su mejor amiga. Y lo peor era que aquella mujer llevaba una enorme sortija en su dedo anular. En los cinco años de relación que llevaba con él, jamás le había dado una joya como esa.—Que me enamore de Kelly. Sam lo siento mucho, en verdad. Pero ella es una chica muy objetiva y tiene metas grandes.—¿Quieres decir que yo no las tengo? — La joven lo miró a los ojos intentando tragarse las lágrimas que la estaban carcomiendo por dentro.—Cariño, es obvio. Ser una profesora de primaria no es algo que pueda subirte de categoría en esta sociedad. — Kelly por fin había abierto la boca. Samantha quería lanzarle el vaso de agua frente a ella y decirle que se callara, pero no podía, no tenía el valor. Se sentía patética. —Tommy es un médico, obviamente necesita a una mujer como yo, la hija de un doctor y futura doctora también. — Sam tragó duro y miró sus manos, estaban roj
Muchos criticarían a una mujer que se quedó dormida dentro de un elevador por estar ebria, pero Samantha tenía sus razones y, además, era la primera vez que podía conciliar el sueño de esa forma, sin preocupaciones, en paz. Lo más raro es que había sido en un momento donde podía morir si esa cosa caía de la nada.Sin embargo, aquel pequeño niño fue como un ángel para ella, su sonrisa, su tranquilidad, sus ojos, todo en él le permitieron relajarse y de la nada se quedó dormida, aparte de que el alcohol surtió efecto en ella.Aun así, fue capaz de sentir cuando comenzaron a abrir el ascensor. La joven se despertó y encontró al niño entre sus piernas profundamente dormido. Samantha parpadeó varias veces intentando comprender la situación cuando logró escuchar una voz.—¿Está bien señorita?—Ah, sí, estoy bien.—¿Está solo usted ahí?—No, hay un niño pequeño conmigo. — Samantha se removió y procedió a cargar al pequeñito entre sus brazos. Este se quejó un poco, pero no despertó. Samantha
Dos semanas habían pasado desde el incidente del ascensor. Samantha había continuado con su vida pensando en las cosas que debía arreglar en su vida. Primero que nada, tirar toda la ropa de su exnovio. Y no, no se la devolvería. La donaría a algún lado y le daba igual si el hombre venía a reclamarle. No tenía derecho.Luego de eso arregló los muebles de su casa y decidió buscar un apartamento más chico ya que no tendría la visita del tonto en su hogar. Además, ahora le traía malos recuerdos.Había encontrado un nuevo lugar, por ello, también se encontraba guardando todo en cajas para la mudanza dentro de unos cuantos días.De esta forma se sentía más libre y dispuesta a dejar todo atrás para no dañar más su corazón.Incluso, aprovecharía a vender ciertas cosas para conseguir un poco de dinero, que desperdició en Thomas.Por la tarde, dispuesta a darse una ducha, escuchó que tocaron a su puerta. La joven frunció el entrecejo confundida. Casi nadie la visitaba y menos a esas horas.Se a
Sentía un terrible dolor de espalda y de cabeza. Ni siquiera tenía ganas de abrir los ojos. Aún así lo intentó. La luz de la ventana se colaba por las cortinas mientras ella entreabría sus pesados párpados.Sintió la suavidad de las sábanas sobre su cuerpo. Un momento, ¿sobre su cuerpo?Ella odiaba dormir desnuda. Alzó la sábana blanca sobre ella y se dio cuenta que no tenía más que su ropa interior encima. Tragó nerviosa y luego sintió un movimiento a su lado. Sus ojos se abrieron como dos platos y su cara palideció al ver al hombre a su lado. Cabello negro desordenado, mandíbula fuerte con un lunar en la mejilla y otro en el cuello además de una seña roja en la parte de su nuca. Pestañas gruesas que caían sobre sus mejillas levemente rojas.—No puede ser. — Murmuró al ver a Daniel Harrison acostado de esa forma tan pacífica. —¿Qué diablos había sucedió?Doce horas antes…Samantha había terminado su jornada laboral y se sentía extremadamente cansada. Tenía que revisar unos trabajos y
Muchas cosas pasaron por la cabeza de Samantha, ella en ropa interior, Daniel sin camisa, ambos en un cuarto de hotel, el dolor en la espalda. ¿Qué más pudo haber pasado? Ella había dormido con él.—Qué, qué pasó anoche. — Daniel se puso la camisa y se sentó en la cama frente a ella.—Bueno, te embriagaste, no dejabas de correr por la discoteca, ir de un lado a otro y bueno, me besaste y…—Alto. — La joven mostró su palma frente a él mientras apretaba los ojos. Los recuerdos de ella corriendo como loca por la discoteca, de su persona bebiendo como barril sin fondo. Recordó a Daniel ir tras ella y llevarla al aparcamiento y luego… ella lo besó.Si, ella lo había besado. Apretó los labios dándose cuenta de que ella había comenzado todo esto.—Quiero hacerme responsable.—Por favor no lo haga. — La chica ni siquiera había dormido con Thomas y ahora se había acostado con un hombre que apenas conocía. Se había vuelto loca.—Fui la culpable de esto.—No debí dejar que bebiera tanto.—De tod
Samantha meneaba su pierna de arriba abajo con velocidad. Se sentía ansiosa. Luego de dejar al pequeño Lucas en su habitación, Daniel la invitó a tomar el desayuno.Se encontraba en un comedor. La casa era enorme. Incluso la entrada, tenía un jardín amplio con un camino de tablones de madera. La casa era de un nivel que se llevaba casi toda la manzana, de color gris con ventanales enormes. El comedor estaba frente a la cocina. Era una mesa cuadrada para seis asientos. Había notado que dos trabajadores estaban en casa, la mujer que cocinaba y un hombre que estaba en el jardín. Se sorprendió de ver algo tan sencillo siendo Daniel un hombre tan rico.La mujer, que se llamaba Lena, le dejó un plato de hot-cakes con un par de huevos fritos y tocino frente a ella. Su estómago rugió.—Adelante, coma. — La joven asintió y agarró su tenedor para tomar un bocado. Su estómago se sintió aliviado. La comida estaba deliciosa.—Entonces. — Sam tragó. — Hablemos sobre el contrato.—Bien, quiere cambi