Capítulo 5

Muchas cosas pasaron por la cabeza de Samantha, ella en ropa interior, Daniel sin camisa, ambos en un cuarto de hotel, el dolor en la espalda. ¿Qué más pudo haber pasado? Ella había dormido con él.

—Qué, qué pasó anoche. — Daniel se puso la camisa y se sentó en la cama frente a ella.

—Bueno, te embriagaste, no dejabas de correr por la discoteca, ir de un lado a otro y bueno, me besaste y…

—Alto. — La joven mostró su palma frente a él mientras apretaba los ojos. Los recuerdos de ella corriendo como loca por la discoteca, de su persona bebiendo como barril sin fondo. Recordó a Daniel ir tras ella y llevarla al aparcamiento y luego… ella lo besó.

Si, ella lo había besado. Apretó los labios dándose cuenta de que ella había comenzado todo esto.

—Quiero hacerme responsable.

—Por favor no lo haga. — La chica ni siquiera había dormido con Thomas y ahora se había acostado con un hombre que apenas conocía. Se había vuelto loca.

—Fui la culpable de esto.

—No debí dejar que bebiera tanto.

—De todas formas, no era su responsabilidad.

—Señorita…— Antes de decir algo más su celular sonó. Daniel la miró y luego al identificador de llamadas. Respondió.

—¿Qué sucede? — La joven se sintió menos presionada cuando él apartó la vista.

—¿Qué cosa? Voy para allá. — Daniel se levantó para poder ponerse sus zapatos. La joven vio la preocupación en los ojos azules del hombre.

—¿Qué pasó? — Sam se levantó intentando buscar sus ropas.

—Lucas se cayó de la cama y parece que se lastimó el pie. — La joven se preocupó. — Debo irme, puedes tomar el desayuno y…

—Iré contigo. — Sam se visitó a la velocidad del rayo.

—No es necesario.

—Que iré contigo. Insisto. — El joven hizo una mueca y luego movió su cabeza de arriba abajo.

—Bien, vamos.

Minutos más tarde ambos entraron a la sala de emergencias para buscar a Lucas, en cuánto la enfermera le dio el número de la habitación la joven corrió directo al ala de pediatría.

Al llegar a la habitación encontró al pequeño llorando mientras dos enfermeras y el médico intentaban calmarlo.

—Lucas. — El niño la miró e intentó bajarse de la cama. Así que ella corrió hasta él para poder tomarlo entre sus brazos.

—Tranquilo cariño, ya estamos aquí.

—¡Mamiiiii! — Sollozaba. Ella pasó su mano por su cabello para calmarlo.

—¿Qué es lo que tiene?

—Tiene un esguince en su tobillo. No nos ha dejado colocarle un inmovilizador. — La joven asintió y entonces Daniel entró a la habitación.

—Señor Harrison. — Saludaron los presentes. El hombre los saludó con un leve asentimiento llegando hasta Lucas.

—¿Lucas? — El niño escondió su cara en el pecho de la joven. Ella lo miró con una especie de mueca. —¿No tienes que decirles algo al personal médico? Tu comportamiento no ha sido muy bueno el día de hoy. — Sam miró hacia al pequeño que se aferraba a ella.

—¿Lucas? Tu padre tiene razón. Sé que te encuentras asustado, pero creo quela gente aquí merece una disculpa. Una vez hecho eso, dejaras que te coloquen el inmovilizador para que tu tobillito sane. ¿Si? — Habló ella en tono suave acariciando la espalda y el cabello del niño. Lucas asintió y lentamente se alejó de ella para mirar a la gente a su alrededor.

—Lo siento. — Dijo y se volvió a esconder. — Todos ahí sonrieron y Daniel le agradeció a la muchacha. Ella le sonrió con un leve asentimiento.

Después de eso, Lucas dejó que le colocaran el inmovilizador. Le explicaron a Daniel que tendría que tomar unos analgésicos, no mover el pie durante tres semanas y que usaría muletas. Le dejó un remedio casero paraque su pie desinflamara con agua tibia y sal y les informó que ya podían salir.

Dejaron al pequeño en una silla de ruedas que Sam llevó hasta el auto mientras Daniel cargaba con las muletas. A simple vista lucían como una familia. Las personas ahí murmuraban lo tiernos que se miraban. Sam no notó ninguno de estos comentarios, pero Daniel y su hijo sí.

Los tres se subieron al auto y Lucas no se separó en ningún momento de ella.

Sam debía admitir que se sintió aliviada de que a Lucas no le pasó algo demasiado grave y que, además, ya se sentía mejor. Claro un esguince era un trauma ligero, era molesto cargar con algo como las muletas y el inmovilizador, especialmente en una edad donde los niños se mueven mucho.

Pronto, Lucas se quedó dormido en sus piernas. Ella imitó los movimientos que su madre hacía con ella cuando estaba pequeña. Acariciaba con suavidad su rostro y cabello.

—Es increíble lo obediente que es contigo. — Comentó Daniel. Ella lo miró sorprendida.

—¿No le obedece a usted?

—Suele ser muy rebelde conmigo. Intento ponerle un alto cuando lo necesita, pero es como si yo fuera solo una pared para él.

—¿Siempre fue así?

—No, comenzó luego de que su madre falleciera. — Sam suspiró.

—Creo que es comprensible. Cuando perdí a mis padres no fui la misma tampoco. — Miró de nuevo al pequeño. —Es bueno que tenga un terapeuta. Pero usted también tiene que intentar hablar con él. Pasar tiempo con él, hacer actividades diversas. — Lo miró y entonces en ese momento notó la gran atención que le daba el ojiazul. Se sonrojó de inmediato.

—¿Por qué no me ayudas?

—Solo decía.

—Escuche señorita Jones, yo en verdad quiero que usted reconsidere mi propuesta. Ya sabe, parece que nos volvimos más cercanos, me besó, dormimos juntos y…

—Basta— La joven sintió un poco de remordimiento. Había hecho algo que no tenía perdón. Incluso ella sabía que el matrimonio no era algo que tomarse a la ligera. Además, el trato solo era para un año. El niño le agradaba, y solo debía fingir.

—Bien, voy a reconsiderar el trato.

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