El ataque de tos interrumpió el momento, y durante un largo segundo Leo se preguntó si era porque Angélica también sentía todos aquellos dragones eufóricos que estaba sintiendo él. Era difícil de explicar, pero había algo en ella que había causado un total terremoto en su vida, tragándose muchos de sus pensamientos más superficiales y haciéndolo darse de tope contra una realidad que solo la experiencia podía darle.Había algo que no podía negar, y era que Angélica era una mujer hermosa, como tampoco podía negar que le sacaba casi una década en edad y que a veces se sentía como un niño majadero cuando estaba con ella.Pero aunque realmente era atractiva, no era solo eso lo que hacía que Leo quisiera dar vueltas a su alrededor como si fuera una pequeña mosca. ¿Era posible que la experiencia pudiera seducir? ¿Era posible que aquella madurez fuera exactamente lo que lo estaba conquistando?No fue capaz de responder solo en aquel momento, pero definitivamente le molestó tener que despedirs
Gianni no puedo evitar sonreír de oreja a oreja porque exactamente como otros alumnos, él tenía también una familia grande para ir a apoyarlo, o algo bastante parecido a eso.Apenas el acto de inicio de curso terminó, se apresuró al llegar con su madre y miró a nosotros como si no pudiera creerlo.—¿Qué hacen aquí? —preguntó con sorpresa. Leo pasó un brazo sobre sus hombros y lo zarandeó un poco.—¿Y dónde más íbamos a estar? —le respondió—. Este es un día importante para ti, por supuesto que queríamos acompañarte y salir en las fotos para el recuerdo. ¿Qué te parece si vamos a celebrarlo? ¡Me está pareciendo que te mereces un regalo por el inicio del curso!—¿Puedo pedir lo que quiera? —preguntó el chico enarcando una ceja y Angélica le torció los ojos.—¡Gianni!—¡Ya, ya, mamá gallina, no seas aguafiestas! —rio Leo—. ¡A ver, mocoso, tú pide lo que quieras!—¿Puedo conducir el Bugatti?Leo le sonrío de oreja a oreja y le revolvió el cabello.—¡No! —le respondió y luego lo empujó h
No lo estaba afectando. ¡No, no! ¡Aquello definitivamente no lo estaba afectando! Y el sendero que marcó en el césped de la entrada de un lado a otro esperando a que Angélica se dignara a regresar tampoco era signo de que algo lo había molestado.Sin embargo una parte de él respiró por fin con alivio cuando vio su pequeño auto entrar al estacionamiento privado del hotel.—¿Cómo fue todo? —preguntó apresurado abriéndole la puerta del auto, mientras Angélica lo miraba aturdida por tanta prisa—. ¿Estás bien?—Sí, claro que sí. Te dije que iba a conseguir ese permiso y…—¡No, no, ángel, no te hablo del permiso! ¿Ese tipo te estuvo molestando? ¿Se puso impertinente? ¿Te pidió algo a cambio del permiso? Quiere una cita contigo a cambio del permiso ¿verdad? —la interrogó él caminando a su lado sin dejar de mirarla.—A ver, a ver, Leo. Por supuesto que Tony no se puso en pertinente y mucho menos me estuvo molestando… —replicó Angélica.—¡No se llama Tony, se llama Antonio, Antonio lo que le s
Gianni no entendía nada, se suponía que los adultos eran un poquito más inteligentes, más maduros, o más algo que él no llegaba a comprender todavía, pero por lo cual aparentemente tenían derecho a decirle qué hacer. Sin embargo justo a su lado en el asiento del conductor tenía la prueba viva de que cuando él tuviera nueve años más, probablemente seguiría siendo un loquito incomprendido.—¿Me quieres explicar esto? —preguntó mirándolo de arriba abajo y negando con cierta condescendencia—. ¿Te pusiste oler marcadores o eres un desquiciado natural y yo soy el único que se ha dado cuenta?Leo arrugó el ceño pensando exactamente en qué contestarle, porque lo último que podía decirle era que estaba celoso de que su madre estuviera saliendo con alguien más.—Vamos a dejar algo claro. Todos estamos pasando por momentos muy estresantes ahora mismo. Literalmente nuestras vidas dependen del hotel y de que todo el maldito proyecto salga bien — suspiró Leo con dramatismo—. ¿Te imaginas lo que p
Durante un larguísimo segundo Leo se quedó mirándola aturdido.—Ángel ¿qué es lo que está pasando?—¡Gianni, súbete al auto! —le gritó Angélica a su hijo por encima del hombro de Leo.—¡Ángel! ¿qué…?—¡Súbete al auto! —gritó de nuevo la mujer mientras intentaba alejarse de ellos.Gianni no entendía nada pero se metió de inmediato en el Bugatti mientras Angélica se apresuraba hacia la acera de la calle más cercana y Leo corría tras ella.—¡Por Dios ¿puedes decirme…?!—¡Por una vez en tu vida obedece y váyanse de aquí…! —le gritó ella exasperada porque él seguía persiguiéndola.El corazón le latía en el pecho con tanta fuerza que creía que se le iba a salir y su frustración ni siquiera le permitió ver lo que venía.Dos pasos de la acera a la calle y unas luces que encandilaron todo su costado derecho justo antes de sentir aquel impacto contra su cuerpo. De frente fue sólido y doloroso pero su espalda no tocó el suelo sino que cayó sobre otra persona. El sonido estridente del claxon de a
Angélica habría podido poner los ojos en blanco, pero lo cierto era que sentía como si el corazón se le fuera a salir del pecho por todo el miedo que estaba acumulando. Ver a Leo tirado en medio de una calle, herido por su culpa, era uno de los peores sentimientos que había experimentado en su vida, así que si él estaba dispuesto a echarlo a broma y chantajearla durante unos meses, no iba a ser ella la que le quitará la ilusión.—Supongo que ya lo resolveremos, puedo ir a hacerte de cenar todos los días —le dijo acariciando esa mano que tenía entre las suyas y de repente levantó una ceja desafiante—. Piensa que pudo haber sido peor, si te hubieras roto un brazo incluso habría tenido que bañarte. ¿Te imaginas?Leo abrió mucho los ojos y de inmediato increpó a la doctora.—Oiga, ¿me repite las radiografías o algo? ¡Que tengo un hombro que me está doliendo mucho! —exclamó y Angélica dejó ir una risa suave.—No te busques más dolores, niño, que con los que tienes ya es más que suficiente.
De ninguna forma era fácil explicar aquello. Angélica sentía que solo con mencionar el tema, el miedo volvía a ella.—Leo, este no... Este no es el mejor momento para hablar de estas cosas. Quizás en otro...—Sí entiendes que no voy a desistir, ¿verdad? —le advirtió él—. Viste a una persona anoche en el estacionamiento que terminó con nosotros en un hospital, y cabe decir que en el mejor de los casos, porque si yo no hubiera estado allí, Dios sabe qué te habría pasado.—¡Es que para empezar no tenías por qué haber estado allí! —lo regañó Angélica—. ¡Y menos llevando a Gianni, Leo! ¿Qué tenías en la cabeza para hacer algo como eso?Y por una vez, solo por aquella vez, Leo fue mucho más maduro que ella como para entender que era algo de lo que le costaba hablar.—No me importa cuánto me regañes. Yo sé que lo que hice estuvo mal. Pero también sé que hay alguien allá afuera que te asusta lo suficiente como para haberte puesto en el camino de un camión sin que te dieras cuenta —replicó con
Vamos a decirlo de una vez por todas exactamente como era.Le gustaba.Le había gustado desde el mismo segundo en que se le había restregado llena de aquella agua apestosa.Le había gustado mientras le decía, "échate perro".Le había gustado mientras lo encaraba y lo llenaba de mosquitos en aquel maldito manglar.Le había gustado desde que se había dado cuenta de la mujer excepcional que era, y si Angélica en aquel momento lo estuviera persiguiendo con una escoba, pues le estaría gustando también.¡Eso lo decía todo!Leo se había dejado llevar por su instinto follador toda su vida, ¡y había que ver que de ese tenía mucho! Sin embargo, con Angélica era mucho más. Lo que sentía por ella era capaz de descontrolar su cuerpo en cuestión de segundos y sin que pudiera evitarlo.¡Así que no, aquello definitivamente no era el jabón!Angélica intentó levantarse aparatosamente, pero la espuma alrededor solo conseguía que se resbalara una y otra vez, así que solo seguía cayendo sobre él.—¡Ángel,