CAPÍTULO 20. Algo drástico

Angélica estaba sentada en el pequeño sofá de su casa con la vista perdida en el infinito espacio entre ella y sus chanclas. Le dolía el corazón por la situación tan vulnerable en la que se encontraba y en la que sin quererlo había puesto a su hijo. Le dolían los ojos de llorar, y le dolía la garganta de aguantarse todos aquellos gritos que tenía acorralados en el pecho.

Gianni por supuesto que no se había tomado nada bien la noticia de su despido y cuando su teléfono comenzó a sonar, Angélica rogó a Dios que no hubiera hecho otra de las suyas en represalia.

—¿Estás bien, te pasó algo? —preguntó asustada, pero por suerte la voz de su hijo salió llena de calma.

“Sí mamá, estoy bien, es solo que… este… bueno hice una tonta apuesta con uno de mis amigos y me gané un poco de dinero…”

—¿¡Quééééé…!? ¿Cómo que apostando, Gianni? ¿Cómo se te ocurre…?

—Mamá, ¿sí escuchaste la parte en la que te dije que gané?

—¡Pues ahora escucha tú la parte en la que te digo que no me importa! ¡Nunca en tu v
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