Angélica y Gianni se miraron durante un instante que pareció infinito mientras aquella hoja de papel se mantenía temblorosa entre los dos.—¿Qué quieres decir? ¿Cómo que “bienvenida al curso”? ¿Cómo que “uniforme”, mamá, si nosotros no pagamos la colegiatura y ya el plazo venció? —le preguntó su hijo.Angélica negó encogiéndose de hombros porque ella tampoco lo entendía.—No lo sé, Gianni, pero supongo que averiguar será cuestión solo de un momento —le respondió intentando mantener la calma.Alcanzó su celular sobre la barra de la cocina y marcó el número que estaba a pie de página en la carta de bienvenida.—Buenos días. Disculpe ¿me estoy comunicando con la señora Irela Briseio? —preguntó leyendo el nombre que aparecía como referencia.“Sí, soy yo. ¿Con quién tengo el gusto?”—Mire, yo soy la madre de uno de sus… bueno, de sus estudiantes, y acabo de recibir su carta solicitando los útiles y el uniforme para el nuevo curso —murmuró con el corazón encogido.“¡Ah, sí! Siempre la manda
Angélica no podía evitar que la desconfianza se le nota a flor de piel, pero Leo realmente tenía cara de cachorro arrepentido y ella terminó aceptando aquella mano y tratando de ignorar el escalofrío que la recorría.—Está bien… Está bien, vamos a hablar y luego decidiré qué es lo que quiero hacer, pero espero que quede claro desde ahora que las colegiaturas de Gianni las tomaré como un préstamo.—No tienes que devolverme las ni…—Esa es mi decisión —replicó Angélica—. ¿La tomas o la dejas?Leo suspiró con resignación y asintió mientras le acariciaba el dorso de la mano con el pulgar.—Está bien, ángel, la acepto, pero solo porque no me das otra opción —cedió por fin y ella se soltó de su agarre para ir a buscar su bolso.Bajaron al estacionamiento y se subieron al dichoso Bugatti antes de recorrer media ciudad para salir a una carretera que bordeaba la costa. Angélica sabía que aquellas playas eran las más hermosas de la costa italiana, pero también sabía que casi todas eran privad
Leo y Aurelio la miraban como si ella se hubiera vuelto completamente loca, pero la seguridad de Angélica y la emoción con la que hablaba era casi contagiosa.—A ver… ángel… no es por no creerte, pero ¿cómo puedes decir que un hotelito de este tamaño es mejor que la cadena entera que tiene mi padre?Angélica levantó los dedos índices como señal de que se esperaran un momento y salió al pasillo apurada, localizó un carrito de servicio y sacó una botella de espray antes de correr de nuevo a la habitación. Vació la botella en el lavabo y le enjuagó bien para luego llenarla de agua limpia.—¡Oooooh! ¡Esto me va a producir definitivamente mucho placer! —exclamó y no supo por qué, pero solo con escuchar aquella última palabra Leo ronroneó por lo bajo—. Vamos, siéntense, tú aquí y tú allá —les dijo señalando el sofá mientras se sentaba frente a ellos en la mesita del té.—Si le miras las piernas, te mato —susurró Leo entre dientes Aurelio.—No te preocupes, yo ya me mato solo y no es por el
A primera vista podía sonar como una locura, en especial porque aquello significaba que Leo se descapitalizaría completamente, y si lo que esperaban para el hotel no funcionaba, entonces eso significaba que además de quedar en quiebra se quedaría sin un euro.Sin embargo el rostro de Angélica era absolutamente confiado.—Sí vale la pena, todo lo que se haga por progresar vale la pena —le aseguró y Leo fue el primero en levantar su copa para brindar.—¡Entonces está decidido! ¡Muchachos, parece que tenemos un hotel que levantar así que creo que nadie va a dormir mucho en los meses que siguen! —exclamó emocionado y los tres brindaron y bebieron, hasta que Aurelio se decidió a hacer la pregunta del millón—Angélica, ¿qué tan posible sería que nos rodeáramos de personas extremadamente eficientes así como tú? Quiero decir… valientes y decididas… como… solo por mencionar una idea ¿no? Así como tu amiga.—¿Conociste a Greta? —preguntó Angélica intentando ahogar la risa.—Estoy perdidamente e
El ataque de tos interrumpió el momento, y durante un largo segundo Leo se preguntó si era porque Angélica también sentía todos aquellos dragones eufóricos que estaba sintiendo él. Era difícil de explicar, pero había algo en ella que había causado un total terremoto en su vida, tragándose muchos de sus pensamientos más superficiales y haciéndolo darse de tope contra una realidad que solo la experiencia podía darle.Había algo que no podía negar, y era que Angélica era una mujer hermosa, como tampoco podía negar que le sacaba casi una década en edad y que a veces se sentía como un niño majadero cuando estaba con ella.Pero aunque realmente era atractiva, no era solo eso lo que hacía que Leo quisiera dar vueltas a su alrededor como si fuera una pequeña mosca. ¿Era posible que la experiencia pudiera seducir? ¿Era posible que aquella madurez fuera exactamente lo que lo estaba conquistando?No fue capaz de responder solo en aquel momento, pero definitivamente le molestó tener que despedirs
Gianni no puedo evitar sonreír de oreja a oreja porque exactamente como otros alumnos, él tenía también una familia grande para ir a apoyarlo, o algo bastante parecido a eso.Apenas el acto de inicio de curso terminó, se apresuró al llegar con su madre y miró a nosotros como si no pudiera creerlo.—¿Qué hacen aquí? —preguntó con sorpresa. Leo pasó un brazo sobre sus hombros y lo zarandeó un poco.—¿Y dónde más íbamos a estar? —le respondió—. Este es un día importante para ti, por supuesto que queríamos acompañarte y salir en las fotos para el recuerdo. ¿Qué te parece si vamos a celebrarlo? ¡Me está pareciendo que te mereces un regalo por el inicio del curso!—¿Puedo pedir lo que quiera? —preguntó el chico enarcando una ceja y Angélica le torció los ojos.—¡Gianni!—¡Ya, ya, mamá gallina, no seas aguafiestas! —rio Leo—. ¡A ver, mocoso, tú pide lo que quieras!—¿Puedo conducir el Bugatti?Leo le sonrío de oreja a oreja y le revolvió el cabello.—¡No! —le respondió y luego lo empujó h
No lo estaba afectando. ¡No, no! ¡Aquello definitivamente no lo estaba afectando! Y el sendero que marcó en el césped de la entrada de un lado a otro esperando a que Angélica se dignara a regresar tampoco era signo de que algo lo había molestado.Sin embargo una parte de él respiró por fin con alivio cuando vio su pequeño auto entrar al estacionamiento privado del hotel.—¿Cómo fue todo? —preguntó apresurado abriéndole la puerta del auto, mientras Angélica lo miraba aturdida por tanta prisa—. ¿Estás bien?—Sí, claro que sí. Te dije que iba a conseguir ese permiso y…—¡No, no, ángel, no te hablo del permiso! ¿Ese tipo te estuvo molestando? ¿Se puso impertinente? ¿Te pidió algo a cambio del permiso? Quiere una cita contigo a cambio del permiso ¿verdad? —la interrogó él caminando a su lado sin dejar de mirarla.—A ver, a ver, Leo. Por supuesto que Tony no se puso en pertinente y mucho menos me estuvo molestando… —replicó Angélica.—¡No se llama Tony, se llama Antonio, Antonio lo que le s
Gianni no entendía nada, se suponía que los adultos eran un poquito más inteligentes, más maduros, o más algo que él no llegaba a comprender todavía, pero por lo cual aparentemente tenían derecho a decirle qué hacer. Sin embargo justo a su lado en el asiento del conductor tenía la prueba viva de que cuando él tuviera nueve años más, probablemente seguiría siendo un loquito incomprendido.—¿Me quieres explicar esto? —preguntó mirándolo de arriba abajo y negando con cierta condescendencia—. ¿Te pusiste oler marcadores o eres un desquiciado natural y yo soy el único que se ha dado cuenta?Leo arrugó el ceño pensando exactamente en qué contestarle, porque lo último que podía decirle era que estaba celoso de que su madre estuviera saliendo con alguien más.—Vamos a dejar algo claro. Todos estamos pasando por momentos muy estresantes ahora mismo. Literalmente nuestras vidas dependen del hotel y de que todo el maldito proyecto salga bien — suspiró Leo con dramatismo—. ¿Te imaginas lo que p