Daisy no quería hacerle frente, pero si Fernando insistía, ya no iba a aguantar más. ¿Por qué seguir aguantando? Sin pensarlo, levantó su pie derecho y lo dirigió con precisión a su punto más vulnerable, pateando con fuerza.Fernando, alerta, reaccionó rápidamente y atrapó su pie en el aire, evitando el golpe.—Daisy, no importa si lo haces para retroceder o para atraparme, mejor detente antes de que sea tarde —dijo con tono calmado, pero con una chispa de advertencia en su voz.Daisy dejó escapar una risa fría.—¿Ah, sí? Fernando, tener confianza está bien, pero no te excedas. No eres el dinero, nadie va a quererte toda la vida.Fernando la miró fijamente, su mirada oscura penetrando su ser, y no dijo una palabra durante unos largos cinco segundos. Finalmente, rompió el silencio.—Entonces, dime, ¿cuánto quieres por tener un hijo mío?Daisy lo miró con dureza, su mano se levantó para sujetar el cuello de su camisón, acercándose peligrosamente.—¿De verdad quieres que tenga un hijo tuy
La frustración que sentía no la dejaba tranquila, así que se fue a caminar entre las plantas, esperando calmarse un poco.Se sentó en una banca del jardín, dejando pasar el tiempo hasta que finalmente sintió que su ánimo mejoraba. Aunque no quería regresar a la habitación, sabía que debía hacerlo. No quería incomodar a la abuela María, quien apenas había vuelto hoy y seguramente necesitaba una noche de paz.Cuando llegó a la puerta de la habitación, se detuvo y respiró hondo. La idea de compartir el espacio con Fernando le resultaba insoportable. Finalmente, después de varios intentos de armarse de valor, abrió la puerta.Apenas cruzó el umbral, escuchó la voz de Fernando hablando por teléfono en el balcón. Daisy intentó no prestarle atención, pero el volumen de la llamada, probablemente en altavoz, hacía imposible ignorarla.—Fer, desde anoche no contestas mis llamadas. Pensé que estarías muy ocupado con el trabajo… pero Blanca me llamó hace un rato y me dijo que señora La Torre ha vu
El tono serio de Daisy pareció alarmar a María, quien inmediatamente se llevó una mano al pecho, fingiendo un malestar repentino.—Ay, creo que anoche no descansé bien… me duele el pecho. Blanca, ayúdame a ir a mi cuarto.—Voy, abuela —respondió Blanca, levantándose apresurada.—Abuela… —Daisy no les dio la oportunidad de seguir con el teatro—. Sé que ya te imaginas lo que vengo a decir.Fernando, al comprender lo que ella estaba por hacer, la sujetó del brazo con fuerza.—¿Ya olvidaste lo que te dije?Daisy lo miró de reojo y, con un movimiento decidido, soltó su brazo de su agarre y volvió a dirigir la mirada hacia María.—Abuela, obligar algo que no tiene futuro no hará que funcione, y Fernando y yo… jamás hemos estado destinados a crecer en la misma rama.—Daisy… —María se acercó a ella, tomándole las manos con ternura—. Sé que este tonto ha cometido muchos errores y te ha lastimado, pero te pido, aunque sea una última vez, que le des otra oportunidad.—Sí, Daisy, Fernando ha cambi
Daisy sintió que el corazón se le oprimía de emoción y tristeza.—Gracias. Prometo que también las recordaré siempre.Cuando Daisy y Fernando desaparecieron en la distancia, Blanca miró a su abuela con reproche.—Abuela, ¿por qué permitió que Daisy y mi hermano se divorciaran? ¡Usted y yo acordamos ayudarles a arreglar las cosas!María suspiró.—Daisy ya cambió, querida. Está claro que ha perdido toda esperanza en Fernando.—¿Y aún así la dejó ir? —preguntó Blanca con incredulidad—. ¿No se da cuenta de que, si ahora se va, puede que nunca regrese? Si llega a enamorarse de otro hombre, ¿cómo va a encontrar una nuera tan buena como ella? ¡Y yo… yo nunca tendré una cuñada mejor que Daisy! —Las lágrimas amenazaban con salir de nuevo.María le dio un leve golpecito en la frente.—Ay, Blanca… ¿solo te has dado cuenta del cambio en Daisy? ¿No viste que tu hermano también está diferente?—¿Él? ¡Para nada! —Blanca resopló—. Sigue siendo el mismo de siempre: insensible, frío y egoísta. Abuela, s
Fernando volteó la cabeza y miró a Daisy. En sus ojos profundos como el mar se reflejaba una complejidad que nadie podría descifrar.Al ver su reacción, Daisy pensó que él diría algo más; sin embargo, no sucedió.Tomó la pluma y, con un gesto decidido, estampó su firma con trazos enérgicos.Luego vinieron la revisión, el sello… ¡y listo!En el instante en que le entregaron el acta de divorcio, Daisy sintió una liberación.Sí, una liberación total.Su matrimonio con Fernando había sido como una jaula.Una jaula que ella misma se había construido y en la que permaneció encerrada por tres años completos.Una tontería de ese calibre, se prometió a sí misma, solo la cometería una vez en la vida.Al salir de la oficina del registro civil, Daisy detuvo un taxi al instante.Fernando lo notó y de un empujón cerró la puerta que ella había abierto.Daisy pensó que una vez más él iba a pedirle que se disculpara con Frigg, pero lo que Fernando dijo fue:—¿En serio no fuiste tú quien envenenó?Daisy
Fernando se masajeó la sien, con intención de colgar.Como si adivinara lo que él haría, Eliot se apresuró a decir:—No logré dar con nada, pero hay alguien que sí podría hacerlo.—…¿Quién?—Ejem… —Eliot carraspeó, imponiendo condiciones—. Primero dime qué relación tienes con ese tal Enzo Domingo.Mientras menos hables, más curiosidad me da. Ayer pasé la noche en vela pensando en eso, y hoy no voy a quedarme con la duda.—¿Por qué mejor no le llamo a tu "prometida de la infancia" —esa que anda preguntando por ti a todo el mundo— para contarle en dónde estás? Así se deja de preocupar, ¿no crees?—¡Cállate! —soltó Eliot, con un deje de resentimiento—. Fernando, haber sido tu hermano de toda la vida es el peor error que cometí. Con alguien tan desalmado como tú, incluso la tal La Torre, si se casó por dinero, la pobre salió perdiendo.Al escuchar que mencionaba a Daisy, algo en el interior de Fernando se estremeció de fastidio.—¡Basta de tonterías!—¡Ok, ok! No te enojes. Sabes que no su
Daisy regresó a Villa Bosque pensando que Enzo la regañaría un buen rato; sin embargo, él simplemente comentó:—En comparación con hace tres años, tu resistencia al alcohol ha empeorado bastante.—… —Efectivamente, tenía razón.—Mira esas ojeras tuyas: hasta un oso panda se quedaría corto. Anda, ve a descansar. Yo prepararé un caldo para ti.Daisy sonrió desde lo más profundo de su corazón.—¡De acuerdo!Subió a la planta alta y se dejó caer en la cama, contemplando el techo. Estuvo así, con la mente en blanco, por unos minutos, hasta que sacó el teléfono.La noche anterior no había pegado ojo, así que aprovechó todo el camino de regreso para recuperar un poco de sueño.En ese momento, al revisar el celular, se dio cuenta de que había una solicitud de amistad en una cuenta de redes sociales que apenas conocían unas cuantas personas. Al ver quién la había enviado, no pudo evitar sorprenderse:—¿Fernando Suárez?«¿Cómo se enteró de esta cuenta?», pensó.Por un instante, su corazón dio un
Fuera cual fuera la razón por la que él le había pasado su contacto a Fernando, la había provocado, y por eso tenía que atenerse a las consecuencias.***Mientras tanto, Fernando estaba por llamar a Eliot, pero él se le adelantó con su llamada.—Fernando Suárez, ¿a qué estamos jugando? ¡Te echo una mano y luego me traicionas!—¿Elena ya se enteró?—¡¿Encima lo preguntas?! —Eliot estaba furioso—. ¡Después de tantos años de amistad, uno esperaría que me cuidaras las espaldas, pero me das una puñalada por detrás!—¿De verdad crees que fui yo?—Si no fuiste tú, ¿entonces quién…? —Eliot se detuvo un segundo—. Maldición, ¿no me digas que fue esa tal "T"? ¿Acaso dijiste algo que no debías y ella, toda furiosa, la ha agarrado contra mí?Fernando frunció el ceño.—Dime, ¿cuánto suele cobrar ella normalmente?—Entre 100 mil y 5 millones, depende del caso. ¿Qué, no estarás diciendo que te pareció demasiado caro y le soltaste algo hiriente, verdad?—…«De 100 mil a 5 millones, pero conmigo resulta