Capítulo 32
Fernando se masajeó la sien, con intención de colgar.

Como si adivinara lo que él haría, Eliot se apresuró a decir:

—No logré dar con nada, pero hay alguien que sí podría hacerlo.

—…¿Quién?

—Ejem… —Eliot carraspeó, imponiendo condiciones—. Primero dime qué relación tienes con ese tal Enzo Domingo.

Mientras menos hables, más curiosidad me da. Ayer pasé la noche en vela pensando en eso, y hoy no voy a quedarme con la duda.

—¿Por qué mejor no le llamo a tu "prometida de la infancia" —esa que anda preguntando por ti a todo el mundo— para contarle en dónde estás? Así se deja de preocupar, ¿no crees?

—¡Cállate! —soltó Eliot, con un deje de resentimiento—. Fernando, haber sido tu hermano de toda la vida es el peor error que cometí. Con alguien tan desalmado como tú, incluso la tal La Torre, si se casó por dinero, la pobre salió perdiendo.

Al escuchar que mencionaba a Daisy, algo en el interior de Fernando se estremeció de fastidio.

—¡Basta de tonterías!

—¡Ok, ok! No te enojes. Sabes que no su
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