Capítulo 29
El tono serio de Daisy pareció alarmar a María, quien inmediatamente se llevó una mano al pecho, fingiendo un malestar repentino.

—Ay, creo que anoche no descansé bien… me duele el pecho. Blanca, ayúdame a ir a mi cuarto.

—Voy, abuela —respondió Blanca, levantándose apresurada.

—Abuela… —Daisy no les dio la oportunidad de seguir con el teatro—. Sé que ya te imaginas lo que vengo a decir.

Fernando, al comprender lo que ella estaba por hacer, la sujetó del brazo con fuerza.

—¿Ya olvidaste lo que te dije?

Daisy lo miró de reojo y, con un movimiento decidido, soltó su brazo de su agarre y volvió a dirigir la mirada hacia María.

—Abuela, obligar algo que no tiene futuro no hará que funcione, y Fernando y yo… jamás hemos estado destinados a crecer en la misma rama.

—Daisy… —María se acercó a ella, tomándole las manos con ternura—. Sé que este tonto ha cometido muchos errores y te ha lastimado, pero te pido, aunque sea una última vez, que le des otra oportunidad.

—Sí, Daisy, Fernando ha cambi
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