Días después. —¡ Estás hermosa amiga mia!— dice Dayana mientras me miro al espejo. Julián y yo nos casaremos hoy. Aún no puedo creer que seré su esposa de nuevo. Me encuentro de pie frente al espejo de cuerpo entero, observando mi reflejo con una mezcla de emoción y nerviosismo. El vestido de novia que elegí es exquisito, realza mi silueta de un modo elegante y sofisticado. Mientras deslizo mis manos por la tela, siento que mi corazón late con fuerza. Este no es solo un vestido, es el símbolo de un nuevo comienzo, de una promesa que estoy a punto de hacer frente al hombre que amo. Dayana, cómo mi mejor amiga es además mi dama de honor, ella se acerca a mí con una sonrisa radiante.—Laura, te ves increíble. Julián va a quedarse sin aliento cuando te vea—dice, colocando suavemente una delicada tiara de flores sobre mi cabeza. Siento que los ojos se me llenan de lágrimas de felicidad. Después de todo lo que hemos pasado, de los obstáculos que hemos sorteado, ha llegado el momento
Abrí mis ojos con dificultad, luchando por enfocar mi visión borrosa. Escuchaba ruidos y murmullos a mi alrededor.—Ha despertado —escuche decir a alguien. «¿Dónde estoy? » Me pregunté aún aturdida por la situación. El penetrante olor a medicinas me hace darme cuenta de que me encuentro en un hospital. Un intenso dolor palpita en mi cabeza, y cuando intenté tocar mi rostro, una enfermera rápidamente me detiene, advirtiendome que el médico vendría pronto a explicarme sobre mi estado. Volteé hacia el otro lado de la cama y me encontré con las miradas apesadumbradas de Andrés y Luciano, mis hermanos, quienes me observan con lágrimas en sus ojos y rostros llenos de esperanza al verme despierta. Muchas preguntas empiezan a darme vueltas en mi cabeza ¿Por qué llevo vendajes en la cabeza? ¿Por qué cada respiración me resulta tan dolorosa? No recuerdo nada, solo un destello de luz cegadora mientras estaba en el auto, seguido de gritos y un vacío en mi memoria. Oigo sirenas de ambulancia y
Días después. « Es mi última palabra Laura, ya deben estar por llegar tus hermanos, por favor no cometas la desfachatez de oponerte» fueron las últimas palabras de papá al teléfono. Cuelga y le entrego el teléfono muy consternada a la enfermera que me mira con pesar. Mi mirada se cristalizó al darme cuenta de que mi vida está por cambiar. Miro a la enfermera con gesto aterrado , pero ella no puede ayudarme. Ni ella ni nadie. Entonces la puerta se abre y entran mis dos hermanos. Sus rostros lucen antipáticos. Como si ahora se hubieran convencido de mi culpabilidad. —Sabemos que fuiste tú, no puedes negarlo— dijo uno de ellos mientras me mira con desdén. Hago una negación. —Son mis hermanos… mis hermanos, tienen que creer en mí. Ustedes no pueden creerme una asesina—Los miro perpleja. Entonces la enfermera se muestra afectada y corre fuera de la habitación. —¡ Soy inocente!—digo confundida. Mi voz tiembla notablemente. —Vístete Laura. Hoy es tu boda, tu prometido te espera—dice mi h
Respiro hondo y miro al piso avergonzada luego del desaire de mi esposo . Entonces ruego con todas mis fuerzas que mis hermanos se compadezcan de mí y vengan en mi rescate. Miro hasta donde están tratando de persuadirlos con mi mirada y parecen más pendientes de sus telefonos que de mí. Ni siquiera papá estuvo presente y eso estruja mi corazón. Seguramente no fue capaz de presenciar un espectáculo tan ruin. Julián se aparta de mi y vuelve a su teléfono. Parece discutir con alguien o tal vez solo está muy estresado con todo esto. —Felicidades señora Laura —Empiezan a acercarse los invitados cuando él se aleja, parecen temer acercarsele. Claro, su gesto agrio asusta a cualquiera. La abuela Leonor también se acerca. —Cariño… ¡Estás preciosa!—dice con mirada cristalizada y una sonrisa muy afectuosa. —Gracias abuela Leonor, usted es muy amable. Se lo agradezco—digo mientras ella toma mi mano y le da un leve apretón manifestándome todo su apoyo. —No confundas amabilidad con sinceridad
Quería contarle lo que acababa de recordar, pero estaba muy confundida y no quería apresurarme, así que respiré hondo y me contuve.—Abuela Leonor, por favor, no hagas caso de nada de esto. No quiero que te afecte demasiado. Por favor— Le pido con semblante asustado por ese mal recuerdo y además por su bienestar. —Hija mía, no te inquietes por mi. Yo estaré bien, si tú lo estás, no deseo que te sientas humillada por culpa de estos dos desconsiderados, es eso lo que me aflige—sonrio conmovida con su cariño. —Pues, entonces te digo que estoy bien, no pienso dejarme afectar pues sabía que esto pasaria. Mirame, soy fuerte—Sonrio fingido pues no quiero perturbarla con mis tristezas e inquietudes. No luce muy bien. —Bueno, te creeré, juntas vamos a lograrlo, ya verás como pronto ese malcriado te amará como loco eh, y la oportunista de Lucrecia tendrá que quitarse del medio, ahora, vayamos a casa— Ella pide al chófer que espere un momento para llevarnos a la mansión. Enseguida me mira
—Abuela, no puedes pedirme algo tan absurdo, es descabellado—digo enseguida levantándome. Ante su mirada desconcertada rectifico mi respuesta. —Lo siento abuela, es que yo … es que Julián y yo… eh, no, es imposible , no se cómo esperas que algo así suceda—digo dándole la espalda y mirando mi figura pálida en el espejo. Volteo a mirarla de nuevo. Ella me mira con ojos apacibles. —¿ Por qué crees que es absurdo? Son esposos , Laura. Cómo todo esposo y esposa tendrán su noche de bodas y… —siento como mi piel se calienta nada más de oírla decir aquello. —No abuela… no cuentas con que Julián me odia. ¿ Cómo va a hacerme el amor si siente repulsión, odio cada vez que me mira? —Ah, te referías a eso. Ven, siéntate. No estés predispuesta. Ante todo eres su esposa y él tendrá que cumplir con su deber de esposo. Mírate, eres tan hermosa. No podrá resistirse a tus encantos. —Pero estoy fea abuela. Mira mi cara. Cuando me besó en la iglesia limpió sus labios. Sentí morir ante tal muestra de a
Después de tanto pensar en que debería hacer vuelvo a la cama, Julián está profundamente dormido. Aprovecho de admirar su anatomía tan fuerte y atrayente, sus labios , su frente, su nariz , tomo una de sus manos tibias y suspiro tras lo cual sonrio triste al no tener su amor. Lloro un poco hasta que me duermo. Abro los ojos confundida al otro día. No se si estoy teniendo una pesadilla , oigo gritos que parecen lejanos y finalmente termino de abrir mis ojos para darme cuenta de que no es una pesadilla. Es Julian que ha sacado mi sabana y me grita que salga de su cama. Me incorporo mientras aturdida trato de asimilar que le pasa. —Dios mío, esto no me puede estar pasando … ¿ Que fue lo que hice? —menciona con gesto aturdido y llevando sus manos a su cabeza. Muerdo mi labio avergonzada. Creerá que soy una aprovechada. —Julian, cálmate, no es lo que tú piensas, yo …—Voltea a mirarme con cara de pocos amigos. Lo miro aterrada pues ya no se de lo que es capaz. —¿Qué esperas? ¡Maldición.
—No serás capaz Laura de tomarte esa pastilla. No puedes hacerlo. — No quería abuela. Pero prefiero eso a tener un hijo no amado. No sería justo para ese niño. No puedo convencerlo de mi inocencia y seguro se asegurará de que la tome. No es estúpido —digo levantándome. El gesto de la abuela es serio. De pronto ha palidecido. Entonces tras respirar hondo vuelve a sonreír. —Mi nieto es un hueso duro de roer. Bien, tómala. No insistiré en que no lo hagas. Ahora, voy a mi alcoba, me duele la cabeza—dice y se levanta. Se marcha y yo decido darme un baño y luego salir a caminar. Quiero despejar mi mente y de seguro a Julián no le importará que no esté. No notará si desaparezco, estoy segura. Voy a darme un baño y luego salgo envuelta en una toalla para cambiarme. Pero Julián ha entrado a la habitación. Me mira un instante. Enseguida intento ignorar que está aquí y busco una ropa adecuada para salir. Sin importar que esté presente comienzo a vestirme. Me coloco mi ropa interior mientras é