La boda.

Días después.

« Es mi última palabra Laura, ya deben estar por llegar tus hermanos, por favor no cometas la desfachatez de oponerte» fueron las últimas palabras de papá al teléfono. Cuelga y le entrego el teléfono muy consternada a la enfermera que me mira con pesar. Mi mirada se cristalizó al darme cuenta de que mi vida está por cambiar. Miro a la enfermera con gesto aterrado , pero ella no puede ayudarme. Ni ella ni nadie. Entonces la puerta se abre y entran mis dos hermanos. Sus rostros lucen antipáticos. Como si ahora se hubieran convencido de mi culpabilidad.

—Sabemos que fuiste tú, no puedes negarlo— dijo uno de ellos mientras me mira con desdén. Hago una negación.

—Son mis hermanos… mis hermanos, tienen que creer en mí. Ustedes no pueden creerme una asesina—Los miro perpleja. Entonces la enfermera se muestra afectada y corre fuera de la habitación. —¡ Soy inocente!—digo confundida. Mi voz tiembla notablemente.

—Vístete Laura. Hoy es tu boda, tu prometido te espera—dice mi hermano mayor con voz autoritaria. No sé si todavía quiera casarme con Julián después de todo lo que dijo la otra vez y de cómo me golpeó. Pero tampoco deseo ir a la cárcel.

—Pero no he sido dada de alta , no pueden obligarme a ir…—De todos modos busco una excusa desesperada. Miro a Andrés con súplica. Siempre fue más maduro que Luciano pese a ser el menor, tal vez consiga que se ponga de mi lado.

—Laura, yo…—No consigue argumentos y lo entiendo, que tenga miedo es natural, Julián tiene muchísimo poder. Es obvio que ha sido manipulado. Los tiene en sus manos , seguramente pagó sus deudas sino también ellos podrían ir a prisión. Algo de eso dijo papá una noche que vino a verme.

—¡ Basta! La decisión está tomada Laura. Cometiste un delito y tienes que pagar. Agradece que el señor Graham no te manda a prisión. Vístete ya. No tienes mucho tiempo —dice Luciano interrumpiendo y arroja una muda de ropa en la cama. Ellos salen de mi habitación y con lágrimas en los ojos me levanto con cuidado. Aún estoy débil por el accidente y mi pierna fracturada no está del todo curada. Me coloco el joggers y la franela y de pronto la puerta se abre. Es el doctor Michael. Suspiro triste ante su mirada confusa y preocupada. Michael y yo fuimos novios poco tiempo en la universidad, pero él tuvo que irse unos años y finalmente pude olvidarlo, ahora nos encontramos aquí. Se acerca rápidamente.

—¿ Qué significa esto Laura ah? No te he dado de alta. La enfermera me dijo que tus hermanos vinieron a llevarte. ¿ Por qué?

—Por favor doctor Michael. No se oponga. Es mi deber —digo poniendo una barrera entre ambos. Sigo vistiendome temblorosa mientras meto uno de mis pies en la zapatilla. Él me mira absorto. Entonces hace una negación.

—No tienes que hacerlo Laura. No amas a ese hombre —Lo miro cansada. No quiero que tenga problemas por mi culpa. Julián podría acabar con su carrera si quisiera.

—¿ Quién te dijo que no lo amo? No es tu asunto. Por favor, no trates de detenerme—camino hasta la cómoda y tomo mi bolso y sigo hasta la puerta sin mirarlo. Salgo de la habitación y enseguida mis hermanos se levantan. Pero Michael se aproxima y toma mi brazo. Me mira fijamente. Su mirada es intermitente y oculto mi cara de él. Tengo aún las cicatrices de las heridas en mi cara. Me avergüenza que me vea así.

—Puedo ayudarte. No vayas por favor. Ese hombre solo desea castigarte por un crimen que yo sé que no cometiste, Laura… —Entonces mira a mis hermanos.

—¿ Con que autorización se la llevan? Soy su médico tratante. No he autorizado que…—Pero mi hermano mayor me jala del brazo apartándome de él.

—Soy su hermano mayor. Es mejor que no se meta—Ambos me llevan casi a rastras a la salida mientras le ruego ir más despacio por el dolor en mi pierna.

—El señor Julián te espera—dice mi hermano mostrándome la limusina frente a nosotros. Entonces saco rápidamente de mi bolsa la máscara que le pedí encarecidamente a papá. Subimos al auto y no hay nadie más que el chófer. Respiro hondo y miro por la ventanilla. Michael está en la puerta. Mirando hacia acá.

—Vamonos ya, por favor —digo ante sus miradas victoriosas. Avanzamos en silencio por poco tiempo.

—Gracias a Dios la pesadilla terminó, el señor Graham pagó nuestras deudas completamente. Papá está muy contento—dice Luciano y abro mi boca impresionada. —Esto es lo mejor para la empresa, no podemos permitir que nuestro padre pierda todo— dijo después con frialdad.

—Pues si… por fin podremos dormir en paz, solo espero que aprendieras la lección y no vuelvas a disponer de los fondos sin consultar. Ya sabes que…—responde Andrés y entonces me mira.

—¿Y qué pasa conmigo? ¿No les importa lo que me están haciendo?", pregunto con voz quebrada sorprendiendo a ambos.

—No hay tiempo para tus quejas, esto es lo que debes hacer por la familia—dice Luciano , con indiferencia. Sé que el señor Graham podría meter a papá en prisión si no accedo a esto. Papá sufre del corazón y eso lo mataría. No tengo salida. Entonces los miro con decepción y dejan de hablar no por mucho tiempo pues rápidamente empiezan a planear sus próximos pasos en la empresa. Mi piel se eriza al oírlos. Una lágrima sale desapercibida por la máscara. « eso soy para ellos , la solución a sus problemas financieros, me venden sin importarles que soy su hermana» pienso triste. Entonces la cara de odio del señor Graham se dibuja en mi mente mientras las palabras de mis hermanos y sus risas llenas de satisfacción se escuchan lejanas. « ¿ Por qué si tanto me odia decide casarse conmigo? Tengo que encontrar la manera de explicarle que soy inocente» pienso que tal vez en la noche de boda, dónde estaremos solos podría escucharme. Hay algo que no he dicho, que pude recordar. Los frenos de mi auto estaban rotos. Alguien los estropeó para inculparme. Estoy segura. Solo espero que el señor Graham me quiera oír. Si logro explicarle tal vez pueda confiar en mí.

Finalmente, llegamos. Mis hermanos me ayudan a salir del automóvil y me condujeron en una silla de ruedas hacia el interior de una mansión imponente.

—Ya casi ha llegado el momento de pagar por tus actos Laura— Me susurró al oído Luciano mientras me guiaba hacia una lujosa habitación, donde debía ponerme el vestido de novia.

—No he hecho nada y lo saben… lo hacen por ustedes no por mi… —Me limito a decir.

Poco después una señora de mediana edad entra. Me mira con pena al ver mi rostro marcado. Pero se concentra en ayudarme a vestir. Poco después me miro al espejo. Mi pierna duele mucho aún, así que me acomodo con cuidado en la silla de ruedas. El vestido es muy bonito. La mujer que se presentó como Sara me hizo un peinado y trató de cubrir mis marcas con un bonito maquillaje. Entonces les avisa a mis hermanos que estoy lista. Andrés entra y bajando la mirada se limita a empujar la silla. Entonces al entrar al salón miro al señor Graham hablar por teléfono. Ni siquiera me espera en el altar. Se comporta como si esto no le importara nada. Mis hermanos caminan llevando la silla mientras no veo a nadie conocido. El lugar está abarrotado e imagino que fue la abuela Leonor quien se encargó de invitar a toda esta gente . De pronto él se percata de que estoy aquí y sigue hablando como si su llamada fuera más importante que su boda.

—Tu solo espera Laura. Debe estar tratando algo de suma importancia —dice uno de mis hermanos y se van a sentar dejándome sola en el altar. De pronto veo venir hacia mí a esa mujer. La prima del señor Graham. Lucrecia. Luce tan elegante. Tiene un cuerpo envidiable. Se mueve con gracia hasta acá mientras sus pisadas resuenan en todo el salón por sus tacones.

—Hola asesina. Vaya, Tu cara sigue mostrando que eres fea incluso maquillada, ¿ No te da vergüenza lucir tan horrible Laura?. Oh, tu futuro esposo prefiere estar lejos de ti, míralo. Claro, es qué tu familia no tiene clase como la de Britney , si se fuera a casar con ella estuviera muy feliz y no estuviera por allá al teléfono sino a su lado, porque la amaba, pero tú, marcada y en silla de ruedas, es vergonzoso para él —escupe todo ese veneno. Mi corazón se exalta y siento un nudo en mi garganta. Pero enseguida recordé las palabras de la abuela Leonor , la abuela del señor Graham y quién desde siempre me acogió con cariño. Ella entró un momento a la habitación, mientras me vestía y me pidió que tuviera paciencia, y además afirmó que no me tomara a pecho las palabras de esa mujer, a la que tarde o temprano echaría de su casa. Así que respiro hondo y miro hacia otro lado. No caeré en sus provocaciones. El señor Graham se aproxima finalmente. Mi corazón late con fuerza al verlo venir hasta acá. Empezaba a sentir algo hermoso por él , algo que no negaré que aún siento. Entonces al ponerse a mi lado se fijó sin disimular en mi cara. Pude notar que me miró con asco.

—Maldición, dije encarecidamente a los ineptos de tus hermanos que usaras máscara, ¿ Quieres avergonzarme ante todos los invitados Laura? Mira esas cicatrices. Es muy desagradable — Me ordena cubrirme con la máscara. Mi corazón se entristeció sin poder evitarlo, pero le obedezco. Debí hacerlo desde el principio. Entonces oigo la odiosa voz de Lucrecia.

—¿Ves cómo nadie te quiere? Eres una carga para todos. No mereces estar aquí—dijo con una sonrisa burlona. Entonces se va con los invitados y el sacerdote empieza a pronunciar un discurso. Uno que no pude oír del todo debido a mis emociones encontradas. Sabía que me casaría con él desde antes de que todo esto pasara. Pero ignoraba que seguía amando a esa mujer y que ahora me odiaba más que a nadie. No sé si por fortuna pero al menos pude escuchar la parte donde debí aceptar este teatro. Di un si lastimero y deseaba oírlo decir que no, cuando a él se le preguntó si me aceptaba como esposa. Pero me miró con ojos macabros y soltó un sí que sonó aterrador. Mientras todo esto pasaba no dejaba de pensar en su mirada despreciativa. Enseguida vuelvo de mis pensamientos inquietantes cuando el sacerdote dice que el novio puede besar a la novia. Lo miro rápidamente muy nerviosa. Su mirada hace que mi piel se erice . Entonces sube un poco mi máscara y aproxima sus labios a los míos. Me besa de forma fugaz y luego ante todos se limpia la boca con asco. Fue la peor humillación que alguien me haya hecho jamás.

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