Un haz bajo la manga.

—Abuela, no puedes pedirme algo tan absurdo, es descabellado—digo enseguida levantándome. Ante su mirada desconcertada rectifico mi respuesta. —Lo siento abuela, es que yo … es que Julián y yo… eh, no, es imposible , no se cómo esperas que algo así suceda—digo dándole la espalda y mirando mi figura pálida en el espejo. Volteo a mirarla de nuevo. Ella me mira con ojos apacibles.

—¿ Por qué crees que es absurdo? Son esposos , Laura. Cómo todo esposo y esposa tendrán su noche de bodas y… —siento como mi piel se calienta nada más de oírla decir aquello.

—No abuela… no cuentas con que Julián me odia. ¿ Cómo va a hacerme el amor si siente repulsión, odio cada vez que me mira?

—Ah, te referías a eso. Ven, siéntate. No estés predispuesta. Ante todo eres su esposa y él tendrá que cumplir con su deber de esposo. Mírate, eres tan hermosa. No podrá resistirse a tus encantos.

—Pero estoy fea abuela. Mira mi cara. Cuando me besó en la iglesia limpió sus labios. Sentí morir ante tal muestra de asco de su parte. No quiero que me humille más.

—Esas marcas van a desaparecer pronto. Esta semana te llevaré con una dermatóloga experta en este tipo de heridas. Confía en mí.

—No estás entendiendo abuela Leonor ¿Verdad? —Me levanto de nuevo un poco intranquila. Ella me mira con paciencia. —Le doy asco porque me cree una asesina. No solo por esas marcas en mi cara. Yo no podría soportar más tratos desdeñosos de su parte— La abuela respira hondo y se acerca. Toma mi mano que tiembla.

—¿ Por qué estás tan fría Laura? Vaya, veo que en verdad le tienes miedo a mi nieto… tu no te preocupes por nada. Yo me voy a encargar de que no te humille. Tu báñate, ponte la lencería que está en la cómoda. Perfúmate y ya verás como cae rendido, tengo un haz bajo la manga que estoy segura no me va a fallar—Me dice y tras una sonrisa dulce pero un poco distinta , sale de mi habitación.

Miro perpleja la puerta cerrarse. Respiro hondo y me siento pensativa. ¿ Un haz bajo la manga? ¿ Que habrá querido decir? Entonces miro hacia la cómoda. Abro la primera gaveta y miro una bata transparente en color blanco con encajes. La tomo y me la coloco sobre mi silueta mirandome al espejo. Tal vez y la abuela Leonor tenga razón y solo deba ser paciente. Tal vez cuando por fin podamos estar solos podamos hablar y pueda cambiar de opinión sobre mi.

Enseguida me voy al baño y con un poco más de esperanza empiezo a darme un baño perfumado. No me es tan fácil pues aún siento un poco de dolor.

Poco después estoy de vuelta sobre la cama. Miro el reloj de mi celular. Son las once y cuarenta y cinco de la noche y Julián no aparece. Suspiro triste. Tal vez se enteró que estoy en su habitación y ya duerme en otra.

Después de tanto pensar en su despreciativa conducta hacia mí ,intento acostarme y dormir. Cuando de repente la puerta de la habitación se abre. Me incorporo con rapidez. Es él. Todo mi cuerpo comienza a temblar. Es mi oportunidad de hablarle y explicarle todo aunque estoy muy nerviosa, pero es el momento. Así que me levanto dispuesta a no perder ni un segundo más. Me pongo frente a él y su mirada me recorre entera. Había olvidado lo sexi que estaba. Él sonríe con gesto pícaro.

—Que bueno que estás aquí. Esperé mucho tiempo para poder hablar y…

—No sabía que estabas tan ansiosa por verme —Se acerca de un modo que me asusta. Es como un animal que mira a su presa. Su vista de fija en mi pecho y muerde su labio de un modo tan sensual que me hace contener el aliento. Retrocedo un poco ante su cercanía y su manera de mirarme. Entonces intento inútilmente cubrirme con mis manos el escote y el bikini transparentado.

—Por favor Julián. Déjame explicarte qué fue lo que pasó aquel día. Recién recordé algo que…—Pero él cubre mi boca con su índice para que haga silencio. Está tan cerca de mi que mi corazón se acelera. Mis piernas comienzan a temblar. Entonces me atrae hacia él con brusquedad y comienza a besar mi cuello. Lo empujo rápidamente y me mira sorprendido. Entonces camina hasta mí con una sonrisa maliciosa mientras saca su corbata y luego comienza a quitar su pantalón.

—¿ Podrías primeramente oírme por favor? Yo no asesiné a … —Lo único que siento es su cuerpo abalanzándose sobre mi y arrojándome en la cama. Aterrada intenté levantarme.

—¿ No vamos a hablar primero? Por favor.

—Calla. ¿ Para eso viniste no? Oh, por Dios eres tan sexi—Se pone sobre mi y me mira con mucho deseo. Sus besos aunque bruscos son tibios cargados de pasión y descontrol. Lleva su mano a mi entrepierna intentando separarlas y acomodarse sobre mí. Mi corazón se acelera y sacando fuerzas logro tirarlo de la cama. Aún resistiendome al leve dolor en mi pierna hago un esfuerzo levantándome y tratando de alejarme, pero me toma por la cintura y me devuelve a la cama.

—Ah, quieres jugar —dice con un gesto divertido. Lo miro con semblante sorprendido y asustado.

—No. No por favor Julián… así no—Pero no me hace caso. Se sube a la cama y entonces cuando intento golpearlo toma mi mano y la sujeta con fuerza. Enseguida siento todo su peso sobre mi y como me posee de manera brusca. Tanto que logra lastimarme. Parece un animal furioso. Desbocado. Incontrolable. Cierro mis ojos con fuerza intentando convencerme de que es mi esposo y debo complacer sus deseos, aunque por dentro la impotencia y las ganas de gritar y llorar me asaltan. Aprieto mi puño con fuerza ante sus movimientos violentos. Cuando finalmente termina de un modo muy afectado. Apoya su cara en mi pecho respirando profundo.

—Hueles tan bien —dice con su voz ronca. Enseguida lo empujo y se da la vuelta. Frunzo mi entrecejo. Lo volteo y parece dormido. Entonces lo sacudí creyendo que ha sufrido un ataque. Esto no es normal. Pero me percato de que respira. Está dormido. Abro mi boca impactada. Creo que está bajo los efectos de alguna sustancia. Él ni siquiera me hubiera tocado. Me desprecia. Entonces me levanto y voy al baño. Me miro al espejo y comienzo a llorar impotente. No era así como soñé nuestra noche de bodas hace meses cuando comenzamos a planearlo. Respiro hondo y una lágrima delata mi aflicción. Me siento sobre el inodoro y dejo salir mi frustración. Quito la lencería que llevo puesta sintiendo mucha rabia, y es cuando recuerdo lo que dijo la abuela. « Tengo un haz bajo la manga» ¿Se habrá atrevido la abuela a ponerle alguna droga a Julián? Cuando miré sus ojos de cerca, ví que sus pupilas estaban dilatadas. No me miraba con odio sino con mucho deseo.

Respiro hondo consternada al solo imaginar que la abuela Leonor tuvo algo que ver en esto. Me dejo caer sobre la tapa del inodoro. Tengo que esperar que despierte para explicarle que no soy lo que piensa que soy.

De pronto una nueva inquietud me invade. Me levanto y me miro al espejo muy inquieta. Muerdo mi labio con mucha fuerza y ansiedad. Esto solo hará que Julián crea que lo he drogado y que no soy tan inocente como pensó aquella mañana cuando ambos amanecimos juntos en un hotel, sin saber cómo llegamos allí.

« Maldición, estoy perdida, está acción de la abuela Leonor solo terminó de matar mi última esperanza de convencerlo de mi inocencia , si me odiaba , estoy segura que mañana me odiara como nunca antes lo había hecho»

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