Voy a asomarme dudosa pues aún es temprano y tal vez en realidad no lo sea. Quizás solo sea alguien de la servidumbre. Entonces me percato que si, es Julián. Salgo de mi habitación rabiosa y corro hasta alcanzarlo a mitad de la escalera. —¡ Julián!— Él se detiene y al verme hace un gesto fastidiado y continua su camino. Acelero el paso y lo alcanzo tomándolo con rapidez de su brazo. —¿ Que te pasa? —Se safa de mi agarre mientras me mira con desdén. —¿ Por qué me impides salir? Tengo derechos Julián. Necesito ir a una consulta médica y además quiero ver a mi padre. —¿ Crees que me interesan tus derechos Laura? No tienes ningún derecho en esta casa. Ahora, dejame continuar. —¿ Cómo que no tengo derechos? Claro, tu si puedes ir y venir. Por favor, deja ya ese odio, quiero salir, déjame hacerlo—Le suplico pero al intentar tomar su brazo el se suelta con brusquedad y pierdo el equilibrio cayendo por las escaleras. Afortunadamente no habíamos subido suficientes escalones como para cau
Julián. Cuando Laura rodó por las escaleras por mi culpa , experimenté una sensación extraña. Quise correr y sostenerla, debo reconocer que sentí mucho miedo de que esa caída fuera fatal. Reconozco que me desesperé y mientras conducía de regreso a casa con ella , herida pero calmada, tuve remordimientos, sin embargo me repetí que no puedo ser débil y debía castigarla. Recordé una conversación que tuve con Britney, me había confesado una tarde antes de su muerte que estaba embarazada. Flashback. —¿ Es en serio? ¿ Mi amor, no me estás mintiendo?—Le pregunté con mi mirada cristalizada. Era lo que siempre soñé. Un hijo. Era como darle una nueva esperanza a nuestro amor. Acabábamos de reconciliarnos, no podía romper mi compromiso con Laura, creía que ella no lo merecía, pero ahora que Britney tendría un hijo no podía sencillamente hacerla a un lado.—Es en serio cariño. Ahora, ¿que piensas hacer con esa muchachita? La abuela Leonor es muy injusta. Estaban drogados cuando durmieron junt
Vamos en la limusina mientras fascinada miro a través de la ventanilla la preciosa ciudad nocturna. Con sus rascacielos abrillantados y calles coloridas. Aprovecho cada instante fuera de la mansión como si no pudiera volver a repetirse en mucho tiempo. Pero sin poder dejar de pensar en la humillación que me hizo pasar Julián esta tarde y recordando su trato tan vil la sonrisa se me borra rápidamente. Me doy cuenta que la abuela me mira compasiva. —Ya deja esa tristeza Laura. Por eso te invité a salir , para que olvidaras las penas. Hoy es nuestra noche. —No creo que esta salida sea muy oportuna abuela Leonor. Julián está peor que nunca, además, le dió órdenes a ese vigilante y seguro se enojará muchísimo de que me haya dejado salir. Tendrá problemas por mi culpa. —No te preocupes por Stiven, yo me encargo de que no tenga problemas… Pero bueno Laura, entiende , esas son las razones por las que quise salir. Para que pudieras olvidar por un momento tus problemas. —Pero usted misma n
Enseguida y muy a pesar de lo que diga la abuela Leonor camino hasta la salida. Muy avergonzada con los presentes. La abuela me sigue. Entonces los miro discutiendo como dos callejeros. Enseguida Julián me mira y camina hasta mí, tomando mi brazo con fuerza. Su mirada está cargada de enojo. —Ah, ¡aquí estás!. Estarás contenta ¿No? Te prohibi salir y no solo lo haces, sino que también te encuentras con tu amante—Me reprocha con tono áspero. Oigo a los curiosos murmurar y miro aturdida a la multitud que se ha juntado. Hago una negación tratando de pensar como hacer que se calme. —¡ Habla maldición! ¿ No dices nada?—Me grita haciéndome parpadear nerviosa. —Yo solo... Yo solo ...— Me mira de brazos cruzados y la.gente empieza a gritar cosas. En medio de tanta presión bajo mi cara avergonzada. Él está a punto de decir otra de sus ofensas , pero enseguida Michael se aproxima con gesto decidido y provocador. Se pone a mi lado y se miran con ojos desafiantes, entonces se pone justo entre
Más tarde la abuela y yo esperamos en el recibidor de la mansión impacientes. La abuela no quiso ir a la estación pues aseguró que no haríamos sino empeorar todo pues Julián estaba muy enojado. Era mejor dejar que él lo resolviera. Amparo se acerca con té y de pronto la puerta se abre. Es Julian. Al mirarnos su gesto se torna fatigado. Se quita su corbata y deja sus llaves en la mesita. Su cara está toda lastimada. —Ya estarás feliz Laura. Quedé como un ogro ante el oficial. Porque según tu amante , yo te trato con crueldad. dime algo ¿ Acaso le cuentas de nuestros problemas?—Mas atrás entra Lucrecia. Esto hace que mi corazón se acelere y un ligero temblor me recorre. Siento tanta impotencia pues a leguas se nota que ella solo quiere estar cerca de él. Creo que a la muy descarada le gusta mi esposo. Me levanto y me acerco un poco a él. —Necesito explicarte todo Julián. Tu estás muy equivocado al pensar lo peor sobre mi y sobre la abuela. te juro que yo no sabía que él iría a ese
Un poco más tarde. —¿ Que dice Amparo? ¿ Que la abuela se puso mal y tuvieron que ingresarla?— Amparo me dice lo mal que se puso la abuela. Se desmayó por tanto enojo y tuvieron que llevarla a la clínica. La preocupación me invade.« Dios, es mi culpa». Pienso llorosa. —¿ Por qué no me dijeron para ir Amparo? —Lo siento. El señor prohibió dejarla salir. Ya ve que ese hombre que la vigila no se despega de su puerta. Solo vine a ver cómo estaba —dice y busco mi celular con desesperación. Llamo a Julián y no atiende. Finalmente apaga su teléfono. Lo arrojo a la cama muy indignada. …Esa noche la mucama vuelve a entrar y me da a beber el medicamento para mi brazo , además de decirme que no me conviene tanto agite. Lo sé, debiera descansar, Pero quiero salir de esta habitación y preguntarle a mi esposo cómo está la abuela. La mucama me informó que aún no la dan de alta. —Por favor, Amparo, necesito que estés pendiente y me digas si en algún momento ese hombre se va a algún lugar, ne
—Gracias Michael, por favor, puedes irte, no quiero que nos vea juntos—Él me mira con gesto afectado. —Me iré, no quiero que tengas más problemas por mi causa. Por favor, si pasa algo no dudes en llamarme. No estás sola— dice. Asiento agradecida y le sonrío forzado. Entonces con determinación camino hasta él. Mi corazón se agita rápidamente y siento deseos de devolverme. Pero es tarde , alza su mirada y me mira. Su gesto es de total desconcierto. Enseguida se levanta y viene de prisa hasta mí. Me toma del brazo con brusquedad. —¿ Qué rayos haces aquí Laura?—Luce muy enojado. —Vine a saber cómo está la abuela Leonor, ya que fuiste incapaz de contestar cuando llamé para saberlo. Por eso vine—respondo con prontitud. Me mira con gesto soberbio. —Vete ya mismo. No es tu maldito problema. La abuela es mi problema, no el tuyo. —Tambien es mi problema te guste o no—Sin importarle nada me da una bofetada llamando la atención de los curiosos. Él me mira con desdén. —¿ Quien te crees para
Julián. Salgo de la habitación con muchas emociones encontradas. Puede ser mío. Puede serlo. Pienso sumergido en una nueva posibilidad que no esperaba. Mi corazón se acelera y miles de posibilidades cruzan por mi mente. Doy vueltas asimilando que cabe la posibilidad de que vaya a ser padre y una leve emoción me invade, sonrío confundido mientras pienso en que está embarazada de mi hijo. Lucrecia se acerca para conocer su estado y le cuento. Traicionado por mi primera impresión le doy la noticia con una sonrisa. —¿ Embarazada? — suelta y rie sin decoro. —¿ No creerás que es tuyo? ¿ Le hiciste tomar la pastilla verdad? Te dije que eso impediría que su noche de “amor “— recalca con sarcasmo. — Tuviera consecuencias — dice. Ese día, antes de que Laura despertara, desesperado le pregunté a Lucrecia si había algo que se pudiera hacer para que no resultara embarazada. Ella me habló de esas famosas pastillas. —Si, claro, pero pudo haber fallado— digo y respiro hondo. Lo que sugiere Lucr