capitulo 32
Me quedo paralizada al escuchar la voz de la mujer que tanto daño me hizo, la mujer que fue capaz de hacerle daño a su propia hija.

- ¿Cómo lograste contactarme?

- En la cárcel me gané una llamada por buena conducta y decidí llamarte a ti porque quiero pedirte perdón. Esto tiene que ser una jodida broma.

- No, Luciana, lo que tú me hiciste no tiene perdón.

- Hija, yo estaba muy mal, cegada por el odio. Yo...

- Basta, Luciana. Jamás te perdonaré todo lo que me hiciste. ¡Me vendiste! ¿Sabes con cuántos hombres me tocó acostarme? ¿¡SABES!? - grito al máximo, sintiendo cómo la rabia y el dolor me consumen.

- Lo sé, hija, y juro que me quiero morir. Solo pido tu perdón.

- No, Luciana. Para mí, tú estás muerta. - La puerta se abre dejando ver a Greg, preocupado.

- Linda, ¿qué pasa? - se acerca y yo le digo a Luciana:

- No me llames más. Haz como si no tuvieras hija. - Cuelgo la llamada y tiro mi teléfono con rabia al suelo, mientras tapo mi cara con las manos, dando un grito de desesperación
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