Mia JonesDespierto con un fuerte dolor de cabeza y algo de mareo. Cuando abro los ojos, me doy cuenta de que estoy en un hospital, pero no recuerdo cómo llegué aquí. Lo único que recuerdo es que estaba en clases y luego ya no recuerdo más.—¡Hija! —Abro mis ojos sorprendida al ver a mi madre y a mi padre correr hacia mí. Detrás de ellos está Julián.—Mamá, papá, ¿qué hacen aquí?—Hija, nos llamaron porque estabas en el hospital. Casi nos da algo.—Pero no entiendo, ¿por qué estoy aquí?Ambos se miran y luego miran a Julián, quien se acerca y toma mi mano con delicadeza.—Nena, sufriste una sobredosis —abro los ojos sorprendida y luego los miro algo apenada—. Si no hubiera sido por mi hermano, estarías muerta.—¿Por Santiago? ¿Él me ayudó?—¿El profesor Miller me ayudó?—Sí, mi hermano es bueno.—Tengo que agradecerle, pero ahora siento mucha vergüenza.—Hija, no te sientas mal, todo esto es nuestra culpa —mi padre se sienta a mi lado y me abraza, pero no sé por qué siento que su abraz
3 meses despuésYa llevo varios meses de relación con Julián, y en cierta forma ha sido buena. Él es tierno, me cuida y me quiere, que es lo importante. Siempre está pendiente de que no recaiga en mi adicción, ya que mis padres se volvieron a esfumar del mapa. Veo que les duró muy poco su arrepentimiento, pero bueno, puedo decir que hoy en día ya no me duele tanto. También tengo que contar que hoy empiezo en la oficina de abogados del señor Miller, se que esa noche se había acordado que empezaría al otro día, pero decidí mejor darme un tiempo luego de todo lo que paso, pero creo que ya es momento de comenzar … lo sé, es una locura, pero en serio necesito el trabajo para ver si logro salir de mi casa y tener mi propia independencia. Además, al parecer el profesor Miller está saliendo con alguien más. Bueno, eso me contó Julián, dice que es una rubia muy sensual, pero que no es de su tipo. Aunque sé que solo lo dice para que no me ponga celosa, por alguna razón no me molesta que diga es
Veo cómo Santiago se pone de todos los colores por la rabia que tiene, y cuando noto que está a punto de irse para hacerle quién sabe qué a Julián, lo tomo del brazo para detenerlo.—Espera, Santiago, no hagas nada, te lo pido —le suplico con lágrimas en los ojos.—Mira cómo te dejó. Puede ser mi hermano, pero es un animal. No lo reconozco.—Lo sé, yo tampoco sé qué le pasó, pero no quiero que hagas nada. Voy a terminar con él. No puedo estar con una persona violenta, pero, por favor, no hagas nada —este suelta un suspiro y, al verme tan mal, solo asiente y me atrae hacia su cuerpo, dándome un abrazo protector.—Ven, vámonos de aquí, ya es muy tarde —me subo a su auto, y empieza a manejar, pero poco a poco mis párpados comienzan a pesar, hasta que me quedo profundamente dormida.Me despierto en una superficie blanda, muy cómoda, mejor que mi cama... Esperen, ¡esta no es mi cama! Me levanto de golpe y, al hacerlo, siento un terrible dolor en mi rostro. Me percato de que no estoy en mi h
Estoy en la entrada de la casa de Julián, intentando controlar mis nervios, ya que tengo miedo de que vuelva a pasar lo que ocurrió. Lo único que me da algo de tranquilidad es que Santiago dijo que iba a venir y, además, los padres están en casa. Respiro hondo y toco el timbre. La puerta se abre y aparece una de las empleadas.— Señorita, pase —dice.— Gracias —respondo mientras entro a la casa y camino hacia la sala, donde se encuentran la señora María y el señor Lorenzo.— Mía querida —María me da un abrazo y toma mi rostro, aún adolorido.— Señora María, señor Lorenzo.— Mía, lo sentimos mucho. Nunca pensamos que nuestro hijo pudiera hacer algo así. Es que no sé qué le pasó.— Yo tampoco lo sé, señor. Solo sé que, de un momento a otro, su hijo cambió por completo. El Julián que ahora está no lo conozco.— Lo sé, Mía, pero te quiero pedir algo —la señora María toma mis manos entre las suyas y luego me mira—. No lo denuncies, te lo suplico. Yo te juro que me encargaré de que eso no vu
Estaba súper mega nerviosa, faltaba poco para que Santiago viniera a recogerme y no sabía que ropa interior ponerme o la ropa que debía usar, quise pedir opinión a Lucy, pero me mejor dije que no ya que no quería que ella me hiciera preguntas incómodas mañana así que a la final decido por un conjunto de lencería negra y vestido que se pega bien a mi cuerpo color rosado- bueno creo que con esto es suficiente - bajo las escaleras y me encuentro a Nana- ¿a dónde vas ?- voy a salir con un amigo- hija tus padres tienen a gente que te vigila - m****a lo había olvidado por completo ¿ahora como salgo?- Nana, ayúdame - le suplico- por la parte de atrás solo ten cuidado de no lastimarte - sonrió y me acerco a ella para darle un beso- eres la mejor - salgo por la parte trasera y me toca hacer tremendas maromas para salir de casa, veo el auto de Santiago entonces le hago una señal para que venga hacia mí, cuando ya está al frente mío me subo rápido y este me mira algo confundido- ¿porque e
Es un imbécil, juro que quiero matarlo. Aunque no sé por qué me quejo si lo único que yo estaba buscando era un polvo con él y ya.—Perfecto, entonces ve y fóllate a esas otras mujeres, no tengo ningún problema —salgo de la oficina llena de ira, pero mejor decido concentrarme en el trabajo, que harto tengo por hacer.A la hora de la salida, mi amiga Lucy me llama para tomar unas copas en un bar cerca de la oficina, así que salgo del trabajo y me dirijo al bar.—Hola, amiga —Lucy me da un fuerte abrazo.—Hola, Lucy, ¿cómo estás?—Bien, amiga, pero cuéntame, ¿cómo te fue a ti?—¿Quieres saber si me acosté con el profesor? —le pregunto.—Pues obvio, ¡ahora suéltalo!—Sí, me acosté con él. El hombre coge como los dioses, pero hoy se portó como un idiota.—¿Por qué?—Pues me fui de su casa sin despedirme, era lo mejor. Y cuando llegué hoy, me reclamó por qué me fui así. Yo le dije que lo mejor era que olvidáramos todo porque estaba mal, entonces el idiota me dijo que no había problema, que
Despierto en una superficie blanda y bastante acogedora. Mis fosas nasales se impregnan de un rico olor que solo tiene una persona: mi sexy profesor... Espera, ¿qué? Abro los ojos de golpe y, al observar bien la habitación, me doy cuenta de que estoy en su cuarto. ¿Pero cómo llegué aquí? ¡Joder, me quedé dormida! Salgo de la cama y me dirijo a la sala para buscar a Santiago, pero no lo encuentro. Escucho un ruido en la cocina, así que camino hacia ella y me sorprende verlo cocinando.—Hola —se voltea y me sonríe.—Sí que eres dormilona.—¿Por qué no me despertaste?—Te veías cansada, y además, después del mensaje de Julián, preferí que durmieras un rato. —Me siento en una silla mientras lo observo moverse de un lado a otro.—¿Qué estás preparando?—Unas ricas milanesas. Espero que te gusten.—Estoy segura de que sí.—Mi madre ha preguntado por ti.—¿Qué le dijiste?—Que estabas bien, pero que Julián te estaba molestando.—¿¡Qué!? ¿Por qué tuviste que abrir la boca?—Para que ella habla
Despierto algo desorientada, pero me doy cuenta de que estoy en la enfermería de la universidad.—Hola, Mía, qué bueno que despiertas. Soy la enfermera Nora. ¿Cómo te sientes?—Algo débil.—Es normal. Afuera está tu amiga Lucy y otros amigos preguntando por ti.—¿Y Santiago? ¿Dónde está mi profesor? —Creo que la enfermera me leyó la mente, porque me dice:—Estuvo todo el tiempo contigo, pero se tuvo que ir. Lo llamaron para un asunto importante. —Asiento y ella se va unos segundos. Luego aparece Lucy, quien me abraza con fuerza.—Amiga, estaba muy preocupada. Cuando Max me contó lo que pasó, vine corriendo, pero me llevé una gran sorpresa al ver al profesor Miller a tu lado. Por fortuna, Víctor no lo vio.—Menos mal.—¿Qué pasó, amiga? ¿Qué te dijo Max para que te pusieras así? —De solo acordarme de eso, me vuelvo a sentir indispuesta.—Lucy, no quiero hablar ahora de eso. Además, tengo que ir a la oficina porque hoy hay una reunión importante.—Mía, aún no estás recuperada.—Ya estoy