- ¡Por Dios, mía, ¿cómo hiciste eso?! - Estoy con Lucy, sentada en un restaurante, contándole lo ocurrido con Santiago, y por lo que veo, ella también está enojada por mi estupidez.- Yo solo... la señora María me lo pidió, ¿qué más podía hacer?- Pues negarte. O sea, por primera vez estoy de acuerdo con Santiago. ¿Cómo vas a exponer a tus hijos a ese loco? Uno nunca sabe con qué va a salir.- Lo sé, amiga, tienes toda la razón. Fui una idiota, pero no merezco que Santiago me trate como si fuera una mala madre. - Ya estoy llorando otra vez, lo que me faltaba. ¡Malditas hormonas!- Ay, mía, estoy seguro de que él no piensa eso. Solo dale tiempo a que se calme y luego hablan bien las cosas.- Él está muy enojado, y creo que ahora está aún más molesto porque le rompí su jarrón caro.- ¿Qué? ¿Cómo que lo rompiste?- Sí, rompí un jarrón. Estaba tan enojada por su comentario que, delante de él, lo rompí y luego me fui como si nada. Ahora debe estar furioso.- Joder, mía, tú sí que metes la p
Todos están muy felices con el nombre del bebé. Cuando le conté a Lucy, se volvió loca de emoción, así que decidimos que en su cuarto colocaríamos su nombre con letras iluminadas. El cuarto del bebé nos tiene a Santiago y a mí ocupados; queremos que tenga todo lo que necesita. Sin embargo, hoy debo ir a la oficina porque tenemos una reunión importante. Santiago me dijo que no era necesario que fuera, pero yo deseo asistir. Mientras busco ropa, comienzo a desesperarme porque nada me queda. Mi cama está llena de prendas tiradas. —Amor, ¿estás lista? —Santiago aparece en la puerta, mira la ropa y arquea una ceja—. ¿Qué pasó aquí? —¡Nada me queda! —respondo, sentándome en la cama y dejando escapar un sollozo. —Hey, cariño, no llores. No hay por qué llorar. —Es que no entiendes, ¡mi ropa no me queda! —Él se sienta a mi lado y me envuelve en un abrazo. —Cariño, es normal. Nuestro bebé está creciendo. —Acaricia mi vientre y me sonríe—. Está creciendo sano y fuerte. —Perdón... Es que to
Le he rogado toda la m*****a noche a Santiago para que deje venir a su madre a casa. Sé que ahora se está debatiendo si dejarla entrar o no, pero debe dejar su enojo a un lado. Es su madre, debe perdonarla.—Mía, por Dios, estuviste toda la noche pidiendo lo mismo. Ya no insistas —dice Santiago, visiblemente enojado. —¿Por qué no puedes complacerme en eso? —Sabes que te complazco en todo, pero eso ya es diferente, Mía. Solo los estoy protegiendo. —Hablas como si tu madre fuera un peligro para nosotros. —Lo es. Porque desde que encubrió a Julián, se convirtió en un peligro para nosotros. Tomo la mano de Santiago y me acerco a él. —Amor, ya deja tu rencor a un lado. Ella es la abuela de tus hijos. Aurora la extraña mucho, y tu madre también extraña a Aurora. Además, se siente muy mal por no poder estar conmigo en este proceso. Santiago suelta un suspiro y veo resignación en su mirada. —Está bien que venga, pero no me pidas que vaya y me siente como si nada hubiera pasado. Sonrío
3 AÑOS DESPUÉSNo puedo creer cómo pasa el tiempo. Justo hoy, mi hermosa princesa cumple 4 añitos y estamos todos enfocados en organizar su cumpleaños. Mi príncipe amado cumplirá dentro de un mes sus 3 añitos y siento nostalgia porque ya no son tan bebés mis bebés.- ¡Mami! - Mi amado viene corriendo hacia mí con su preciosa sonrisa.- Hola, cariño. - Lo tomo en brazos y lo lleno de besos. - ¿Ya le diste el feliz cumpleaños a tu hermana? - Este asiente con una sonrisa.- Quiero pastel. - Este hombre siempre tan comelón.- Ahora, más tarde, cuando lleguen todos los invitados, amor. - Este hace un tierno puchero, cosa que me mata. - ¿Por qué no vamos a la cocina a ver si nana tiene galletas?- ¡Shii! - Lo coloco en el suelo y caminamos hasta la cocina, donde está nana preparando algunos bocadillos.- ¡Nanita! - Grita mi niño, asustándola.- ¡Ay, Dios! Mi niño, casi me matas de un susto. - Mi hijo se ríe con malicia y ella le da un beso.- Nanita, ¿tienes galletas?- Claro, mi amor. - Ell
Hoy es el gran día, comienzo inicio semestre y estoy muy emocionada. Además, voy a volver a ver a mi amiga Lucy, a quien hace rato no veo porque se fue de viaje, mientras yo me quedé aquí. Pero no importa. Mi teléfono suena y veo que es mamá.—Hola, mamá —contesto contenta.—Hola, hija, ¿lista para tu nuevo semestre?—Más que lista, mamá.—Entonces, suerte.—Gracias, mamá.—Adiós, hija. —Cuando colgamos, aprovecho para salir corriendo de la casa porque ya voy tarde, aunque afortunadamente vivo cerca de la universidad. Cuando llego al salón, escucho un grito y sé perfectamente quién es.—¡Mía! —Lucy se tira encima de mí, y juro que casi caigo de culo.—¡Por Dios, Lucy, me vas a matar!—Lo siento, es que te extrañé mucho. Es más, mira. —Saca de su morral una cajita y me la extiende—. Es un regalo, espero que te guste.Le doy una sonrisa y abro la caja, encontrando una pulsera llena de dijes con lugares de París.—Oh, Lucy, está preciosa. Gracias, amiga. —Le doy un abrazo y ella me corre
No puedo creer que mi amigo me está besando. Una parte de mí quiere alejarse, pero otra no es capaz; no lo sé, pero se siente bien sentir sus besos… Por Dios, Mía, es tu amigo, contrólate.—Víctor, yo… —este me acaricia la mejilla.—Lo siento, tenía que hacerlo. —Cuando le voy a responder, me quedo pálida al ver que mi profesor vio todo, y al ver su cara se nota que está molesto, aunque no entiendo el porqué. Dios, necesito refrescarme.—Víctor, ya regreso.Camino hacia el baño. Cuando llego, me lavo la cara tratando de pensar en todo lo que ha pasado en la noche: el baile con mi profesor, el beso con Víctor, y para rematar, el caliente de mi profesor me vio después de que le dije que era mi amigo. ¿Qué estará pensando él en estos momentos?Tomo aire y salgo del baño, pero una mano me jala hacia un lugar oscuro. Me lleno de pánico, ya que no alcanzo a ver nada y tengo miedo de que me haga daño.—Por favor, no me hagas nada —le suplico llena de miedo.—Nunca sería capaz de hacerte daño.
Devuelta a la realidad, hoy otra vez tengo clase y con el condenado de mi profesor sexy. - Hola mi niña ¿vas a desayunar? - Lo siento nana, hoy no puedo, voy de afán – salgo corriendo de casa, ya que en verdad voy muy tarde y justo mi primera clase es con el maldito de mi profesor, así que prácticamente corro hasta la universidad; cuando llego subo las escaleras rápidamente, pero desafortunadamente no logre llegar a tiempo - Llega tarde, señorita jones – responde serio sin dejar de escribir algo en el pizarrón - Lo siento mucho, profesor Miller &n
Despierto cuando siento que los rayos del sol se cuelan por la ventana, dándome directamente en la cara. Al abrir los ojos, me doy cuenta de que no estoy en mi habitación. En ese momento recuerdo que estoy en la casa de mi profesor... ¡JODER, MI PROFESOR! Salgo disparada de la cama, pero al ir a salir escucho unas voces.— Alice, ¿qué haces aquí tan temprano? — M****a, lo que faltaba, aquí está su prometida.— Quería venir a verte, ¿acaso te molesta? — ¿Qué hago? ¿Dónde me escondo o mejor, cómo salgo de aquí?— No, es que tengo clases ahora, tú sabes cómo es esto.— ¡La universidad! Ahora sí soy una persona muerta.— Está bien, pero nos vemos en la noche. Recuerda que quedaste de llevarme a donde tus padres.— Sí, claro. Ahora nos vemos. Adiós. — Siento que la puerta principal se cierra y, al cabo de unos segundos, aparece Santiago.— ¿Estabas despierta?— Es mejor que me vaya. — Tomo mi vestido y entro al baño para ponérmelo.— Espera, yo te llevo.— Es mejor que no. Me tomaré un taxi