Estoy en la entrada de la casa de Julián, intentando controlar mis nervios, ya que tengo miedo de que vuelva a pasar lo que ocurrió. Lo único que me da algo de tranquilidad es que Santiago dijo que iba a venir y, además, los padres están en casa. Respiro hondo y toco el timbre. La puerta se abre y aparece una de las empleadas.— Señorita, pase —dice.— Gracias —respondo mientras entro a la casa y camino hacia la sala, donde se encuentran la señora María y el señor Lorenzo.— Mía querida —María me da un abrazo y toma mi rostro, aún adolorido.— Señora María, señor Lorenzo.— Mía, lo sentimos mucho. Nunca pensamos que nuestro hijo pudiera hacer algo así. Es que no sé qué le pasó.— Yo tampoco lo sé, señor. Solo sé que, de un momento a otro, su hijo cambió por completo. El Julián que ahora está no lo conozco.— Lo sé, Mía, pero te quiero pedir algo —la señora María toma mis manos entre las suyas y luego me mira—. No lo denuncies, te lo suplico. Yo te juro que me encargaré de que eso no vu
Estaba súper mega nerviosa, faltaba poco para que Santiago viniera a recogerme y no sabía que ropa interior ponerme o la ropa que debía usar, quise pedir opinión a Lucy, pero me mejor dije que no ya que no quería que ella me hiciera preguntas incómodas mañana así que a la final decido por un conjunto de lencería negra y vestido que se pega bien a mi cuerpo color rosado- bueno creo que con esto es suficiente - bajo las escaleras y me encuentro a Nana- ¿a dónde vas ?- voy a salir con un amigo- hija tus padres tienen a gente que te vigila - m****a lo había olvidado por completo ¿ahora como salgo?- Nana, ayúdame - le suplico- por la parte de atrás solo ten cuidado de no lastimarte - sonrió y me acerco a ella para darle un beso- eres la mejor - salgo por la parte trasera y me toca hacer tremendas maromas para salir de casa, veo el auto de Santiago entonces le hago una señal para que venga hacia mí, cuando ya está al frente mío me subo rápido y este me mira algo confundido- ¿porque e
Es un imbécil, juro que quiero matarlo. Aunque no sé por qué me quejo si lo único que yo estaba buscando era un polvo con él y ya.—Perfecto, entonces ve y fóllate a esas otras mujeres, no tengo ningún problema —salgo de la oficina llena de ira, pero mejor decido concentrarme en el trabajo, que harto tengo por hacer.A la hora de la salida, mi amiga Lucy me llama para tomar unas copas en un bar cerca de la oficina, así que salgo del trabajo y me dirijo al bar.—Hola, amiga —Lucy me da un fuerte abrazo.—Hola, Lucy, ¿cómo estás?—Bien, amiga, pero cuéntame, ¿cómo te fue a ti?—¿Quieres saber si me acosté con el profesor? —le pregunto.—Pues obvio, ¡ahora suéltalo!—Sí, me acosté con él. El hombre coge como los dioses, pero hoy se portó como un idiota.—¿Por qué?—Pues me fui de su casa sin despedirme, era lo mejor. Y cuando llegué hoy, me reclamó por qué me fui así. Yo le dije que lo mejor era que olvidáramos todo porque estaba mal, entonces el idiota me dijo que no había problema, que
Despierto en una superficie blanda y bastante acogedora. Mis fosas nasales se impregnan de un rico olor que solo tiene una persona: mi sexy profesor... Espera, ¿qué? Abro los ojos de golpe y, al observar bien la habitación, me doy cuenta de que estoy en su cuarto. ¿Pero cómo llegué aquí? ¡Joder, me quedé dormida! Salgo de la cama y me dirijo a la sala para buscar a Santiago, pero no lo encuentro. Escucho un ruido en la cocina, así que camino hacia ella y me sorprende verlo cocinando.—Hola —se voltea y me sonríe.—Sí que eres dormilona.—¿Por qué no me despertaste?—Te veías cansada, y además, después del mensaje de Julián, preferí que durmieras un rato. —Me siento en una silla mientras lo observo moverse de un lado a otro.—¿Qué estás preparando?—Unas ricas milanesas. Espero que te gusten.—Estoy segura de que sí.—Mi madre ha preguntado por ti.—¿Qué le dijiste?—Que estabas bien, pero que Julián te estaba molestando.—¿¡Qué!? ¿Por qué tuviste que abrir la boca?—Para que ella habla
Despierto algo desorientada, pero me doy cuenta de que estoy en la enfermería de la universidad.—Hola, Mía, qué bueno que despiertas. Soy la enfermera Nora. ¿Cómo te sientes?—Algo débil.—Es normal. Afuera está tu amiga Lucy y otros amigos preguntando por ti.—¿Y Santiago? ¿Dónde está mi profesor? —Creo que la enfermera me leyó la mente, porque me dice:—Estuvo todo el tiempo contigo, pero se tuvo que ir. Lo llamaron para un asunto importante. —Asiento y ella se va unos segundos. Luego aparece Lucy, quien me abraza con fuerza.—Amiga, estaba muy preocupada. Cuando Max me contó lo que pasó, vine corriendo, pero me llevé una gran sorpresa al ver al profesor Miller a tu lado. Por fortuna, Víctor no lo vio.—Menos mal.—¿Qué pasó, amiga? ¿Qué te dijo Max para que te pusieras así? —De solo acordarme de eso, me vuelvo a sentir indispuesta.—Lucy, no quiero hablar ahora de eso. Además, tengo que ir a la oficina porque hoy hay una reunión importante.—Mía, aún no estás recuperada.—Ya estoy
Estoy sentada en la sala de la casa de Santiago con una copa de vino, esperando a que él traiga unas cosas para curarme los golpes que me dio mi padre.—Aún no puedo creer todo lo que me cuentas —Santiago saca un algodón y alcohol—. Esto te dolerá un poco.Respiro profundo cuando siento el tremendo ardor que provoca el alcohol.—¡Joder, sí que duele!—Lo sé, nena, odio verte así —cuando termina, bota todo y regresa a donde estoy—. Mejor vamos a descansar, te ves agotada.—Lo estoy, pero mi mente no para de pensar en todo lo que mis padres me dijeron.—Olvídate de eso por hoy, ya mañana pensaremos qué hacer —subimos a la habitación y Santiago me presta una camisa para dormir. Ambos nos acostamos en la cama, le doy la espalda y él me rodea la cintura con su brazo—. Descansa, preciosa.—Tú también.Me despierto al notar los rayos del sol colarse por la ventana y, para mi sorpresa, amanezco bastante descansada. Veo que al lado mío hay ropa, lo cual me sorprende porque no sé a qué hora Sant
Me levanto temprano porque hoy tengo exámenes y no quiero llegar tarde. Me meto a la ducha y luego me pongo la ropa: un jean bota campana y una blusa blanca.Al bajar buscando a Santiago, me doy cuenta de que no está. Ayer ambos quedamos bastante enojados. Cuando llegamos a casa, él fue directo al despacho y se encerró, así que decidí no seguirle y me fui a dormir. Eso fue todo lo que pasó anoche.Termino los exámenes y siento cómo se me quita un peso de encima. Estos exámenes sí que me tenían estresada.—Hey, amiga, ¿cómo te fue en el examen?—Creo que bien, Lucy, ¿y a ti?—También. ¿Y con el sexy profesor? —Pongo mala cara y ella entiende—. ¿No han arreglado nada?—No, ayer estaba furioso porque fui a ese bar, pero hay algo que no te he contado.—¡Ay, Dios mío! ¿Qué pasó, Mía?—Ayer me besé con un tipo —ella abre los ojos a más no poder.—¿¡QUE HICISTE QUÉ!? —Pongo mis manos en su boca porque seguro ya llamó la atención de todos.—¡Por Dios, Lucy, baja la m*****a voz! ¿Acaso quieres
Llegamos al hospital y unas enfermeras me llevaron a un cubículo para que un médico me revisara. Durante ese tiempo, Santiago no se alejó de mí, pero por primera vez en mi vida, lo quería lo más lejos posible.—Buenos días, señorita. Cuéntame, ¿qué te pasa? —preguntó el médico.—Ayer alguien me dio una patada en esta parte —le señalo el lado derecho de mis costillas— y me duele mucho.—Levanta tu blusa para revisarte —dijo él.Como me duele mucho moverme, Santiago me ayuda, pero no le doy las gracias. La médica revisa el golpe, tocando varias veces, lo que provoca que gima de dolor.—Bueno, te haremos una radiografía para descartar que haya una costilla rota. Aunque no lo parece, me inclino más por una pequeña fisura, pero quiero estar segura.—Está bien, doctora - Unas enfermeras me ayudan a sentarme en una silla de ruedas y me llevan a la sala de rayos X.—Esto es rápido —comenta mientras me hacen la radiografía. Ahora me encuentro en la habitación esperando que la médica regrese. Lo