capitulo 15
Estoy sentada en la sala de la casa de Santiago con una copa de vino, esperando a que él traiga unas cosas para curarme los golpes que me dio mi padre.

—Aún no puedo creer todo lo que me cuentas —Santiago saca un algodón y alcohol—. Esto te dolerá un poco.

Respiro profundo cuando siento el tremendo ardor que provoca el alcohol.

—¡Joder, sí que duele!

—Lo sé, nena, odio verte así —cuando termina, bota todo y regresa a donde estoy—. Mejor vamos a descansar, te ves agotada.

—Lo estoy, pero mi mente no para de pensar en todo lo que mis padres me dijeron.

—Olvídate de eso por hoy, ya mañana pensaremos qué hacer —subimos a la habitación y Santiago me presta una camisa para dormir. Ambos nos acostamos en la cama, le doy la espalda y él me rodea la cintura con su brazo—. Descansa, preciosa.

—Tú también.

Me despierto al notar los rayos del sol colarse por la ventana y, para mi sorpresa, amanezco bastante descansada. Veo que al lado mío hay ropa, lo cual me sorprende porque no sé a qué hora Sant
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