Capítulo 30

Camila abrió la puerta de su casa y encontró a su madre esperándola en la sala, sentada con un té en las manos. Su rostro reflejaba una mezcla de emociones: preocupación, curiosidad y algo de resignación.

—Hija, por fin llegas. ¿Cómo te fue? —preguntó su madre, dejando la taza sobre la mesa.

Camila cerró la puerta detrás de ella y suspiró, dejando caer su bolso sobre el sofá.

—Todo salió bien, mamá. Ya... ya está hecho.

Su madre asintió lentamente, observándola con atención.

—¿Cómo te sientes? —preguntó después de un momento de silencio.

Camila se dejó caer en el sofá, apoyando la cabeza en el respaldo mientras miraba al techo.

—Rara... extraña. Es como si todo esto no fuera real, pero al mismo tiempo lo es. —Hizo una pausa y giró la cabeza para mirar a su madre—. ¿Tú cómo te sientes con todo esto?

La mujer suspiró y tomó las manos de su hija entre las suyas.

—Hija, no voy a mentirte. Es difícil aceptar que mi niña se case de esta forma, sin amor, sin una verdadera familia detrás. Per
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