Capítulo 31
Al llegar la hora del almuerzo, Alejandro se acomodó en su silla y presionó el botón del intercomunicador.

—María, ¿puedes venir un momento?

Pocos segundos después, su secretaria entró con un bloc de notas en la mano.

—¿Necesita algo, señor Ferrer?

Alejandro, con su tono autoritario pero calmado, le dio una orden precisa:

—Llama a Camila Morales. Quiero que venga a mi oficina inmediatamente.

María lo miró con un poco de curiosidad, pero no hizo preguntas.

—Por supuesto, señor. Ahora mismo.

Salió de la oficina para cumplir con la instrucción, mientras Alejandro se reclinaba en su silla, mirando por la ventana. "Es el momento perfecto para empezar a dejar claras las reglas," pensó.

Poco tiempo después, alguien llamó suavemente a la puerta.

—Adelante —dijo Alejandro sin apartar la mirada de sus documentos.

Camila entró con cierta cautela, sosteniendo su carpeta de trabajo.

—¿Me mandó a llamar, señor Ferrer? —preguntó, tratando de sonar serena a pesar de la tensión
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