Capítulo 36

Alejandro permanecía en silencio mientras conducía. Sus manos apretaban el volante con fuerza, dejando ver su molestia evidente. Camila, incómoda por la tensión, miraba de reojo, dudando si decir algo. Finalmente, llegaron a la nueva casa.

Alejandro estacionó el auto y salió sin decir palabra. Camila lo siguió rápidamente, aunque su mente estaba llena de preguntas. Al entrar, se encontró con una escena que no esperaba. Las cosas que Alejandro pidió están allí.

Una mujer uniformada apareció en la entrada principal y se inclinó levemente.

—Buenas noches, señor Ferrer. Todo está en orden como usted lo solicitó.

Camila la miró con sorpresa, y luego volteó hacia Alejandro, esperando una explicación.

—Ella es María —dijo Alejandro sin mucho preámbulo—. Será quien te ayude con la casa. Lo que necesites, pídelo a ella.

Camila frunció el ceño, claramente incómoda.

—¿Una sirvienta? Alejandro, yo puedo encargarme de mis cosas.

Él giró hacia ella con una expresión seria, aunque su tono fue algo m
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