—Bien, el primer juego de la noche se llama “Who is the King”—. Liam escuchaba la explicación de Jaison mientras sentía la mirada escrutadora de David sobre él.—Déjame adivinar, lo inventaste tú—. Se burló Zack y todos rieron, a excepción de David. No es que él lo estuviera mirando, pero debía reconocer que lo analizaba de soslayo.—Bueno, sí y no, en realidad me lo enseñó tu hermano—. Le respondió Jaison a su cuñado, siguiendo con la explicación con una sonrisa—. Digamos que es una adaptación BDSM del conocido juego “El Rey”. Esta es la dinámica del juego—. Todos pusieron atención—. Aquí tenemos un juego de barajas, solo tenemos nueve cartas, una por cada participante—. Jaison las desplegó sobre la mesa de centro mostrándolas boca arriba, formando un perfecto abanico y haciendo alarde de su excelente habilidad. Como dueño de una cadena de casinos, había aprendido muchas cosas—. Como pueden ver, cada carta contiene los números del uno al ocho y una tiene la corona de un rey. En cada
Guerra de titanes. En eso se había convertido este “saludable” juego de poder. Liam los observaba con la espalda pegada a la pared, junto con todos los demás asistentes, formando una fila parecida a la de un fusilamiento. Justo así era como se sentía en ese momento, mientras Jaison ataba las manos a sus espaldas a ambos dominantes, quienes tenían los ojos vendados.—Esto es lo que harán: todo buen Dom debe ser perceptivo y sensitivo —explicaba Jaison mientras les hacía un nudo de grillete—. Voy a guiarlos hasta cada una de las personas aquí presentes. Solo pueden usar su sentido del olfato, sin tener ningún contacto físico. Después deberán adivinar cuál de todos es… Liam.Liam abrió los ojos como platos al escuchar su nombre. Intentó hablar, pero Jaison le señaló que hiciera silencio. ¿Por qué lo estaba usando a él para esta prueba? ¿Acaso sabía algo? Jaison lo miró por encima del hombro de David y le dio un guiño sugerente. Maldito Jaison King.Jaison guió a ambos hombres hasta el in
La oscuridad había sido nuevamente su cómplice. Había conseguido doblegar y someter nuevamente a Liam. La forma en la que el cuerpo de Liam respondía hacia él era perfecta; era obvio lo que el chico sentía por él. ¿Pero, era por él? ¿O solo era por el revuelo de sensaciones que le hacía sentir ese caballero imaginario que había creado en su mente? ¿Estaba pensando en Mark? Una dolorosa punzada de celos hirió nuevamente su pecho. Liam lo quería en la oscuridad, pero a la luz y a la vista de todos, no era a él a quien quería, no era a él a quien se imaginaba. Fue por eso que, en el momento crucial y a pesar de lo mucho que se moría por volver a probar esos deliciosos labios, había encendido la luz. Quería verlo a los ojos y quería que Liam lo viera, que Liam lo besara y se derritiera por él, consciente de a quién besaba, que supiera a quién deseaba y a quién llamaba Amo. Pero solo comprobó dolorosamente lo que ya sabía, lo que sospechaba: Liam solo quería un Amo que lo sometiera, no un
Liam se separó suavemente de los brazos de Mark, incapaz de negar la verdad que se había revelado con tanta claridad. Quería gritar, decirle que ya lo sabía, que era un impostor, preguntar cuáles eran sus intenciones. Pero no era el momento ni el lugar. Necesitaba alejarse, tomar distancia y aclarar sus pensamientos.—Lo siento, Mark. Necesito un momento a solas. —Su voz apenas era un susurro, pero Mark lo escuchó y asintió, aunque con evidente preocupación.—Claro, bebé. Tómate tu tiempo. Estaré aquí si me necesitas. —“bebé” la palabra sonó desagradable en sus oídos. Mark le dio una última mirada antes de retroceder, dejando a Liam solo junto a la piscina. Liam respiró hondo, sintiéndose aliviado de la asfixia que Mark le provocaba. Caminó lentamente hacia la piscina y se sentó en el borde. Le hubiese gustado quitarse los zapatos y meter los pies en el agua, pero no podía; los químicos de la piscina le harían mucho daño. Así que solo cruzó sus piernas y observó su reflejo en la super
Liam guardó el teléfono en su bolsillo y se levantó decidido. Todavía tenía un asunto pendiente; alguien tenía que pagar por todo el dolor, el engaño y la decepción que estaba sintiendo en ese momento.Entró nuevamente a la sala donde todos sus amigos esperaban. Mark se levantó del cómodo sofá y se acercó a él con una sonrisa.—¿Te sientes mejor, bebé? —intentó abrazarlo.—No me llames bebé y no me toques, maldición.Todos en la habitación dejaron lo que estaban hablando y haciendo para poner atención a la pareja, pero solo fue Jaison quien habló.—Liam, ¿qué sucede? —preguntó preocupado.—Justo eso es lo que quiero averiguar —le respondió sin quitar la mirada del hombre mayor—. ¿Quién mierda eres? ¿Por qué estás tomando un lugar que no te corresponde? ¿Qué es lo que quieres?—Be… Liam, no sé de qué estás hablando —respondió Mark intimidado. Si bien era un hombre alto y fornido, no tenía nada que hacer ante Christian, Taylor y Jaison, que permanecían alerta en favor de su amigo.—¿Vas
Como si estuviera en el sillón de los acusados, se sentía David en este momento. A pesar de haber sido él mismo quien se había puesto en esa situación, se encontraba en la mesa de un restaurante donde había invitado a cenar a sus mejores amigos: sus hermanos, Taylor y Christian. Ambos lo miraban fijamente con los brazos cruzados sobre el pecho, habiendo terminado de cenar en un silencio incómodo. David presentía que sus amigos ya no estaban dispuestos a esperar y postergar más esta conversación.David miró a su alrededor, y como si no fuera suficiente con la mirada escrutadora de los dos hombres en su mesa, todos a su alrededor también los miraban y comentaban: tres hombres guapos e imponentes, cada uno de aspecto tan diferente, como si quisieran representar los sueños eróticos de cualquier mujer y hombre. Taylor con su aura de chico nerd y genio de los negocios, traje de tres piezas bien colocado a juego con sus lentes; Christian con su estatura colosal y aspecto de príncipe encantad
Había pasado poco más de un mes desde la última vez que Liam había visto y hablado con David, desde ese día en que había decidido alejarlo, pero sin importar qué, siempre se las arreglaba para colarse en sus pensamientos, igual que el sol se colaba a través de las rendijas de las persianas de los ventanales de su oficina cada mediodía, recordándole lo estúpido y débil que Liam era.Ya todos habían salido a almorzar y él se quedó en su escritorio, pensando igual que lo había hecho cada día desde aquel día. Si bien siempre evitaba el sol de mediodía, ahora parecía tener más motivos, y parecía ser más consciente de él.Se echó hacia atrás en su cómoda silla y levantó sus pies sobre el escritorio en una posición poco glamorosa, pero ¿a quién le importaba? Podía dejar de ser el Liam perfecto que todos querían y admiraban cuando se encontraba a puertas cerradas, o eso intentaba. Miró una vez más las tres rosas eternas que adornaban el lugar, levantándose ostentosas sobre la rústica caja de
El mocoso malcriado y caprichoso en su interior había salido a flote, apoderándose de Liam. Cuando la primera llamada se perdió, decidió volver a marcar. No estaba dispuesto a dejarse vencer tan fácilmente, pero toda determinación pareció desaparecer en el momento en que sintió la otra línea abierta y un completo silencio fue su saludo. ¿En qué estaba pensando para llamar de una manera tan precipitada? No tenía ningún plan a seguir, nada preparado para decir. Su mente se quedó en blanco por unos segundos, así que solo se le ocurrió recurrir una vez más a esas frases que a ambos tanto les gustaban, pero siguió sin haber ninguna respuesta. Así que solo quedaba ir a la segunda cosa que podía hacer hablar a David Olson: exasperarlo. Entonces había conseguido una respuesta, en forma de pregunta, algo fría y enojada, pero algo es algo. Había conseguido hacerlo hablar más de una frase ahora y ya se sentía ganador. Ahora tenía que lograr esa cita, y solo había una cosa a la que un Dom nunca p