Dos días después de la fiesta y ya de vuelta en LA, David sabía que era momento de averiguar qué estaba pasando realmente con la salud de Liam. Sentía que se estaban demorando demasiado y tenía la ligera sospecha de que Liam estaba evitando este paso. Tras llegar del viaje, ambos habían retomado sus rutinas; David tenía varios pendientes que se habían retrasado debido a la visita repentina, pero también había conseguido trabajo en un importante concesionario de autos, gracias a su participación en la revista. Sin embargo, la exposición pública también le había costado algo de privacidad. Ahora, todos los seguidores de Liam lo reconocían en la calle. Algunos se le acercaban de manera amistosa para saludar, pero otros no tanto. Medir casi dos metros y tener un aspecto rudo le servía para que no se le acercaran, pero los murmullos desagradables eran inevitables. David prefería ignorarlos; no quería causar problemas que afectaran la imagen de su novio.Desde entonces, habían estado hablan
David dibujaba círculos perezosamente en la espalda de Liam, agotados y saciados por el sexo. A pesar de que todo parecía tranquilo, Liam sabía que algo rondaba la mente de su novio. Había intentado evadir su sugerencia de ver a un nuevo médico; no entendía por qué David insistía en hacerlo. Ya tenía un médico que lo había estado tratando durante años, y lo veía con frecuencia para hacerse chequeos. Su enfermedad no tenía cura, y Liam ya había luchado mucho para aceptarlo una vez, así que no veía razones para despertar nuevas esperanzas. No quería arrastrar a David hacia la oscuridad en la que él vivía; lo mejor era hacer que se olvidara de eso.—Cariño, sé que estás despierto —dijo David, y el cuerpo de Liam se tensó ligeramente—. Sabes que tenemos que hacer esto. Necesito saber que todo está bien contigo y, si no es así, saber cómo manejarlo. Necesito escucharlo de primera mano.Liam resopló, levantó la cabeza, que descansaba en el pecho de David, y respondió:—Ya te mostré los últi
Durante todo el trayecto, Liam no había dicho una palabra. David lo miraba de reojo, preocupado. Sabía que algo hervía dentro de su novio, y no le gustaba cuando se cerraba así. Era como una olla a presión, y solo era cuestión de tiempo para que explotara. Aun así, decidió darle espacio. Sabía que Liam necesitaba procesar lo que acababan de descubrir, aunque el silencio lo angustiaba más con cada minuto.Cuando llegaron a la casa, todo se desencadenó.La casa estaba a oscuras, como siempre. Las gruesas cortinas y persianas impedían que el más mínimo rayo de sol penetrara. Liam recorrió el lugar con la mirada, sus ojos reflejando una mezcla de incredulidad y rabia. El ambiente se sentía denso, cargado de algo que David no podía explicar, hasta que, sin previo aviso, Liam gritó.—¡Malditos! —Liam corrió hacia las ventanas y comenzó a arrancar las cortinas con una fuerza que David jamás le había visto. Las telas se rasgaban en sus manos, mientras gritaba con una ira que parecía venir de
Liam estaba sanando, no solo físicamente, sino también emocional y psicológicamente. Se veía radiante, brillando más que el sol, floreciendo finalmente como la hermosa rosa que David siempre había visto en él. Sonreía con una sinceridad renovada, y se le notaba más seguro y confiado. Desde que conoció a los padres de David, algo en su interior se había liberado, como si finalmente hubiera encontrado el cierre de los ciclos de su vida. Había confrontado a sus propios padres, perdonándolos, pero dejando claro que ya no los quería en su vida. ED se encargó de la parte legal, y tanto Jackson como el Dr. Thomas estaban pagando las consecuencias de sus actos.Habían pasado tres meses desde que estaban oficialmente juntos, pero con todo lo que habían pasado y vivido parecía una eternidad. David creía que ya era hora de cambiar el collar por un anillo. Liam se había empeñado en mantener el collar durante todo este tiempo, a pesar de que David le había dicho que podía quitárselo si quería. Des
David sentía que algo estaba mal. Habían pasado más de cuarenta minutos desde la hora en que Liam debía haber llegado al restaurante, y aunque su novio era conocido por su impuntualidad, nunca se había demorado tanto sin avisar. Intentó llamarlo varias veces, pero las llamadas no conectaban. El miedo comenzaba a apoderarse de él, a pesar de que trataba de mantener la calma frente a su familia y amigos.Algo no está bien. Esa frase, repetida una y otra vez en su mente, comenzó a hacer eco en su cuerpo. Cada latido de su corazón se aceleraba al mismo ritmo que su respiración. Se levantó de la mesa por enésima vez, caminando de un lado a otro, incapaz de permanecer quieto. El ambiente, antes lleno de emoción y expectativas, ahora se sentía opresivo. Sentía las miradas preocupadas de todos, pero no podía detenerse.En ese momento, una llamada entró en el teléfono de David. Era un número desconocido, y el mal presentimiento que tenía se asentó más en su pecho. Contestó de inmediato y una v
Todo estaba oscuro. Liam no podía moverse. Algo pesado y sofocante mantenía su cuerpo paralizado, como si lo aprisionara contra el suelo. Intentó abrir los ojos, pero era como si estuvieran sellados. El dolor se propagaba por todo su ser, y cada intento de moverse lo hacía más insoportable.¿Qué pasó? ¿Dónde estaba?La realidad comenzó a filtrarse lentamente en su mente, como una gota de agua llenando un vaso vacío. Recordó el frío… los gritos… y esa sensación de estar atrapado, impotente. De repente, el peso en su pecho aumentó cuando la imagen de la bodega lo golpeó como un martillo. El miedo se apoderó de él antes de que pudiera detenerlo.¿Lo habían encontrado? ¿O seguía atrapado en ese infierno?Con esfuerzo, deslizó una mano temblorosa hacia su cuello. Algo faltaba. Al sentir la ausencia del collar, el horror de los recuerdos lo envolvió. Ryan, golpeándolo, forcejeando para quitarle el collar, exigiéndole el código de David... NO.¿David se lo había dado? ¿Lo había traicionado?
Había pasado un mes desde aquel espantoso día. Con la ayuda de sus amigos, los señores Olson y, sobre todo, de David, Liam ya no se alteraba al recordarlo. Se sentía más seguro de sí mismo y de su entorno. Sabía que ya no estaba solo, que tenía a muchas personas que lo amaban y lo cuidaban. Entre ellas, Zaid Evans, su nuevo guardaespaldas. Zaid era un ex SEAL, muy bien entrenado, organizado y profesional. Había logrado ganarse la confianza de todos. Liam, además, sospechaba que algo sucedía entre Zaid y ED. Ambos se mantenían al margen del otro, a menos que fuera absolutamente necesario, pero la tensión y las chispas que saltaban entre ellos cada vez que se miraban no se podían negar. Era jodidamente divertido.Hoy, Liam se mudaba nuevamente a su casa, después de haber pasado el último mes viviendo en casa de David y sus padres. Zaid ya había hecho un reconocimiento del lugar y tomado todas las medidas de seguridad necesarias antes de que Liam llegara.—Bienvenido de regreso a casa —d
52 EpílogoSeis meses después, el sol brillaba radiante sobre el campo de rosas del Exposition Park, donde los preparativos para la boda de Liam y David estaban en pleno apogeo. Las flores adornaban cada rincón, creando un despliegue de colores vibrantes y aromas dulces que llenaban el aire. Las mesas estaban elegantemente decoradas con manteles blancos y centros de mesa de rosas rojas, en honor al amor que había florecido entre ellos.Liam estaba en la suite nupcial, acompañado por sus padrinos de bodas, Taylor y ED. La nerviosidad y la emoción se mezclaban en el ambiente mientras el estilista ajustaba el último detalle de su esmoquin. Liam se miró en el espejo, con una sonrisa dibujada en su rostro. El reflejo revelaba a un hombre que había encontrado la paz y la felicidad después de un largo camino lleno de desafíos. El anillo, un simple pero elegante diseño plateado, descansaba en su dedo, recordándole el compromiso que había hecho con David.—Te ves asquerosamente feliz —la voz d