Durante todo el trayecto, Liam no había dicho una palabra. David lo miraba de reojo, preocupado. Sabía que algo hervía dentro de su novio, y no le gustaba cuando se cerraba así. Era como una olla a presión, y solo era cuestión de tiempo para que explotara. Aun así, decidió darle espacio. Sabía que Liam necesitaba procesar lo que acababan de descubrir, aunque el silencio lo angustiaba más con cada minuto.Cuando llegaron a la casa, todo se desencadenó.La casa estaba a oscuras, como siempre. Las gruesas cortinas y persianas impedían que el más mínimo rayo de sol penetrara. Liam recorrió el lugar con la mirada, sus ojos reflejando una mezcla de incredulidad y rabia. El ambiente se sentía denso, cargado de algo que David no podía explicar, hasta que, sin previo aviso, Liam gritó.—¡Malditos! —Liam corrió hacia las ventanas y comenzó a arrancar las cortinas con una fuerza que David jamás le había visto. Las telas se rasgaban en sus manos, mientras gritaba con una ira que parecía venir de
Liam estaba sanando, no solo físicamente, sino también emocional y psicológicamente. Se veía radiante, brillando más que el sol, floreciendo finalmente como la hermosa rosa que David siempre había visto en él. Sonreía con una sinceridad renovada, y se le notaba más seguro y confiado. Desde que conoció a los padres de David, algo en su interior se había liberado, como si finalmente hubiera encontrado el cierre de los ciclos de su vida. Había confrontado a sus propios padres, perdonándolos, pero dejando claro que ya no los quería en su vida. ED se encargó de la parte legal, y tanto Jackson como el Dr. Thomas estaban pagando las consecuencias de sus actos.Habían pasado tres meses desde que estaban oficialmente juntos, pero con todo lo que habían pasado y vivido parecía una eternidad. David creía que ya era hora de cambiar el collar por un anillo. Liam se había empeñado en mantener el collar durante todo este tiempo, a pesar de que David le había dicho que podía quitárselo si quería. Des
David sentía que algo estaba mal. Habían pasado más de cuarenta minutos desde la hora en que Liam debía haber llegado al restaurante, y aunque su novio era conocido por su impuntualidad, nunca se había demorado tanto sin avisar. Intentó llamarlo varias veces, pero las llamadas no conectaban. El miedo comenzaba a apoderarse de él, a pesar de que trataba de mantener la calma frente a su familia y amigos.Algo no está bien. Esa frase, repetida una y otra vez en su mente, comenzó a hacer eco en su cuerpo. Cada latido de su corazón se aceleraba al mismo ritmo que su respiración. Se levantó de la mesa por enésima vez, caminando de un lado a otro, incapaz de permanecer quieto. El ambiente, antes lleno de emoción y expectativas, ahora se sentía opresivo. Sentía las miradas preocupadas de todos, pero no podía detenerse.En ese momento, una llamada entró en el teléfono de David. Era un número desconocido, y el mal presentimiento que tenía se asentó más en su pecho. Contestó de inmediato y una v
Todo estaba oscuro. Liam no podía moverse. Algo pesado y sofocante mantenía su cuerpo paralizado, como si lo aprisionara contra el suelo. Intentó abrir los ojos, pero era como si estuvieran sellados. El dolor se propagaba por todo su ser, y cada intento de moverse lo hacía más insoportable.¿Qué pasó? ¿Dónde estaba?La realidad comenzó a filtrarse lentamente en su mente, como una gota de agua llenando un vaso vacío. Recordó el frío… los gritos… y esa sensación de estar atrapado, impotente. De repente, el peso en su pecho aumentó cuando la imagen de la bodega lo golpeó como un martillo. El miedo se apoderó de él antes de que pudiera detenerlo.¿Lo habían encontrado? ¿O seguía atrapado en ese infierno?Con esfuerzo, deslizó una mano temblorosa hacia su cuello. Algo faltaba. Al sentir la ausencia del collar, el horror de los recuerdos lo envolvió. Ryan, golpeándolo, forcejeando para quitarle el collar, exigiéndole el código de David... NO.¿David se lo había dado? ¿Lo había traicionado?
Había pasado un mes desde aquel espantoso día. Con la ayuda de sus amigos, los señores Olson y, sobre todo, de David, Liam ya no se alteraba al recordarlo. Se sentía más seguro de sí mismo y de su entorno. Sabía que ya no estaba solo, que tenía a muchas personas que lo amaban y lo cuidaban. Entre ellas, Zaid Evans, su nuevo guardaespaldas. Zaid era un ex SEAL, muy bien entrenado, organizado y profesional. Había logrado ganarse la confianza de todos. Liam, además, sospechaba que algo sucedía entre Zaid y ED. Ambos se mantenían al margen del otro, a menos que fuera absolutamente necesario, pero la tensión y las chispas que saltaban entre ellos cada vez que se miraban no se podían negar. Era jodidamente divertido.Hoy, Liam se mudaba nuevamente a su casa, después de haber pasado el último mes viviendo en casa de David y sus padres. Zaid ya había hecho un reconocimiento del lugar y tomado todas las medidas de seguridad necesarias antes de que Liam llegara.—Bienvenido de regreso a casa —d
52 EpílogoSeis meses después, el sol brillaba radiante sobre el campo de rosas del Exposition Park, donde los preparativos para la boda de Liam y David estaban en pleno apogeo. Las flores adornaban cada rincón, creando un despliegue de colores vibrantes y aromas dulces que llenaban el aire. Las mesas estaban elegantemente decoradas con manteles blancos y centros de mesa de rosas rojas, en honor al amor que había florecido entre ellos.Liam estaba en la suite nupcial, acompañado por sus padrinos de bodas, Taylor y ED. La nerviosidad y la emoción se mezclaban en el ambiente mientras el estilista ajustaba el último detalle de su esmoquin. Liam se miró en el espejo, con una sonrisa dibujada en su rostro. El reflejo revelaba a un hombre que había encontrado la paz y la felicidad después de un largo camino lleno de desafíos. El anillo, un simple pero elegante diseño plateado, descansaba en su dedo, recordándole el compromiso que había hecho con David.—Te ves asquerosamente feliz —la voz d
Cuando tenía quince años y vivía en Los Ángeles con sus padres, David era un chico soñador, que en plena adolescencia se prometía a si mismo nunca perder el niño interior, estaba de acuerdo con el niño narrador de “el principito” que decía que las personas mayores pierden la percepción de su entorno, nunca pueden entender algo por si solas y es aburrido para los niños tener que explicarles todo. Ah, olvidaba decirles que David era un fan de dicho libro, desde la primera vez que sus padres se lo leyeron, quedo completamente fascinado, aprendió a leer tan rápido como pudo solo para poder leerlo cada vez que quisiera y hasta el sol de hoy, ya ha perdido la cuenta de cuantas veces lo ha hecho, así que sin saberlo, o tal vez si lo sabia un poco, visionaba su vida y su futuro por fragmentos del libro, decía querer ser piloto para así conocer muchos lugares del mundo, pero además seria mecánico de aviones porque no se arriesgaría a que una avería lo mantuviera anclado a un lugar por mucho ti
David vivió en University park al sur de Los Ángeles hasta terminar sus estudios de mecánica, donde conoció a su mejor amigo Christian, amaba vivir con sus padres que siempre lo apoyaron y alentaron a seguir su corazón y sus sueños, así que en cuanto vio la oportunidad de despegar del hogar hacia Seal Beach un lugar lleno de playa, sol y mar, y donde además podría trabajar en lo que tanto le gustaba, no lo pensó dos veces Los padres de Christian tenían dos talleres mecánicos económicamente estables y rentables, y lo acogieron no solo como un aprendiz y empleado, sino como un hijo más, pero cuando la desgracia toco la puerta de aquella familia haciéndolos caer casi en la ruina y después la muerte de ambos padres, dejando a su amigo solo con su hermano menor, no había manera que los abandonara cuando mas lo necesitabanPero ya habían pasado algunos años después de eso y ahora sus amigos se encontraban mejor que nunca, ahora ambos vivían en Los Ángeles con sus novios en el que encontra