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David vivió en University park al sur de Los Ángeles hasta terminar sus estudios de mecánica, donde conoció a su mejor amigo Christian, amaba vivir con sus padres que siempre lo apoyaron y alentaron a seguir su corazón y sus sueños, así que en cuanto vio la oportunidad de despegar del hogar hacia Seal Beach un lugar lleno de playa, sol y mar, y donde además podría trabajar en lo que tanto le gustaba, no lo pensó dos veces  

Los padres de Christian tenían dos talleres mecánicos económicamente estables y rentables, y lo acogieron no solo como un aprendiz y empleado, sino como un hijo más, pero cuando la desgracia toco la puerta de aquella familia haciéndolos caer casi en la ruina y después la muerte de ambos padres, dejando a su amigo solo con su hermano menor, no había manera que los abandonara cuando mas lo necesitaban

Pero ya habían pasado algunos años después de eso y ahora sus amigos se encontraban mejor que nunca, ahora ambos vivían en Los Ángeles con sus novios en el que encontraron ese complemento tan anhelado y el que fueran asquerosamente ricos, era solo un plus a la fantástica formula, porque si algo tenían Chris y Zack, era que nunca les gusto que les regalaran nada, bueno en ese aspecto también se sentía muy identificado con ellos; la verdad es que si había algo que le envidiara a sus amigos era el haber podido encontrar el amor verdadero, aquella rosa única que el destino había preparado para ellos, mientras que David sin haberlo querido ni planeado, se había convertido en un picaflor, saltando cada día de rosa en rosa, pero aun no encontraba aquella que tuviera el dulce néctar que lo hiciera quedarse allí para siempre, como tanto lo anhelaba

Si, la gente podía decir de David que era un mujeriego, y él no les diría lo contrario, le importaba poco lo que pensaran de él, pero lo cierto era que muy en el fondo era un dulce romántico, que gracias a la crianza de unos padres amorosos y a un montón de cuentos infantiles, en especial el principito, el seguía soñando con tener su propio cuento de hadas, en el que encontraría su rosa especial al igual que el principito, con quien al fin sentiría putos fuegos artificiales estallar en su interior como le había sucedido tan solo una vez hace quince años cuando era tan solo un muchacho, así que sabia que esa mujer existía, ya el destino se la había presentado y no se conformaría con menos que eso, pero mientras tanto… disfrutar de otras flores, no estaba mal

Seguía manteniendo la esperanza de encontrar a su chica, por eso no dejaba de volver constantemente a Los Ángeles, para ver si un golpe de suerte lo llevaba a cruzarse en el camino de aquella bella mujer que lo visito en la puerta de la casa de sus padres hace varios años.

Siempre que venia a visitar a sus padres y a sus amigos, encontraba el espacio para ir a bares, clubes, fiestas, parques, e incluso bibliotecas (pues no sabía que lugares le gustaba frecuentar a su rosa) buscando una chica rubia de ojos color zafiro con la cual pasar la noche, a sus treinta años ya se había llevado a la cama una gran cantidad de chicas con dichas características, pero la verdad era que no pasaba de ser solo placer sexual

David, en su estado normal y frecuente, era una persona esperanzada y de un espíritu alegre y libre, pero por alguna razón, hoy, no era uno de esos días, unas muy, muy pocas veces se sentía cansado de buscar una aguja en un pajar, por eso esa noche iría al club BDSM que solía frecuentar algunas veces cuando venia a LA, tal vez solo necesitaba un poco de diversión…

_ tierra llamando a Dav

… pero eso sería después terminar de hornear las galletas que su madre hacia y llevaba junto a su padre a los hogares de paso y orfanatos, desde hace muchos años. Fue así como conoció a otro de sus amigos, Taylor Summer, y si alguien ponía en duda las sincronicidades del destino, la amistad de ellos era una fiel prueba de que el universo siempre tenía personas y situaciones preparadas especialmente para nosotros, solo había que estar atento a las señales…

_ tierra llamando a Dav, segundo llamado

… pero esa historia talvez se las contaría otro día

_ estoy aquí mamá

_ en cuerpo, si, tu mente…mmm… permíteme dudarlo_ David sonrió, así era su madre, nunca faltaban las risas con ella_ me alcanzas las chispas de chocolate?

_ claro_ Las tomo de lo mas alto del estante y se las entrego, todavía no entendía por qué su madre las colocaba en ese lugar

_ ¿qué harás esta noche? _ pregunto su madre

_ mmm, no lo sé. Estaba pensando en ir al Darknees_ su madre se sonrojó, conocía los gustos algo pervertidos de su hijo, no tenían ningún secreto, pero eso no dejaba de afectarle un poco_ mamá tu preguntaste_ David sonrió

_ lo se hijo, sabes que no te reprocho nada, siempre y cuando no te haga daño, ni le haga daño a nadie, es tu vida, y me parece bien que salgas y te diviertas un poco

_ gracias mamá, eres la mejor_ David encorvó su metro noventa para darle un beso en la frente

Llego al club Darknees aproximadamente a las nueve de la noche, lo que era temprano para la vida nocturna de LA, pero le gustaba hacerlo así para poder ubicarse en un lugar estratégico desde donde podía ver a todas las personas que entraban y así escoger su presa para jugar esta noche.

Se acerco al bar y pidió su bebida habitual, una cerveza artesanal, y se acomodo de espaldas a la barra con postura dominante, el lugar era amplio y en contraste con su nombre era muy iluminado, por lo menos en esta parte, a la que denominaban la Social Zone, aquí podías sentarte a disfrutar del show de la noche, y las distintas escenas que se montaban en tarima, era aquí donde tenías la oportunidad de ver y encontrar lo que te gustaba o preferías, se podía socializar, interactuar y seducir, pero no podías tener sexo en esta área, para eso estaban las habitaciones, que se dividían en diferentes tipos: estaban las Couple Room, que como su nombre lo indica eran habitaciones de pareja, o más bien para dos, aunque no fueran pareja, nada del otro mundo, lo único era que al igual que todas las habitaciones, estaban completamente equipadas con juguetes y herramientas para bondage, sadomasoquismo y juegos D/s. estaban las Diverse Room, donde podías invitar a una o más personas a jugar contigo y tu pareja, o hacer swinger, y estaban las Dark Room, que eran habitaciones completamente oscuras, donde interactuabas con la pareja utilizando todos los sentidos menos la visión, esta habitación le gustaba mucho a las personas que no querían dar a conocer su identidad o las que simplemente les gustaba experimentar algo un poco más extremo, cada habitación y zona tenia sus propias reglas y debían ser conocidas y respetadas por todos los clientes, además de los códigos de brazaletes de colores que usaban los sumisos sin pareja: Azul: busca Dom; Rojo: busca Domina; Si usaba las dos manillas no le importaba el género; los que no llevan manillas o eran subs tomados o eran Dominantes; saber eso te evitaba muchos dolores de cabeza

David llevaba un buen rato en su lugar estratégico del bar, el lugar empezaba a llenarse de personajes diversos, pero el aun no encontraba lo que buscaba, adivinaste, una hermosa sumisa que tuviera cabellos dorados y ojos azules como el océano, le dio un repaso mas con la mirada a todo el salón, observo como muchos sub lo observaban con deseo y ganas de que se les acercara, pero hoy no estaba de humor para eso

Se empino la botella de cerveza tomado el ultimo trago, la coloco en la barra, se levantó y con un aire decepcionado se dirigió a una Dark Room, tal vez hoy era un día para dejar actuar al destino, tomo el marcador y en el tablero que tenía la puerta de la habitación, para que la primera persona que entrara, escribiera lo que buscaba, y en que había escrito muchas veces las mismas características “Dominante espera sumisa, cabello rubio, ojos azules, cuerpo delgado y estilizado… bla bla bla”, pero esta vez lo pensó mejor y solo escribió una frase, y luego entró cerrando la puerta sin seguro, ya había puesto la carnada, ahora solo quedaba esperar

_ okey destino, sorpréndeme_ susurró para si mismo

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