La reunión sobre el proyecto de inversión se llevó a cabo en una sala de conferencias elegante y moderna, ubicada en el corazón del distrito financiero. La sala estaba decorada con muebles de diseño contemporáneo, con una larga mesa de madera oscura en el centro y sillas de cuero negro.
Sobre la mesa, estaban dispuestos ordenadamente varios documentos y carpetas, junto a botellas de agua mineral y copas de cristal.
Norman llegó un poco antes de la hora acordada, ansioso y con una determinación evidente en su semblante. Los otros hombres presentes, todos vestidos con trajes impecables, conversaban en pequeños grupos mientras esperaban el inicio de la reunión.
Richard Morgan, el anfitrión de la reunión, se destacaba por su presencia imponente y su actitud segura. Estaba de pie junto a una pantalla grande, donde se proyectaban gráficos y datos relevantes sobre el proyecto de inversión. Su asistente, una mujer eficiente y pulcra, repartía folletos informativos a cada uno. Todo esto daba alusión de que la reunión era completamente seria.
Cuando la reunión comenzó, Richard Morgan se dirigió al frente de la sala, captando la atención de todos los presentes.
Luego de una breve introducción, fue al grano. Dio todos los detalles del proyecto, hasta llegar al punto que más le interesaba a Norman.
—El mínimo para invertir es de cinco millones de dólares. Es una cantidad significativa, pero la revalorización proyectada y el retorno de inversión están prácticamente garantizados.
Norman sintió un nudo en el estómago. Cinco millones de dólares era una cantidad exorbitante, pero, aunque estaba en aprietos, no podía dejar pasar esta oportunidad.
Tras terminar la reunión, Norman se aproximó a Richard.
—Definitivamente quiero ser parte de esto, pero necesitaré algo de tiempo para reunir los fondos.
—Entiendo, Norman. Sin embargo, no podemos esperar mucho. Todo está calculado y debemos comenzar lo antes posible. Te daré un plazo de 15 días para que consigas el dinero.
Norman apretó los dientes, decidido.
—Lo conseguiré a toda costa. Considérame dentro.
Una vez que Norman salió de la sala, Richard sacó su teléfono y llamó a Alister.
—Está hecho. Norman invertirá, me lo ha confirmado.
—Excelente —respondió Alister con una sonrisa, agradecido por la información. Terminó la llamada y marcó a Samira para mantenerla al tanto—. Ya está confirmado. Norman será un inversor en el proyecto —declaró el Alfa.
—¿De verdad? —replicó la humana—. Entonces, cayó en la trampa.
—Así es, y todo gracias a ti —comentó Alister—. Conocías sus ambiciones y nos ayudaste a elaborar un plan que lo atrajera.
Desde el otro lado del teléfono, Samira sonrió, sintiéndose aliviada y agradecida por la cercanía y el apoyo de Alister.
—Sin ti no lo habría logrado —manifestó—. Estoy realmente agradecida.
Samira empezó a sentirse algo ansiosa. Finalmente, después de tanto tiempo de planificarlo, su venganza se llevaría a cabo.
*****
Norman preparó sus documentos, decidido a encontrar la forma de conseguir el dinero para la inversión. Al principio, tenía planeado casarse con una mujer de buena familia y con una considerable fortuna. Esa mujer era su amante por la que había intentado acabar con la vida de Samira. No estaba precisamente enamorado de ella, sino que la veía como una llave para tener acceso a un círculo de poder e influencia que deseaba desde hace mucho tiempo.
Sin embargo, ese plan se había derrumbado, pues la amante no se presentó en la boda. Intentó ponerse en contacto con ella en numerosas ocasiones, pero siempre recibía la misma respuesta: silencio. La mujer lo estaba evitando, y nadie sabía por qué.
Desesperado y sin tiempo que perder, Norman se vio obligado a optar por una ruta alternativa: los préstamos bancarios. Sabía que sería un camino difícil, pero no tenía otra opción si quería participar en el proyecto de inversión de Richard Morgan.
Sentado en una oficina decorada con maderas oscuras y ventanales que daban a la ciudad, Norman expuso su solicitud con elocuencia.
—Necesito un préstamo significativo para una inversión con un alto potencial de ganancia. Mi historial financiero habla por sí mismo y estoy seguro de que esta oportunidad será altamente rentable —dijo Norman, ocultando su ansiedad detrás de una máscara de confianza. Norman era un completo idio-ta y francamente no era de confiar, pero curiosamente mantenía un historial financiero limpio.
—La cantidad que solicita es bastante alta, señor Carter —indicó el gerente del banco—. Necesitaremos tiempo para evaluar su solicitud.
Sin desanimarse, Norman fue un busca de otro banco, donde presentó su caso a un panel de evaluadores. En una sala de conferencias moderna, enfrentó preguntas rigurosas sobre su capacidad para manejar una deuda tan grande.
—Mi historial financiero demuestra mi capacidad para generar beneficios importantes. Con este préstamo, podré capitalizar una oportunidad única —afirmó, convenciendo lentamente a los evaluadores con su persistencia y conocimiento.
Después de días de intensas negociaciones y presentaciones repetidas, Norman logró asegurar los préstamos necesarios. Cada aprobación de un banco era una victoria, una señal de que su determinación y capacidad para convencer a otros estaban dando frutos.
Finalmente, con el capital asegurado, Norman se sintió invencible. Ya estaba listo para reconfirmar su participación en el proyecto. Se contactó con Richard Morgan y aseguró que los fondos estarían disponibles dentro del plazo de 15 días.
Mientras tanto, en la oficina empresarial de Alister, éste recibió una llamada. Tenía a uno de sus miembros siguiendo los pasos de Norman, quien le informó sobre los múltiples préstamos que había hecho.
El Alfa sonrió, Norman había caído por completo.
Llamó a Samira para mantenerla informada, el plan se estaba llevando a cabo con éxito.
*****
Cierta noche en la que Alister estaba llegando tarde de la empresa, Samira estaba en la cocina, ayudando a los cocineros a preparar la cena. Mientras colocaba los platos en la mesa, Evangeline entró en el comedor y sus ojos se estrecharon al ver a Samira trabajando.
—Qué sorpresa verte haciendo algo —dijo Evangeline con una sonrisa sarcástica—. Supongo que estás intentando justificar tu estancia aquí después de todo lo que te he dicho.
—¿De qué hablas? Siempre he tratado de ayudar en la casa y ser de utilidad. Lo hice desde que empecé a vivir aquí —se defendió.
Evangeline se acercó más, susurrando con una voz cortante.
—Ayudar, claro. Pero dime, ¿realmente crees que es suficiente? Vivir aquí como una recogida, sin aportar nada significativo a esta casa o a la empresa. ¿Crees que es suficiente con el simple hecho de colocar los platos sobre la mesa? ¿Eh?
—¿Qué pasa aquí? —la voz de Alister resonó repentinamente en todo el comedor, asustando por un instante a Evangeline.
Ella fingió inocencia y se acercó rápidamente a Alister.
—Buenas noches, Alfa —soltó con dulzura—. Solo estaba comentando que todos en la manada aportan algo, ya sea trabajando en la empresa o como sirvientes. ¿Qué es lo que Samira ha hecho por el Clan hasta ahora?
Alister se apartó de Evangeline y se acercó a Samira, colocando una mano protectora en su hombro.
—Sé que Samira ayuda con las tareas de la casa. Los sirvientes me han dicho que es una mujer muy trabajadora.
Evangeline levantó una ceja, demostrando su desacuerdo.
—Discúlpeme, Alfa. Con todo el respeto que le tengo a usted, lo que esta humana hace en la casa no basta. Muchos de la manada se han preguntado: ¿Por qué está realmente aquí? Debería estar trabajando y trayendo dinero. Todos los miembros de la manada hacemos algo por la empresa, y los que no están en la empresa son sirvientes. Entonces, ¿en dónde encaja esta humana? ¿Será parte de la empresa o una sirvienta más en la casa?
Aunque sabía que la loba solo buscaba molestarla, Samira encontró algo de razón en sus palabras. Alister estaba dispuesto a ayudarla con su venganza y, además, la tenía viviendo bajo su mismo techo. ¿Qué es lo que ella podía hacer por él?
—Es verdad —agregó Samira—. Debería hacer algo más por la manada y por ti, como agradecimiento por recibirme en tu hogar. He tratado de ser de utilidad en la casa, pero quizás no sea suficiente.
Alister la miró con una sonrisa tranquilizadora.
—Es más que suficiente, Samira. No tienes que presionarte. Estás aquí porque yo te he traído, porque prometí que te ayudaría. Así que no tienes que hacer nada que no desees. Todo está bien.
Evangeline frunció el ceño, pero no pudo decir nada más. Samira sintió una mezcla de alivio y gratitud hacia Alister, aunque también un poco de incertidumbre sobre su lugar en la casa.
Mientras servían la cena, Evangeline se mantuvo en silencio, pero su mirada seguía siendo fría y despectiva. No dejaba de pensar, ¿qué más podía hacer para que el Alfa desviara su atención de la humana? ¿O a qué podía recurrir para que Samira se canse y se marche por su propia voluntad?
Norman estaba sentado en su oficina, mirando con satisfacción el informe que Richard Morgan le había enviado. La compra de los terrenos había sido un éxito y todo parecía ir según lo planeado. Había invertido cinco millones de dólares en el proyecto de bienes raíces liderado por Richard. La promesa de una revalorización significativa lo había convencido de que, si no aprovechaba esta oportunidad, se arrepentiría.Durante las primeras semanas, los informes de progreso eran alentadores. Richard Morgan mostraba gráficos y proyecciones que indicaban un aumento en el valor de los terrenos. Norman se sentía confiado y optimista, visualizando ya los retornos que convertirían su inversión en una fortuna.Sin embargo, lo que Norman no podía prever eran los factores externos que amenazaban el éxito del proyecto.—Norman, necesitamos hablar —dijo Richard, con una expresión grave en su rostro. Ambos se hallaban en la oficina del señor—. Han surgido algunos problemas imprevistos.Norman frunció el
Yimar llevó a Evangeline a que le revisaran el brazo y luego la llevó a su dormitorio. Mientras tanto, el Alfa se acercó a la sala, donde Samira estaba sentada, con la mirada perdida en la taza de té que había preparado.—Samira —comenzó Alister—. Necesitamos hablar sobre lo que pasó en la cocina. Samira levantó la vista, con el semblante serio, pero la mirada invadida por la pesadumbre.—Alister, yo nunca haría algo así. Como ya te he dicho, yo no empujé a Evangeline. Ella tropezó sola.El Alfa se sentó a su lado, tomando sus manos entre las suyas. —¿Sabes? En verdad te creo incapaz de lastimar a alguien de esta manera —reveló—. Por otro lado, el hecho de pensar que Evangeline está mintiendo, es igual de grave. Dime, ¿porqué hay tanta tensión entre ustedes? ¿Porqué tendría ella la necesidad de decir una mentira como esa? ¿Qué está pasando? Samira suspiró profundamente. —No lo sé. Desde el primer día en que llegué aquí, Evangeline ha estado a la defensiva conmigo. Nunca le
En la elegante oficina de la casa, Alister estaba sentado detrás de su amplio escritorio. Samira se encontraba frente a él y su semblante reflejaba curiosidad ante lo que el Alfa diría a continuación.—Finalmente está hecho —comenzó Alister, rompiendo el silencio—. Norman está arruinado. Es muy probable que pierda todo lo que tiene debido a sus grandes deudas. Si tiene ahorros, lo perderá. Y cuando no le quede nada más, probablemente tenga que dar la casa como garantía de pago. El banco podría incluso exigirlo. Samira lo escuchó con atención, sintiendo una oleada de emociones contradictorias. —A este paso, Norman terminará en la calle —agregó el Alfa. Los ojos de Samira se nublaron mientras asimilaba la información. Recordó todos los momentos de sufrimiento que había pasado por culpa de Norman, el hombre que había destruido su vida y le había arrebatado a su hijo. Sentía satisfacción al saber que finalmente pagaría por sus acciones, que recibiría lo que se merecía. Sin embarg
Norman sintió que el mundo se cerraba sobre él. Quince años trabajando sin ver un centavo para sí mismo. La idea lo abrumaba y la desesperación se mezclaba con la humillación. Antes de la inversión, había tenido una vida relativamente estable, sin grandes lujos, pero sin grandes deudas. Ahora, había perdido todo eso y más. Su estabilidad económica se había esfumado y el orgullo que alguna vez tuvo estaba completamente destrozado.—¿Pero cómo voy a sobrevivir yo? —preguntó Norman, intentando mantener la calma. —Seré generoso y apartaré cierta cantidad para darte a ti. Esa cantidad será suficiente para que sobrevivas, pero tendrás que hacer todo lo posible para administrarla bien. No te daré más. Tendrás que ser sumamente cuidadoso y saber manejar tu dinero con madurez. Si pierdes eso, no hay manera de que yo te dé más, porque tendrás una deuda conmigo. Espero que entiendas la responsabilidad que implica esto.Norman sintió cómo su corazón se hundía aún más. La idea de tener que viv
El auto de Alister aumentó su velocidad y Samira se agarró al asiento y a la puerta, tratando de mantenerse firme. —¡Esto es peligroso, Alister! ¡La carretera está resbaladiza! —exclamó. —Lo sé —respondió él, con la voz tensa—. Pero detenernos sería aún más peligroso.Si Alister se encontraba solo, no tendría problema en detenerse y bajar para ver quiénes los estaba siguiendo, además de preguntarle directamente qué querían. Sin embargo, estaba con Samira, quien no solo era una humana frágil, sino que se trataba de su mate. No estaba dispuesto a ponerla en riesgo. —Samira, escúchame —agregó el Alfa—. Sé que estás asustada, pero necesito que seas valiente en este momento. Agárrate fuerte porque avanzaré más rápido. Haré lo que sea necesario para protegerte.Samira, aunque aterrorizada, asintió. —Tú también tienes que estar bien. No quiero ser la única que se salve —manifestó. Alister aceleró aún más, mientras los tres coches seguían persiguiéndolos implacablemente. La carret
Alister se encontraba en su habitación, sentado en el borde de la cama. Sus heridas fueron recién atendidas por Jonás, así que unos vendajes cubrían sus brazos y torso y el dolor persistente era un recordatorio de la reciente batalla. A pesar de todo, sus pensamientos estaban con Samira. Después de un rato de soledad, un suave golpeteo en la puerta lo sacó de su estado absorto. —¿Quién es? —preguntó, con su voz resonando en la silenciosa habitación. —Soy yo, Samira —respondió ella desde el otro lado. Alister sintió un alivio inexplicable y le dio permiso para entrar. Samira abrió la puerta y, tras cruzar el umbral, la cerró lentamente. Sus pasos eran cautelosos, como si cada movimiento pudiera romper el delicado equilibrio de la noche. El Alfa la observó con preocupación mientras se acercaba. —¿Estás bien? —le preguntó en un tono suave—. ¿Te torciste el tobillo? —No realmente, solo me lo doblé, pero no fue una torcedura. Mañana ya no sentiré ninguna molestia —explicó
Desde hacía unos días, Samira comenzó a notar ciertos malestares que, aunque al principio eran leves, pronto se intensificaron. Al principio pensó que se trataba de un simple resfriado o de alguna reacción al cambio de clima, pero pronto los mareos, náuseas y el dolor estomacal se volvieron constantes. A menudo sentía una debilidad inexplicable que la obligaba a apoyarse en las paredes para no caer. A pesar de que los sirvientes de la mansión se ofrecieron a llamar al médico del Clan, Samira les insistió en que no era necesario, asegurándoles que un té la haría sentir mejor.Pero su estado empeoró rápidamente. Comenzó a perder peso de manera alarmante y su apetito desapareció por completo. Su tez pálida y el aspecto cansado de sus ojos no pasaron desapercibidos para Alister, quien la observaba con creciente preocupación. Sin embargo, Samira le restaba importancia a su condición.Una tarde, mientras Samira estaba en la cocina, sintió que el mundo a su alrededor se desvaneció. Todo se v
—¿Cree que el culpable… está entre nosotros? —cuestionó Yimar, sorprendido por la manera en que Alister empezó a tener dudas sobre los miembros de la manada.—No puedo permitir que esto se quede así —declaró—. Yimar, quiero que inspeccionen cada rincón de la cocina y de la casa. Habla con todos los sirvientes, cocineros e incluso jardineros y guardias, que ningún miembro de la manada quede fuera de esto.—Alfa, ¿no le parece que… esto es un poco… excesivo? —articuló. Le resultaba indignante mover a todo el Clan solo por esa mujer—. Digo, es solo una humana…—¿Te parece correcto que alguien de esta manada sea capaz de hacer daño a una persona que no hizo absolutamente nada malo? —su rostro enrojeció debido al enojo.—Quizás solo está tratando de proteger al Clan, ya sabe. Ella podría ser una amenaza para nosotros…—¡¿De qué estás hablando, Yimar?! —vociferó, alarmando tanto al Beta como al médico que aún seguía presente—. ¡No intentes justificar un acto como este! ¡¿De qué manera sería