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C9: El proyecto de inversión.

La reunión sobre el proyecto de inversión se llevó a cabo en una sala de conferencias elegante y moderna, ubicada en el corazón del distrito financiero. La sala estaba decorada con muebles de diseño contemporáneo, con una larga mesa de madera oscura en el centro y sillas de cuero negro.

Sobre la mesa, estaban dispuestos ordenadamente varios documentos y carpetas, junto a botellas de agua mineral y copas de cristal.

Norman llegó un poco antes de la hora acordada, ansioso y con una determinación evidente en su semblante. Los otros hombres presentes, todos vestidos con trajes impecables, conversaban en pequeños grupos mientras esperaban el inicio de la reunión.

Richard Morgan, el anfitrión de la reunión, se destacaba por su presencia imponente y su actitud segura. Estaba de pie junto a una pantalla grande, donde se proyectaban gráficos y datos relevantes sobre el proyecto de inversión. Su asistente, una mujer eficiente y pulcra, repartía folletos informativos a cada uno. Todo esto daba alusión de que la reunión era completamente seria.

Cuando la reunión comenzó, Richard Morgan se dirigió al frente de la sala, captando la atención de todos los presentes.

Luego de una breve introducción, fue al grano. Dio todos los detalles del proyecto, hasta llegar al punto que más le interesaba a Norman.

—El mínimo para invertir es de cinco millones de dólares. Es una cantidad significativa, pero la revalorización proyectada y el retorno de inversión están prácticamente garantizados.

Norman sintió un nudo en el estómago. Cinco millones de dólares era una cantidad exorbitante, pero, aunque estaba en aprietos, no podía dejar pasar esta oportunidad.

Tras terminar la reunión, Norman se aproximó a Richard.

—Definitivamente quiero ser parte de esto, pero necesitaré algo de tiempo para reunir los fondos.

—Entiendo, Norman. Sin embargo, no podemos esperar mucho. Todo está calculado y debemos comenzar lo antes posible. Te daré un plazo de 15 días para que consigas el dinero.

Norman apretó los dientes, decidido.

—Lo conseguiré a toda costa. Considérame dentro.

Una vez que Norman salió de la sala, Richard sacó su teléfono y llamó a Alister.

—Está hecho. Norman invertirá, me lo ha confirmado.

—Excelente —respondió Alister con una sonrisa, agradecido por la información. Terminó la llamada y marcó a Samira para mantenerla al tanto—. Ya está confirmado. Norman será un inversor en el proyecto —declaró el Alfa.

—¿De verdad? —replicó la humana—. Entonces, cayó en la trampa.

—Así es, y todo gracias a ti —comentó Alister—. Conocías sus ambiciones y nos ayudaste a elaborar un plan que lo atrajera.

Desde el otro lado del teléfono, Samira sonrió, sintiéndose aliviada y agradecida por la cercanía y el apoyo de Alister.

—Sin ti no lo habría logrado —manifestó—. Estoy realmente agradecida.

Samira empezó a sentirse algo ansiosa. Finalmente, después de tanto tiempo de planificarlo, su venganza se llevaría a cabo.

*****

Norman preparó sus documentos, decidido a encontrar la forma de conseguir el dinero para la inversión. Al principio, tenía planeado casarse con una mujer de buena familia y con una considerable fortuna. Esa mujer era su amante por la que había intentado acabar con la vida de Samira. No estaba precisamente enamorado de ella, sino que la veía como una llave para tener acceso a un círculo de poder e influencia que deseaba desde hace mucho tiempo.

Sin embargo, ese plan se había derrumbado, pues la amante no se presentó en la boda. Intentó ponerse en contacto con ella en numerosas ocasiones, pero siempre recibía la misma respuesta: silencio. La mujer lo estaba evitando, y nadie sabía por qué.

Desesperado y sin tiempo que perder, Norman se vio obligado a optar por una ruta alternativa: los préstamos bancarios. Sabía que sería un camino difícil, pero no tenía otra opción si quería participar en el proyecto de inversión de Richard Morgan.

Sentado en una oficina decorada con maderas oscuras y ventanales que daban a la ciudad, Norman expuso su solicitud con elocuencia.

—Necesito un préstamo significativo para una inversión con un alto potencial de ganancia. Mi historial financiero habla por sí mismo y estoy seguro de que esta oportunidad será altamente rentable —dijo Norman, ocultando su ansiedad detrás de una máscara de confianza. Norman era un completo idio-ta y francamente no era de confiar, pero curiosamente mantenía un historial financiero limpio.

—La cantidad que solicita es bastante alta, señor Carter —indicó el gerente del banco—. Necesitaremos tiempo para evaluar su solicitud.

Sin desanimarse, Norman fue un busca de otro banco, donde presentó su caso a un panel de evaluadores. En una sala de conferencias moderna, enfrentó preguntas rigurosas sobre su capacidad para manejar una deuda tan grande.

—Mi historial financiero demuestra mi capacidad para generar beneficios importantes. Con este préstamo, podré capitalizar una oportunidad única —afirmó, convenciendo lentamente a los evaluadores con su persistencia y conocimiento.

Después de días de intensas negociaciones y presentaciones repetidas, Norman logró asegurar los préstamos necesarios. Cada aprobación de un banco era una victoria, una señal de que su determinación y capacidad para convencer a otros estaban dando frutos.

Finalmente, con el capital asegurado, Norman se sintió invencible. Ya estaba listo para reconfirmar su participación en el proyecto. Se contactó con Richard Morgan y aseguró que los fondos estarían disponibles dentro del plazo de 15 días.

Mientras tanto, en la oficina empresarial de Alister, éste recibió una llamada. Tenía a uno de sus miembros siguiendo los pasos de Norman, quien le informó sobre los múltiples préstamos que había hecho.

El Alfa sonrió, Norman había caído por completo.

Llamó a Samira para mantenerla informada, el plan se estaba llevando a cabo con éxito.

*****

Cierta noche en la que Alister estaba llegando tarde de la empresa, Samira estaba en la cocina, ayudando a los cocineros a preparar la cena. Mientras colocaba los platos en la mesa, Evangeline entró en el comedor y sus ojos se estrecharon al ver a Samira trabajando.

—Qué sorpresa verte haciendo algo —dijo Evangeline con una sonrisa sarcástica—. Supongo que estás intentando justificar tu estancia aquí después de todo lo que te he dicho.

—¿De qué hablas? Siempre he tratado de ayudar en la casa y ser de utilidad. Lo hice desde que empecé a vivir aquí —se defendió.

Evangeline se acercó más, susurrando con una voz cortante.

—Ayudar, claro. Pero dime, ¿realmente crees que es suficiente? Vivir aquí como una recogida, sin aportar nada significativo a esta casa o a la empresa. ¿Crees que es suficiente con el simple hecho de colocar los platos sobre la mesa? ¿Eh?

—¿Qué pasa aquí? —la voz de Alister resonó repentinamente en todo el comedor, asustando por un instante a Evangeline.

Ella fingió inocencia y se acercó rápidamente a Alister.

—Buenas noches, Alfa —soltó con dulzura—. Solo estaba comentando que todos en la manada aportan algo, ya sea trabajando en la empresa o como sirvientes. ¿Qué es lo que Samira ha hecho por el Clan hasta ahora?

Alister se apartó de Evangeline y se acercó a Samira, colocando una mano protectora en su hombro.

—Sé que Samira ayuda con las tareas de la casa. Los sirvientes me han dicho que es una mujer muy trabajadora.

Evangeline levantó una ceja, demostrando su desacuerdo.

—Discúlpeme, Alfa. Con todo el respeto que le tengo a usted, lo que esta humana hace en la casa no basta. Muchos de la manada se han preguntado: ¿Por qué está realmente aquí? Debería estar trabajando y trayendo dinero. Todos los miembros de la manada hacemos algo por la empresa, y los que no están en la empresa son sirvientes. Entonces, ¿en dónde encaja esta humana? ¿Será parte de la empresa o una sirvienta más en la casa?

Aunque sabía que la loba solo buscaba molestarla, Samira encontró algo de razón en sus palabras. Alister estaba dispuesto a ayudarla con su venganza y, además, la tenía viviendo bajo su mismo techo. ¿Qué es lo que ella podía hacer por él?

—Es verdad —agregó Samira—. Debería hacer algo más por la manada y por ti, como agradecimiento por recibirme en tu hogar. He tratado de ser de utilidad en la casa, pero quizás no sea suficiente.

Alister la miró con una sonrisa tranquilizadora.

—Es más que suficiente, Samira. No tienes que presionarte. Estás aquí porque yo te he traído, porque prometí que te ayudaría. Así que no tienes que hacer nada que no desees. Todo está bien.

Evangeline frunció el ceño, pero no pudo decir nada más. Samira sintió una mezcla de alivio y gratitud hacia Alister, aunque también un poco de incertidumbre sobre su lugar en la casa.

Mientras servían la cena, Evangeline se mantuvo en silencio, pero su mirada seguía siendo fría y despectiva. No dejaba de pensar, ¿qué más podía hacer para que el Alfa desviara su atención de la humana? ¿O a qué podía recurrir para que Samira se canse y se marche por su propia voluntad?

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