Desde hacía unos días, Samira comenzó a notar ciertos malestares que, aunque al principio eran leves, pronto se intensificaron. Al principio pensó que se trataba de un simple resfriado o de alguna reacción al cambio de clima, pero pronto los mareos, náuseas y el dolor estomacal se volvieron constantes. A menudo sentía una debilidad inexplicable que la obligaba a apoyarse en las paredes para no caer. A pesar de que los sirvientes de la mansión se ofrecieron a llamar al médico del Clan, Samira les insistió en que no era necesario, asegurándoles que un té la haría sentir mejor.Pero su estado empeoró rápidamente. Comenzó a perder peso de manera alarmante y su apetito desapareció por completo. Su tez pálida y el aspecto cansado de sus ojos no pasaron desapercibidos para Alister, quien la observaba con creciente preocupación. Sin embargo, Samira le restaba importancia a su condición.Una tarde, mientras Samira estaba en la cocina, sintió que el mundo a su alrededor se desvaneció. Todo se v
—¿Cree que el culpable… está entre nosotros? —cuestionó Yimar, sorprendido por la manera en que Alister empezó a tener dudas sobre los miembros de la manada.—No puedo permitir que esto se quede así —declaró—. Yimar, quiero que inspeccionen cada rincón de la cocina y de la casa. Habla con todos los sirvientes, cocineros e incluso jardineros y guardias, que ningún miembro de la manada quede fuera de esto.—Alfa, ¿no le parece que… esto es un poco… excesivo? —articuló. Le resultaba indignante mover a todo el Clan solo por esa mujer—. Digo, es solo una humana…—¿Te parece correcto que alguien de esta manada sea capaz de hacer daño a una persona que no hizo absolutamente nada malo? —su rostro enrojeció debido al enojo.—Quizás solo está tratando de proteger al Clan, ya sabe. Ella podría ser una amenaza para nosotros…—¡¿De qué estás hablando, Yimar?! —vociferó, alarmando tanto al Beta como al médico que aún seguía presente—. ¡No intentes justificar un acto como este! ¡¿De qué manera sería
Los días pasaron lentamente mientras Samira se recuperaba del envenenamiento. La casa estaba en constante agitación, con sirvientes interrogados y habitaciones registradas minuciosamente, pero no se encontró nada que apuntara al culpable.Alister, incansable en su vigilancia, se negaba a dejar a Samira sola. A medida que su salud mejoraba, Samira comenzó a insistir en que Alister debía volver a su trabajo.Una tarde, mientras estaban en la habitación de la mujer, ella se dirigió a él con una mezcla de firmeza y ternura.—Alister, creo que ya es momento de que vuelvas a la empresa. Es importante que el presidente esté allí —dijo Samira, sentada en el borde de la cama, con una mirada decidida.—No me iré hasta que esté completamente seguro de que estás bien y de que nadie te hará daño. El culpable aún no ha sido encontrado —respondió Alister.—Escucha, no pasa nada. Me encargaré de preparar mis propias comidas y tendré mucho cuidado a partir de ahora —insistió Samira, intentando tranqui
Cuando Norman se marchó de la oficina, Alister marcó a Samira para hablarle sobre su encuentro con él. Le contó los detalles de aquella reunión y le comentó que ya había firmado los papeles de divorcio. Como no había hijos de por medio ni propiedades que dividir, todo el proceso sería más rápido y sencillo. Pronto, Samira sería una mujer completamente libre.La mujer se sintió aliviada. Finalmente, no había nada que lo atara más con su pasado. Norman ya no significaba nada en su vida y pasaba a ser solo un mal momento que tuvo que enfrentar, pero ya se resolvió.O, al menos, eso creía.Luego de esa llamada, Samira salió de su habitación y caminó por los pasillos de la casa. Pasó por una habitación con la puerta ligeramente abierta y escuchó la voz de una mujer que parecía estar discutiendo. Lo que la hizo detenerse fue escuchar el nombre "Norman". ¿Quién estaba mencionando a su ex-esposo?Intrigada, retrocedió unos pasos y se acercó sigilosamente a la puerta, viendo a Evangeline habla
Alister la miró sorprendido. Sus cejas se alzaron y una sombra de desconcierto cruzó su rostro. No esperaba un cambio de opinión tan repentino.—¿Por qué? —preguntó, intentando mantener su voz calmada, aunque la confusión se reflejaba en sus ojos.—Si él está atado a la empresa, es muy probable que nos sigamos cruzando. En algún momento, habrá un encuentro indeseado entre los dos y lo que quiero es que Norman salga de mi vida, quiero olvidarlo por completo —explicó Samira—. El mejor castigo es que no reciba ninguna ayuda. Que se enfrente a las consecuencias de sus propias acciones él solo.Alister asintió, comprendiendo su punto de vista.—Está bien. Si eso es lo que realmente quieres, le quitaré mi apoyo y no le haré firmar el contrato —manifestó. Alister, de hecho, odiaba a Norman por todo el daño que le hizo a su mate, por lo que no le importaba lo que sucediera con él. Le propuso los quince años de trabajo a cambio de pagar sus deudas porque, en realidad, serían años de esclavitud
Norman tragó saliva y sus ojos se tornaron inquietos, buscando algún rastro de esperanza en el rostro de Alister. —Usted no puede estar diciéndome esto —articuló, mientras empezaba a exasperarse—. Usted dijo que iba a ayudarme, ¡yo contaba con eso! Pero ahora me está retirando su apoyo. ¿Por qué? No puedo entenderlo. Explíqueme qué fue lo que pasó —exigió. —Ya te lo dije —respondió Alister—. Una de las razones es que no quiero a personas como tú trabajando por tanto tiempo en mi empresa. Tuve algo de compasión por ti, pero no somos un centro de caridad. Aquí trabajamos como debe ser y nos esforzamos para que el nombre de Between the Clouds siga firmemente en lo alto. Así que, tendrás que buscar otra manera de solucionar tus problemas. —¡No! —exclamó Norman en un momento de impulsividad—. ¡Usted dijo que iba a ayudarme! ¿O es que no es un hombre de palabra? ¿Es tan voluble como para cambiar de opinión de un día para el otro?Alister se puso de pie de golpe y su figura imponente hizo
Norman se alteró visiblemente, no podía creer lo que estaba sucediendo. Su ex-esposa, la mujer más tonta e ingenua, ¿se estaba vengando de él dejándolo en la ruina? ¡Todo tenía que ser producto de una mal-dita pesadilla! Samira, por su parte, disfrutaba de su sufrimiento. Sintió una profunda satisfacción al verlo en ese estado, y más tras descubrir que la había traicionado con Evangeline. —¿No te das cuenta, Norman? Tu codicia y tu soberbia te trajeron hasta este punto —articuló ella, buscando herir aun más el ego de su ex-esposo. Norman se sintió sobajado y despreciado. Definitivamente, no podía encontrarse en una situación peor. La mujer que moría de amor por él y el hombre que tanto respetaba y admiraba se habían unido para destruirlo. Aquel escenario era realmente perturbador. Quería hablar con Samira, ansiaba decirle unas cuantas cosas, pero sin la presencia de Alister. Minutos después, el presidente decidió romper el silencio tenso que se había formado. —Por cierto, señor
Samira lo miró con calma. —No era falso... —dijo apenas, sin poder terminar lo que tenía en mente, pues Norman le gritó a la cara. —¡Voy a denunciarlos! ¡¿Me escuchaste?! —vociferó—. ¡Los denunciaré a ti y al señor Frost por la esta-fa que me han hecho! —Hazlo, inténtalo —lo desafió—. ¿Con qué dinero pagarás al abogado? ¿Con el de tu liquidación? —se burló—. Además, creo que eres consciente de que denunciar a Alister sería una completa tontería, ya que él ni siquiera tuvo participación en ese proyecto. ¿De qué manera lo relacionarás con esa inversión? ¿Qué pruebas tienes de que Alister estaba detrás de todo eso? Ninguna. Norman apretó los dientes, su semblante reflejaba furia absoluta. —El proyecto de inversión era genuino, técnicamente no fue un engaño —agregó Samira—. Simplemente estaba destinado al fracaso. Hicieras lo que hicieras, no iba a tener ninguna ganancia. Eres tú el que no lo supo ver, porque te confiaste demasiado. ¿Cómo es posible que hayas sido tan ciego? ¿Cómo