—No puedo pretender que estés solo para siempre —añadió Samira con una sonrisa amarga—. Te mereces a alguien que te ame… que pueda hacerte feliz.—¿Estás tratando de decirme que no te importa si decido estar con alguien más?El corazón de Samira se detuvo por un momento.Esa no era la forma correcta de expresarlo. Esa no era la idea que ella quería transmitir.Porque, por supuesto, sí le importaba.Le importaba tanto que la simple idea de verlo con otra mujer la atormentaba.Le importaba tanto que, aunque prefería no saberlo, estaba dispuesta a escucharlo y a enfrentarse a una verdad que la destrozaría.Se quedó callada, sin saber qué responder. Había abierto una puerta de la que ahora no podía salir.Alister no apartó la mirada de ella, esperando una respuesta que nunca llegó.En su interior, Samira sabía que no tenía derecho a reclamar nada. Si él encontraba a alguien más, no podía reprochárselo. Él había hecho todo lo posible por enmendar sus errores, había luchado por ella, se hab
Alister parpadeó, aún en silencio, con la expresión completamente seria, pero en su mirada había algo diferente. Algo que Samira no podía identificar del todo, pero que le revolvía el estómago.—Desde la primera vez que nos vimos, desde que nos conocimos, tú siempre estuviste ahí para mí. No hiciste más que apoyarme, cuidarme y defenderme… incluso cuando yo no quería tu protección.Un amargo recuerdo cruzó su mente. Hubo momentos en los que lo rechazó, en los que lo alejó con palabras crueles, con actos impulsivos, porque en su corazón todavía había resentimiento. Pero Alister nunca se rindió.—Hemos tenido muchos problemas, lo sé, y las cosas no salieron como esperábamos. Pero ahora… ahora todo es diferente.Sus dedos se apretaron entre sí. Se sentía vulnerable, como si cada palabra que salía de su boca la dejara completamente expuesta. Pero ya no quería esconderse.—No te lo he dicho antes, pero… cuando me llegaban tus cartas, cuando recibía las flores y esos pequeños detalles que s
Alister hizo una pausa, observándola con intensidad.—Cambiaste mi vida, mi manera de ver las cosas. Me hiciste conocer el amor.Samira sintió que su pecho se llenaba de una calidez indescriptible.—Un amor real. Un amor leal. Un amor que me hizo creer en mí mismo, que me hizo querer ser mejor…Ella tragó saliva, conmovida.—Nunca antes había sentido algo así por nadie.Alister tomó su mano con firmeza y la apretó contra su pecho, justo donde su corazón latía con vehemencia.—Y debido a este lazo que nos une… nunca me ha importado nadie más.Se inclinó ligeramente hacia ella, sin apartar sus ojos de los suyos.—Ni antes, ni ahora… ni en el futuro —declaró—. Tú siempre serás la única para mí.Samira sintió que se le erizó la piel y sus labios temblaron antes de que pudiera hablar.—Eso quiere decir que…Alister sonrió suavemente.—Eso quiere decir que te amo, Samira. Lo he hecho siempre… y lo seguiré haciendo hasta el último aliento de mi vida.Las palabras de Alister la envolvieron co
Después de entregarse el uno al otro bajo la mirada silenciosa de la luna y el fulgor de las estrellas, Alister y Samira permanecieron juntos, envueltos en el calor compartido de sus cuerpos. Sus ropas los cubrían a medias, protegiéndolos del fresco de la noche, pero ninguno sentía frío. Estaban demasiado absortos en el roce de sus pieles, en la forma en que sus cuerpos aún temblaban por el placer y la emoción de haberse reencontrado de la manera más íntima.Alister acariciaba la espalda de Samira con la yema de los dedos, dibujando círculos suaves sobre su piel desnuda. Ella, con la cabeza apoyada en su pecho, escuchaba el latido fuerte y rítmico de su corazón. Enredó sus piernas con las de él y levantó el rostro para mirarlo. Sus labios aún estaban hinchados de tanto besarse y su cabello revuelto caía en suaves ondas sobre sus hombros.Él la observó con adoración, inclinándose para rozar su nariz con la de ella antes de volver a besarla, dándole un beso lento, perezoso, que solo ref
Samira se despertó con un dolor punzante en la mejilla. La luz de la mañana se filtraba a través de las rendijas de la ventana, iluminando su pequeño cuarto de manera casi cruel. Se llevó una mano al rostro y sintió el calor y la hinchazón donde su suegra la había golpeado la noche anterior.Recordó el incidente con claridad: “¡Nunca serás lo suficientemente buena para mi hijo!” había gritado su suegra antes de abofetearla con una fuerza que aún sentía. Las palabras se habían clavado en su corazón más profundamente que el golpe mismo. Luchó por contener las lágrimas mientras recordaba la crueldad en los ojos de aquella mujer que nunca la había aceptado.Con esfuerzo, Samira se levantó y se miró al espejo. La imagen que reflejaba no era la de una mujer feliz. Sus ojos estaban hinchados y enrojecidos, y la marca en su mejilla era un recordatorio doloroso de su sufrimiento. Sabía que tenía que salir de esa situación, pero ¿cómo? Estaba atrapada en un matrimonio donde no solo su suegra, s
El bosque era como su segundo hogar en el cual podía tener sus momentos de calma, lejos de la bulliciosa ciudad. Cada rincón de esos árboles y sombras profundas, el lobo blanco los conocía muy bien. Mientras caminaba por el bosque esa noche, sus sentidos agudos captaron un olor familiar, uno que aceleró su corazón y encendió una chispa en su pecho. El olor de su mate, su alma gemela, estaba en el aire.Sin embargo, su interés se transformó rápidamente en preocupación cuando detectó otro aroma que lo acompañaba: el penetrante olor a sangre.El lobo Alfa, Alister, percibió que la situación era grave. Solo podía pensar en que probablemente su mate estaba herida. Por lo tanto, cierta determinación lo impulsó a correr.Sabía que debía llegar a ella lo antes posible. Sus pies apenas tocaban el suelo mientras corría, zigzagueando entre los árboles con una gracia sobrenatural. Finalmente, llegó al sitio de donde provenía el aroma.La escena ante él lo dejó ciertamente desconcertado. Una mujer
Alister se mantuvo callado mientras Samira continuaba sumida en su dolor. Después de un rato, decidió romper el silencio, sintiendo empatía por su sufrimiento.Las palabras del hombre la hicieron detener su llanto.—¿Quieres vengarte, dices? —articuló—. Puedo ayudarte con eso —dijo sin titubear.Samira parpadeó varias veces y sus ojos se abrieron con incredulidad mientras miraba fijamente a Alister. Sus labios temblaban ligeramente mientras procesaba las palabras que acababa de escuchar. No podía creer lo que estaba oyendo.—¿Ayudarme con mi venganza? —repitió en voz baja, como si necesitara confirmar que había entendido correctamente—. Pero, ¿por qué? Ni siquiera nos conocemos. ¿Por qué querrías involucrarte en algo así?—Porque nadie debería tener que pasar por lo que tú has pasado. Porque creo que nadie merece vivir con el peso del dolor sin justicia —respondió con sinceridad, dejando claro que su motivación venía del deseo de ayudarla, sin mencionar que en realidad estaban unidos
Samira se encontraba sumida en un profundo sueño, uno que parecía más real que cualquier otro. En su mente, veía un bosque oscuro, iluminado únicamente por la luz plateada de la luna llena. Allí, en medio de aquella luz, un majestuoso lobo blanco con destellos oscuros la observaba con sus penetrantes ojos dorados. De repente, el lobo comenzó a transformarse, su forma animal se desvaneció para dar lugar a un hombre alto y fuerte, con el cabello oscuro y ojos dorados. Samira sintió que conocía a ese hombre, que lo había visto antes.Luego, lo reconoció. Era Alister, Alister Frost.De pronto, se despertó de golpe, con el corazón latiendo con fuerza en su pecho. Miró a su alrededor, confundida. El sueño había sido tan vívido que parecía más un recuerdo. ¿Pero cómo podía ser eso posible? ¿Un hombre lobo? La idea era ridícula, pero no podía sacarse de la cabeza la imagen de Alister transformándose frente a ella.Respiró profundamente y observó la habitación en la que se encontraba. Era una