C10: Malas noticias.

Norman estaba sentado en su oficina, mirando con satisfacción el informe que Richard Morgan le había enviado. La compra de los terrenos había sido un éxito y todo parecía ir según lo planeado. Había invertido cinco millones de dólares en el proyecto de bienes raíces liderado por Richard. La promesa de una revalorización significativa lo había convencido de que, si no aprovechaba esta oportunidad, se arrepentiría.

Durante las primeras semanas, los informes de progreso eran alentadores. Richard Morgan mostraba gráficos y proyecciones que indicaban un aumento en el valor de los terrenos. Norman se sentía confiado y optimista, visualizando ya los retornos que convertirían su inversión en una fortuna.

Sin embargo, lo que Norman no podía prever eran los factores externos que amenazaban el éxito del proyecto.

—Norman, necesitamos hablar —dijo Richard, con una expresión grave en su rostro. Ambos se hallaban en la oficina del señor—. Han surgido algunos problemas imprevistos.

Norman frunció el ceño.

—¿Qué tipo de problemas?

Richard suspiró, pasando una mano por su cabeza.

—Primero, hay un retraso en los permisos de construcción. Al parecer, la zona donde compramos los terrenos ha sido clasificada como un área de conservación por las autoridades locales.

—¿Qué significa eso? —preguntó Norman, sintiendo un nudo de ansiedad en su estómago.

—Significa que los trámites para obtener los permisos necesarios se han complicado. Nos tomará más tiempo y dinero lograr que nos den luz verde para construir —explicó Richard.

—¿Y por qué no sabíamos esto antes de comprar los terrenos? —exigió Norman. Su tono fue subiendo de intensidad.

—Hicimos todas las diligencias debidas, Norman. Pero a veces, las regulaciones cambian inesperadamente —respondió Richard con paciencia—. Y eso no es todo. Los informes meteorológicos han pronosticado una temporada de huracanes más intensa de lo normal. Los terrenos que compramos están en una zona propensa a inundaciones, y si se materializan estos huracanes, podríamos enfrentar graves daños y costos adicionales para reparar y asegurar las propiedades.

Norman se quedó en silencio, procesando la información. Las malas noticias continuaron.

—Además, una de las empresas de construcción con las que habíamos firmado un acuerdo preliminar ha decidido retirarse del proyecto debido a problemas financieros internos. Ahora tenemos que buscar nuevos socios constructores, lo cual retrasará aún más el inicio de las obras —añadió Richard.

La realidad comenzó a asentarse en Norman. Había invertido una cantidad significativa de dinero en un proyecto que ahora estaba plagado de incertidumbres. Se sentía traicionado por su propio optimismo en que todo saldría perfecto.

—Pero, yo ya no tengo más tiempo, y mucho menos dinero. Invertí todo lo que tenía, ¿y me dices que deberé de dar incluso más de lo que ya he dado? —Norman comenzó a exasperarse—. Dime la verdad, Richard. ¿Qué tan mal están las cosas?

—Honestamente, estamos en una situación muy delicada. Si no logramos solucionar estos problemas pronto, podríamos enfrentar pérdidas significativas —admitió Richard con sinceridad.

Norman sintió una oleada de desesperación. Había puesto todos sus recursos en este proyecto, incluso tomando préstamos que ahora parecían más una carga que una ayuda. Se levantó de su asiento y caminó de un lado a otro de la oficina, tratando de encontrar una solución.

—No podemos dejar que esto fracase, Richard. Hay demasiado en juego —aseveró, mirando a su socio con una determinación renovada.

—Lo sé. Haremos todo lo posible para resolver estos problemas, pero necesitas estar preparado para cualquier eventualidad —agregó Richard.

A medida que los días pasaban, la presión sobre Norman aumentaba. Intentaba mantener la calma, pero cada nuevo informe de retrasos y problemas le recordaba la fragilidad del proyecto. Las reuniones con bancos y prestamistas se volvieron más frecuentes, tratando de renegociar plazos y condiciones para evitar el colapso financiero.

La realidad de cómo un proyecto de inversión en bienes raíces puede fracasar se hizo cada vez más clara para Norman. Las regulaciones imprevistas, los desastres naturales y la retirada de socios clave eran solo algunas de las variables que podían transformar una oportunidad prometedora en una pesadilla financiera.

Mientras tanto, Alister estaba al tanto de todos los movimientos de Norman. Sabía que los problemas en el proyecto de bienes raíces estaban llevándolo al límite y se preguntaba cuánto tiempo más podría soportar la presión sin desmoronarse.

Durante las siguientes semanas, la situación sólo empeoró. Los problemas con el terreno se multiplicaron, y los desastres naturales siguieron causando estragos. Las soluciones propuestas eran demasiado caras o simplemente inviables. Norman comenzó a desanimarse profundamente. Se daba cuenta de que todo estaba colapsando a su alrededor y no podía hacer nada para detenerlo.

De pronto, su salud comenzó a resentirse y su mente estaba constantemente atormentada por las deudas y el fracaso del proyecto. Cada reunión con Richard traía más malas noticias y la posibilidad de un retorno sobre la inversión se desvanecía más con cada día que pasaba.

Finalmente, después de casi dos meses de lucha infructuosa, Norman se enfrentó a la cruda realidad: el proyecto estaba destinado a fracasar. No había forma de recuperar los cinco millones de dólares y las deudas bancarias se cernían sobre él como una sombra inescapable. Sentado en el comedor de su casa, con la cabeza entre las manos, Norman se dio cuenta de que su ambición lo había llevado al borde de la ruina.

*****

Samira estaba en la cocina, preparando una taza de té para relajarse después de un día agotador. Mientras vertía el agua caliente en la taza, oyó unos pasos acercándose. Evangeline entró en la cocina y su rostro mostró una expresión que Samira ya conocía demasiado bien: hostilidad disfrazada de cortesía.

—Buenas noches —dijo Evangeline, con una sonrisa falsa.

—Buenas noches —respondió Samira, tratando de mantener la calma.

Evangeline se acercó a la encimera, aparentemente buscando algo. De repente, se hizo de tropezar y cayó al suelo, llevándose consigo varios utensilios de cocina y una olla caliente que estaba en la estufa. El ruido fue ensordecedor y el agua caliente se derramó por todas partes.

Evangeline gritó, sosteniendo su brazo enrojecido.

—¡Samira! ¿Qué hiciste? —gritó con lágrimas en los ojos, intentando levantarse del suelo.

En ese momento, Alister entró corriendo en la cocina siendo seguido por Yimar, además de otros sirvientes y cocineros, todos alarmados por el estruendo. Sus ojos se abrieron de par en par al ver la escena.

—Pero ¿qué está pasando? —exclamó Yimar, mirando de Evangeline a Samira.

—¡Padre, por favor, ayúdeme! ¡Samira me empujó! —gimió Evangeline, con lágrimas corriendo por sus mejillas—. Me empujó contra la estufa y me quemé.

Samira, atónita, negó con la cabeza.

—¿Qué estás diciendo? ¡Eso no es cierto! ¡Ella solo se tropezó! Yo no la empujé.

Yimar se acercó a su hija, ayudándola a levantarse.

—Evangeline, ¿estás bien? Déjame ver tu brazo.

Evangeline sollozó mientras mostraba la quemadura en su brazo.

—Padre, Alfa, escuchen, Samira me odia. Me guarda rencor porque le he dicho que debe aportar más en la casa, ¡pero yo solo estoy velando por el bienestar del Clan! ¡Eso es lo más importante para mí!

Samira sintió que el mundo se cerraba a su alrededor.

—Eso no es verdad. No la odio, y aun si lo hiciera, nunca la lastimaría —manifestó con la sinceridad irradiando en sus pupilas.

Alister miró a Samira, con la expresión confusa y preocupada.

—Samira, necesito entender lo que realmente pasó aquí.

—Como ya te he explicado, no la empujé. Ella se tropezó y cayó sola.

Evangeline sollozó aún más fuerte, haciendo que la escena pareciera aún más convincente.

—¿Por qué no aceptas que has tratado de hacerme daño? Nunca te he caído bien y me has odiado aun más cuando solo te hablé con total honestidad.

Alister miró a ambas mujeres, tenía el corazón dividido en dos. Finalmente, soltó un profundo suspiro.

—Vamos a llevarte a que te revisen la quemadura, Evangeline. Y Samira, hablaremos más tarde.

Mientras se alejaban, Samira se quedó sola en la cocina y sintió su corazón pesado por la injusticia de la situación. Sabía que Evangeline había planeado todo esto para desacreditarla. ¿De qué manera probaría su inocencia?

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