DIEGOPara ser completamente sincero, no confiaba en que Maggie se lo contara a sus padres. Sé que esta chica puede guardarse secretos hasta la tumba. Y yo no quiero ser su secreto, ni que ella sea el mío.—Siento que mi madre te haya avasallado a preguntas —me dice, apoyada en el marco de puerta.Está guapa con ese pijama rosa de niña buena, pero me gusta más cuando sólo lleva mi camiseta y las piernas se le pierden por debajo de la tela.—No ha sido para tanto.—Ya... —la escucho sisear—. Bueno, te dejo que sigas estudiando. Voy a ver qué encuentro para entretenerme ahora que tengo tanto tiempo libre. Qué aburrida voy a estar.—Eres una dramática. ¿Tú no querías ir de vacaciones? Pues ponte a buscar.—¿Pero vamos a irnos?Ya le he dicho que sí, ¿cuál es el problema?—Que sí. ¿Me vas a dejar estudiar? O siéntate en la cama con el portátil, pero sin dramas.Durante el resto de la noche la escucho teclear con impaciencia y el suave crujido de la cama cada vez que se mueve. La he mirado
MAGGIELa fraternidad está a rebosar. Hemos subido la calle siguiendo a una horda de chicas borrachas que iban cantando a todo pulmón. La música retumba tanto que puedo sentir el bajo en los pies antes de cruzar la puerta. De inmediato nos colocan unos vasos rojos en la mano, pero huele tan fuerte que me entran arcadas cuando quiero probarlo.Es el tipo de fiesta que, incluso antes de entrar, te golpea con una mezcla de emociones: curiosidad, nervios y mucha adrenalina. A empujones logramos servirnos algo en la cocina. Un vaso detrás de otro. He perdido la noción del tiempo cuando dejo de moverme y enfoco la visión . Patty me da un caderazo, riéndose.—¿Te está dándo el bajón ya? —me dice sobre el ruido.—¡No! Deja que respire un momento. —¡Maggie! —exclama una voz familiar.Nate aparece proveniente de la cocina, le lanza una mirada a sesina a un chico que se choca con él. Yo me fijo en Vera, absorta en su baile restregándose con Patty, demasiado evadida como para enterarse de que N
DIEGOA las gemelas les parece de lo más divertido ir y venir, salpicarme con agua intentando que me una en la piscina. Las miro con fastidio, y me paso una mano por el pelo, intentando quitarme la sensación de humedad. No tengo ganas de estar aquí, pero de alguna manera, no sé cómo, me he acostumbrado tanto a esta mierda que es adictivo sentarme aquí a fumar con la misma panda de siempre.—Y... ¿estás bien con ella?—Brianna, deja de joderme.—Sólo pregunto, es curiosidad. Su curiosidad es irritante, como ella. Ahora no puedo ni pensar qué se me cruzó por la cabeza para querer intentar algo con ella. Ni siquiera se parece tanto a Margaret.—Pues no curiosees en mi vida que no te importa.Veo a Nate, enganchado con la amiga de Maggie metiéndole la lengua hasta la campanilla, ¿y ella? Me empujo de la tumbona para levantarme y Brianna me sujeta de la muñeca, creo que me pregunta algo que apenas escucho antes de irme.Cuando por fin la encuentro, el aire me golpea como un puñetazo en el
DIEGOSigo sin saber por qué estamos aquí todavía. Las amigas de Maggie están perdidas a saber dónde, ni me interesa, el porro ha dado ya veinte vueltas a la mesa y no puedo deja de vigilar por encima del hombro como Maggie se ríe con una desconocida.—Me cae bien —me dice Tina, la miro de reojo—. No hablé mucho con ella aquel día en el bar, me encerré con Travis en el baño. —Es buena chica.—Dan dijo que no es muy habladora.—Es que el puto de Dan no tiene nada que hablar con mi chica.Se ríe, durante un segundo me parece insufrible, pero llevo un rato en el que todo me causa jaqueca.—Estás mono en plan celoso. Pero está bien, es Dan, te la tiene jurada así que cuidado con él. Ya sabes cómo se pone cuando algo le entra en la cabeza.Sí, lo sé, y espero que no llegue al límite en el que me haga tener que sacarle literalmente el cerebro por la nariz a base de puñetazos. —Lo sé, lo tengo controlado.Veo cómo me señala, está demasiado sonriente y feliz, por eso sigo teniendo el culo p
MAGGIEPor la mañana me despierto con mil mensajes. Vera se perdió con Nate en algún punto de la noche. Patty lo hizo con otro chico, y yo conocí a Ava. Me lo pasé bien —dentro de lo que cabe—, sobre todo porque el alcohol me hizo olvidarme un poco de la capullada de Dan. ¿Por qué iba a dejar que me afectara algo que él pudiera decir? Está claro que no es un buen amigo, que Diego le importa una mierda y nuestra relación también. Sin embargo, lo hizo, me afectó más de lo que quiero admitir.Giro el cuello para ver a Diego dormido, con la cara aplastada contra las almohadas y el pelo revuelto. Está aquí conmigo. Y es Diego, ¡por favor!Anoche vi cómo me miraba... ¿lo ha hecho así todos estos años y no me he dado ni cuenta? De no ser porque estaba rodeado de esos amigos suyos, le habría saltado encima. > Es un pensamiento que no puedo sacarme de encima. No entiendo todavía qué hace con ellos.Sigo con el móvil hasta que las manos de Diego serpentean por mi
DIEGOEl silencio de la casa es raro. Mientra cocino, empiezo a arrepentirme de no haber traído a Maggie conmigo. Joder. He sido un imbécil, para variar. No tengo de lo que quejarme si por sus atques de celos va a tener arrebatos sexuales como anoche.Ya lo tengo todo listo para cuando llegan: la cena recién terminada y la mesa puesta. Parece una noche cualquiera de las de antes, una de esas en las que a mi abuela le costaba horrores que yo pusiera la mesa y al final lo hacía para que ella no se esforzara de más. Después llegaba Maggie con su familia, como lo hacen hoy, sonriéndo y llenando la casa de vida, y parece que nada ha cambiado... Salvo que falta una silla, y que he hecho cena de más, y que de alguna forma u otra soy yo el que necesita volver a sentirse como en casa.—Uno del trabajo me ha conseguido dos entradas para el partido de baloncesto del fin de semana. ¿Quieres venir? —Sé que me habla a mi, pero mi mente no está en la mesa.—Claro —le respondo sin más.El padre de Ma
MAGGIEPara cuando Diego empieza las vacaciones la habitación de invitados ya está practicamente como solía estarlo antes de él. Vacía, sin vida. Casi me echo a llorar cuando me asomo.—¡Margaret! Vamos, no me jodas, ¡no tenemos todo el día!He empezado a sentirme muy sola en casa. Mis padres casi ni se hablan, discuten más ahora que Diego no está cerca; así que yo me veo refugiada bastante amenudo cogiendo el autobús para ir a su casa con él. Dice que no le molesta, que le gusta verme por allí, pero de alguna forma siento que no puedo ocuparle todo el espacio. Cuando Patty se marchó un par de semanas atrás a empezar a vivir por su nueva ciudad, Vera y yo nos tiramos una noche entera hablando y comiendo helado en su casa. Cuando Vera se marche el mes que viene... No quiero ni imaginármelo.—¡Voy! ¡Un segundo! —grito.Aplasto el cargador de mi teléfono en la maleta y me tropiezo por el pasillo, la maleta casi me resbala de las manos al principio de las escaleras, pero llego sana y sal
DIEGONo sé en qué me estoy convirtiendo, o en quién, pero me gusta. No es que haya dejado de ser un impulsivo de mierda, ni que el peso del mundo haya desaparecido de mis hombros. Pero cuando estoy con Maggie, las dudas que suelo arrastrar parecen menos importantes. Más simples de superar.—Se os ve felices —dice Shannon.Hemos llegado de la playa hace un par de horas, a tiempo para cenar aquí en su casa, y de no ser porque Maggie se ha pasado toda la velada hablando, el silencio habría sido incómodo de cojones. Era palpable, se nota que algo ha pasado. No es algo de lo que hable con Shannon; ella no se mete en mi relación y yo no lo hago en la suya. Pero me importa demasiado, toda esta familia me importa lo suficiente.—¿Y qué hay de ti? —Suelto el humo del cigarro.—Nos vamos a divorciar.Lo más sensato. Pensaba que me jodería más escucharlo, a fin de cuentas ellos han sido unos padres para mi.—¿Cuándo se lo váis a contar a Maggie? Le vendrá bien saberlo cuanto antes.Y será un pe