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DIEGO

A las gemelas les parece de lo más divertido ir y venir, salpicarme con agua intentando que me una en la piscina. Las miro con fastidio, y me paso una mano por el pelo, intentando quitarme la sensación de humedad. No tengo ganas de estar aquí, pero de alguna manera, no sé cómo, me he acostumbrado tanto a esta mierda que es adictivo sentarme aquí a fumar con la misma panda de siempre.

—Y... ¿estás bien con ella?

—Brianna, deja de joderme.

—Sólo pregunto, es curiosidad.

Su curiosidad es irritante, como ella. Ahora no puedo ni pensar qué se me cruzó por la cabeza para querer intentar algo con ella. Ni siquiera se parece tanto a Margaret.

—Pues no curiosees en mi vida que no te importa.

Veo a Nate, enganchado con la amiga de Maggie metiéndole la lengua hasta la campanilla, ¿y ella? Me empujo de la tumbona para levantarme y Brianna me sujeta de la muñeca, creo que me pregunta algo que apenas escucho antes de irme.

Cuando por fin la encuentro, el aire me golpea como un puñetazo en el
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