Hazel
Me llevan a rastras hacia la habitación de ese hombre… de esa cosa. Estoy segura de que no es humano. Sin embargo, no quiero pensar en ello. No quiero aceptar que esto es real. Esto es una pesadilla, solo eso.
La mujer que me escolta no oculta su desprecio. Me empuja al interior de una habitación espaciosa con una fuerza que me hace trastabillar.
—¡No! ¡Por favor! —grito golpeando la puerta con los puños mientras escucho cómo se cierra con un golpe seco y certero.
No hay respuesta.
El silencio de la habitación me envuelve, frío e implacable. Siento el ardor en mis ojos por las lágrimas que amenazan con salir, pero las reprimo. Llorar no cambiará nada. Doy media vuelta, escudriñando el lugar en busca de una salida.
Frente a mí hay una enorme ventana. Me acerco con rapidez, con la desesperación palpitando en mis venas. Pero cuando me asomo, mi esperanza se disuelve: estoy en un tercer piso y debajo hay un suelo de roca. Si salto, solo encontraré la muerte.
—Vamos, Hazel, piensa —me susurro tratando de calmarme.
Una idea absurda me cruza la mente. He visto esto en películas. Atar las sábanas de la cama y descender. Es una locura, lo sé, pero ¿qué opción tengo?
Corro hacia la cama y arranco las sábanas con torpeza, mis manos se sienten torpes y tiemblan intentando ser rápidas y eficaces. Estoy atando un nudo cuando la puerta se abre de golpe.
El estruendo resuena como un trueno en mis oídos, y un grito agudo escapa de mi garganta antes de que pueda contenerlo. Me giro para correr, pero las sábanas, traicioneras, se enredan en mis piernas. Tropiezo, y el suelo duro y frío parece inevitable.
Cierro los ojos, preparándome para el impacto. Pero nunca llega.
En su lugar, un par de manos fuertes y cálidas me atrapan con precisión letal, como si hubiera anticipado mi caída. El aire se queda atrapado en mis pulmones, y cuando finalmente abro los ojos, me encuentro frente a frente con él.
Su rostro está a centímetros del mío. Su mirada es de un rojo carmesí ardiente, implacable y dominante. Sus ojos me perforan, quemando cualquier vestigio de resistencia que me queda. El peso de su presencia es abrumador, un torrente de poder me envuelve, incapaz de respirar, incapaz de pensar.
—¿Qué crees que estás haciendo, humana? —murmura, su voz profunda reverbera en mi pecho.
El calor de su aliento roza mi piel, mezclándose con un aura de peligro magnético que hace que cada fibra de mi ser se paralice. Su agarre es firme, posesivo, pero no me lastima.
—P-por favor… —susurro, mi voz quebrada es casi inaudible.
Él inclina la cabeza, me estudia con una expresión de burla e interés que me aterra.
—¿Por favor qué? ¿Quieres que te deje huir de mí?
Me quedo aturdida e impactada, ¿cómo… cómo rayos supo lo que estaba pensando?
Intento apartarme, pero sus manos no me sueltan. Sus dedos se aferran a mi cintura, inmovilizándome con facilidad.
—No lo entiendes todavía, ¿verdad? —prosigue, con una sonrisa peligrosa que deja entrever sus colmillos afilados—. Aquí no hay escapatoria, Hazel. Yo decido lo que haces, adónde vas… incluso lo que piensas.
Un nudo se forma en mi garganta, y el terror finalmente supera a mi cuerpo. El mundo a mi alrededor comienza a girar, mis piernas pierden toda fuerza, y la oscuridad me envuelve.
Lo último que siento antes de caer en la inconsciencia son sus brazos, manteniéndome firme como si yo fuera algo demasiado valioso para dejar caer…
El primer indicio de que estoy despierta es la sensación de algo suave rozando mi piel, algo que no se parece en nada a la áspera bata que llevaba antes. Mi mente se siente confusa, apenas recuerdo la tensión y el miedo que experimenté antes de desmayarme.
Entonces, abro los ojos de golpe. La habitación está en penumbras, iluminada solo por la tenue luz de una lámpara sobre una pequeña mesita de noche. Frente a esa ventana, de pie como una sombra imponente, está él.
Mi respiración se acelera mientras mis ojos recorren su figura. Su espalda ancha, los hombros tensos bajo la camisa negra, y la postura relajada pero alerta. No dice nada, no me mira siquiera, como si mi despertar fuera algo insignificante para él.
Mi cuerpo reacciona antes de que mi mente lo procese. Me siento de golpe con el corazón latiendo desbocado, y en ese mismo instante él se gira. Sus ojos rojos brillan como brasas bajo la luz de la luna, encontrando los míos sin esfuerzo.
—¿Finalmente despiertas? —dice con calma, pero su tono profundo me envuelve como un rugido.
Es entonces cuando me doy cuenta. La bata que llevaba ha desaparecido. En su lugar, llevo un vestido de tela fina, delicado, que cubre lo justo pero no lo suficiente para que me sienta cómoda. Mis manos vuelan instintivamente hacia mi cuerpo, tratando de cubrirme.
—¡¿Me cambiaste la ropa?! —le grito sin disimular la indignación y el miedo de solo pensar que…
Él ladea la cabeza y en ese momento una sonrisa arrogante curva sus labios.
—No ibas a quedarte en esa bata inmunda —responde como si fuera lo más natural del mundo.
—¡¿Me tocaste?! —espeto, mi cuerpo tiembla mientras lo señalo con el dedo de forma acusadora.
Su risa profunda llena la habitación, un sonido peligroso y burlón que hace que mi piel se erice.
—Hazel —dice mi nombre lentamente, como si estuviera saboreándolo—. Eres mía. Si quisiera tocarte, lo haría. Pero no lo hice.
—¡Mentiroso! —le grito, retrocediendo hacia la pared.
—Te cambió una de mis Omegas —añade, ignorando mi reacción.
Frunzo el ceño.
—¿Omega? ¿Qué demonios significa eso?
Él se cruza de brazos, inclina ligeramente la cabeza mientras me estudia con esos ojos penetrantes.
—No necesitas entenderlo todavía.
—¡Déjame ir! —exijo, mis palabras salen con más fuerza de la que siento realmente.
Erik da un paso al frente. Luego otro. Su andar es lento, calculado, como un depredador acechando a su presa.
—No puedes irte —dice finalmente. Se detiene frente a mí, tan cerca que puedo sentir el calor que emana de su cuerpo.
De pronto, su mano se mueve. Antes de que pueda reaccionar, la coloca suavemente sobre mi vientre. Mi cuerpo se tensa de inmediato, y una oleada de pánico atraviesa mi pecho.
—¿Q-quién te crees que eres? ¡Aléjate! —jadeo, pero mi voz es apenas un susurro.
Él no se mueve. Su mirada se suaviza, pero no su dominio.
—Realmente está ahí —susurra—. Mi cachorro está creciendo en tu vientre.
El mundo parece detenerse. Mis ojos se abren al límite mientras suelto un jadeo tembloroso.
—¿De qué estás hablando? —mi voz tiembla con incredulidad.
Él me mira fijo.
—La inseminación funcionó. —Su tono es grave, como si acabara de hacer una declaración divina—. Eres la primera humana en trescientos años que puede soportar cargar a mi descendencia.
El suelo bajo mis pies se tambalea. Mi mente no logra procesar lo que acaba de decir. Un escalofrío recorre mi cuerpo, pero logro articular las palabras que me queman en la garganta.
—¿Qué eres?
Erik retrocede un paso, su expresión se transforma. Hay un destello de algo casi solemne en su mirada, como si lo que fuera a decir tuviera un peso ineludible.
—Tienes razón —dice en voz baja, pero cargada de autoridad—. No me he presentado formalmente.
Se endereza, sus ojos rojos brillan con una intensidad feroz mientras me observa como si no fuera una simple humana, sino algo mucho más importante.
—Mi nombre es Erik Stone, Alfa de la manada Luna Sangrienta. Soy un hombre lobo.
Mis piernas ceden, y tengo que apoyarme contra la pared para no desplomarme. Sus palabras retumban en mi cabeza, amenazando con derribar cualquier noción de realidad que haya tenido hasta ahora.
Un hombre lobo.
Esto no puede estar pasando.
CAPÍTULO 3: PROVOCACIÓNErik"¿Hombres lobo?"Su pensamiento atraviesa mi mente como un susurro frágil, tan débil que me irrita. La sola idea de su incredulidad es una ofensa. Siento las garras extendiéndose en mis palmas mientras lucho contra el impulso de destrozar la absurda ingenuidad que refleja.Miro su figura temblorosa. Tan frágil. Tan… ordinaria.—¿Un… qué? —tartamudea con la voz quebrada por el miedo—. Eso… eso no existe.Me río, un sonido bajo y grave que llena el espacio entre nosotros. Es una risa cargada de burla, de exasperación.—No juegues conmigo, por favor —añade suplicante, como si pudiera conmoverme.Pobrecilla. Su mente es tan limitada. Ingenua. ¿Cómo puede ser esta mujer la elegida? ¿Cómo es posible que de todas las humanas sea ella la que haya sobrevivido al proceso?La observo con detenimiento, mis ojos recorren cada línea de su rostro. Es pálida como la porcelana, sus ojos marrones son comunes, pero unas enormes pestañas afinan su mirada. Tiene unos labios ro
CAPÍTULO 4: ESTE ES MI NUEVO MUNDOHazelLas ganas de huir en este mismo instante son casi tan poderosas como el terror que me recorre el cuerpo… casi. Pero aunque cada fibra de mis músculos lucha por moverse, simplemente no soy capaz de hacerlo. Siento un estremecimiento mientras veo los ojos de Erik, se nota en su mirada que disfruta ver mi cara de desconcierto y pánico.Los lobos que tengo frente a mí parecen sacados de una película de miedo. Son altos, caminan en dos patas y parecen una extraña mezcla entre humanos y bestias. Sus ojos son amarillos o azules, pero todos coinciden en mirarme con ganas de devorarme ahí mismo. Algunos parecen reírse y otros están más preocupados por el siguiente movimiento de Erik.Mi corazón palpita a toda velocidad cuando uno de ellos se ve lo suficientemente interesado como para acercarse. Pronto me doy cuenta de que no es un él, es una mujer. Su cuerpo es más esbelto y aunque su pecho está lleno de un pelaje marrón, se le nota un bulto que sobresa
CAPÍTULO 5: EL FESTIVALHazelLas horas en este lugar pasan tan lento, que desde que me probé el vestido hasta ahora que ha salido la luna llena, siento que han transcurrido años. Por suerte no lo he visto en todo el día. Su hermana ha estado explicándome cómo funciona este mundo sobrenatural.Hay tipos de lobos, los Alfas son los más poderosos; con ojos rojos carmesí, después están los Betas de ojos amarillos como ella, y por último los Omegas de ojos azules.Esta noche voy a verlos a todos, pero me advirtió que debía tener mucho cuidado con los Alfas, porque son los más impredecibles y peligrosos.Yo apenas estoy asimilando que vivo en una mansión llena de criaturas y que en mi vientre crece algo que ni siquiera puedo explicar. Pero aun así me pongo el vestido plateado con brillos y ceñido a mi cuerpo y me preparo para el festival de Luna.Cuando acabo de arreglarme me miro al espejo y no me reconozco. Parece que mi vida de humillación y maltratos en el orfanato no eran nada en comp
CAPÍTULO 6: NOCHE DE LUNAErikNo sé cómo demonios he llegado a este punto. Toda mi vida he controlado cada aspecto de mi existencia, pero ahora estoy al borde del colapso, atrapado entre mi responsabilidad como Alfa y el insaciable deseo que esta humana despierta en mí…. Hazel.Mi lobo ruge dentro de mí, reclamándola, exigiéndome que la tome, que marque lo que nos pertenece. El poder de la luna llena intensifica cada emoción, cada instinto, y aunque he pasado años perfeccionando mi autocontrol, ella lo está desmoronando todo con su mera presencia y esos maldit0s movimientos en la pista de baile que provocaron una erecci0n entre mis pantalones. A pesar de todo, ella no puede ser mi Luna, ella solo es una pequeña humana.Mis manos envuelven su figura, tan pequeña, tan delicada, y por un instante me detengo. Si no fuera por el cachorro que crece en su vientre, podría romperla sin siquiera intentarlo. Esa única verdad me mantiene lo suficientemente cuerdo para no perderme por completo.P
CAPÍTULO 7: PRIMERA VEZHazelEstoy completamente perdida. Mi mente es un caos, pero mi cuerpo parece tener ideas propias. Todo lo que siento es la boca del Alfa, sus manos, su calor envolvente entre mis piernas. No sé cómo llegamos a esto, pero cada fibra de mi ser se enciende bajo su toque.Cuando me empujó contra la pared con tanta fuerza, pensé que mi vida terminaría en ese instante. Pero no. Esto… esto es otra cosa. Es un fuego que nunca supe que podía arder en mí. Mis piernas temblaron al principio, pero ahora lo único que siento es un plac3r que roza lo insoportable.Mis ojos buscan los suyos, y lo que veo me deja sin aliento. Hay una intensidad en él, una mezcla de deseo salvaje y algo más oscuro, algo que debería asustarme, pero en lugar de eso me atrae como una polilla a la llama. Pensé que me odiaba, que me despreciaba. Pero la forma en que me mira ahora… esto no puede ser odio.Cuando Erik se aparta, el aire frío golpea mi piel, arrancándome un jadeo involuntario.—Erik —s
CAPÍTULO 8: SE DESVANECE EL EFECTOHazelPasé la noche en su habitación. Mientras mi mente repasaba lo que había ocurrido, la fatiga terminó por vencerme. Pero al abrir los ojos por la mañana, me encuentro en un lugar diferente. Ya no estoy en el refugio cálido de su cama; ahora estoy de vuelta en la habitación donde Rosie me había llevado inicialmente.Una bata ligera envuelve mi cuerpo, apenas me cubre. Al intentar ponerme de pie, un dolor profundo y punzante atraviesa mis caderas, muslos, pecho y vientre. Cada movimiento es un recordatorio fresco de la intensidad de la noche anterior. Me acerco al espejo, temerosa y curiosa, solo para confirmar lo que imaginé mientras conciliaba el sueño.Moretones. Marcas. Su rastro.Las huellas de sus dedos están grabadas en mi piel como un testamento de lo que hicimos. En lugar de sentir dolor, son un recordatorio que enciende un calor inesperado en mi interior. Mi reflejo me devuelve una mirada que no reconozco del todo: mis labios hinchados, m
CAPÍTULO 9: LA CEREMONIA DE ACEPTACIÓNHazelMe siento como una completa tonta. No puedo creer que, por un momento, me permitiera pensar que Erik podría sentir algo por mí. Qué ingenua. Por supuesto que lo de anoche no fue más que un capricho suyo, una necesidad carnal satisfecha con la presa más fácil y accesible. Mi dignidad quedó aplastada junto a la pared donde me tuvo.Aprieto la mandíbula con fuerza, tratando de fingir que sus palabras no me han lastimado hasta lo más profundo de mi corazón.—Yo… no iba a decir nada —murmuro con la voz más firme que consigo reunir, intentando aparentar una seguridad que no siento.—Bien. Más te vale —contesta con una frialdad que me hiela la sangre. Luego suelta, sin siquiera mirarme—: Y espero que te hayas duchado bien. No quiero habladurías en la manada.Parpadeo, desconcertada, hasta que sus palabras se hunden completamente en mi mente. Mi rostro arde al comprender lo que quiere decir. Los lobos pueden oler… eso.Mis ojos se abren como platos
CAPÍTULO 10: ESPEJOErikUna transgresión en menos de veinticuatro horas. Es lo único que estoy dispuesto a tolerar. Después de lo que hice anoche con Hazel necesito recuperar el control, no solo sobre mí mismo, sino sobre toda mi manada. La luna llena se desvaneció llevándose consigo cualquier rastro de ese instinto animal que me dominaba, pero cuando regresó la razón, ya era demasiado tarde.Pero no cometeré otro error. No voy a permitir que Rosie Stone, mi hermana, una de las Betas más fuertes y estratégicas que tenemos, se enlace con un convertido. Un lobo de segunda categoría que apenas y sobrevivió a la mordida y pertenece a una manada insignificante.Me alejo del comedor, dejando tras de mí un silencio tenso y cargado. Puedo sentir las emociones de mi manada, sus pensamientos revolotean como chispas en el aire. Por suerte, no están transformados; si lo estuvieran, el bullicio mental sería insoportable. No me importa. Mi decisión está tomada.Nunca había negado un vínculo lunar.