Hazel
Las horas en este lugar pasan tan lento, que desde que me probé el vestido hasta ahora que ha salido la luna llena, siento que han transcurrido años. Por suerte no lo he visto en todo el día. Su hermana ha estado explicándome cómo funciona este mundo sobrenatural.
Hay tipos de lobos, los Alfas son los más poderosos; con ojos rojos carmesí, después están los Betas de ojos amarillos como ella, y por último los Omegas de ojos azules.
Esta noche voy a verlos a todos, pero me advirtió que debía tener mucho cuidado con los Alfas, porque son los más impredecibles y peligrosos.
Yo apenas estoy asimilando que vivo en una mansión llena de criaturas y que en mi vientre crece algo que ni siquiera puedo explicar. Pero aun así me pongo el vestido plateado con brillos y ceñido a mi cuerpo y me preparo para el festival de Luna.
Cuando acabo de arreglarme me miro al espejo y no me reconozco. Parece que mi vida de humillación y maltratos en el orfanato no eran nada en comparación a la situación en la que me encuentro ahora.
En ese momento la puerta del cuarto se abre y ahí está él. Erik lleva puesto un traje muy elegante que casi lo hace parecer un humano decente y atractivo. No debería pensar eso, pero no puedo evitarlo. Tiene un porte imponente, un cuerpo definido que se nota a través del traje ceñido y su rostro parece el de un Dios.
Sus ojos rojos recorren cada centímetro de mi cuerpo cuando entra a la habitación, y puedo sentir su mirada tan pesada que me deja sin respiración. Su expresión es impenetrable, fría y distante, pero algo en la forma en que sus ojos se detienen en mí hace que mi piel se erice.
—Estás lista —dice con voz grave, sin emoción aparente.
No es una pregunta, sino una afirmación que no admite réplica. Asiento en silencio y lo sigo mientras me conduce fuera de la habitación.
El salón donde se celebra el Festival de la Luna está lleno de luces, música y un ambiente que, por un momento, parece casi normal. Las parejas charlan, ríen y beben, pero hay algo en el aire que no puedo identificar. Una energía que me pone nerviosa.
Erik no me dirige la palabra mientras me lleva a una mesa elevada en el centro del salón, un lugar de honor reservado para él como Alfa. Me hace un gesto para que me siente a su lado, pero su proximidad es sofocante. Aunque mantiene una distancia física, hay algo en su presencia que parece envolverme por completo.
Rosie se acerca y me sonríe.
—Hazel, ¡te ves fantástica! —exclama. Le regalo una sonrisa, pero es obvio que estoy incómoda— ¡Relájate! El Festival de la Luna es para celebrar la unión de las almas. Todo estará bien.
Asiento, intentando calmarme, pero la tensión en el aire parece aumentar a medida que la noche avanza.
Su hermano le da una mirada de pocos amigos, así que ella se aleja de la mesa, pero le hace un gesto con la lengua. La confianza que se tienen me sorprende tanto como me aterra. Estoy segura de que si yo le hiciese algo así, me mataría.
Entonces, la música se detiene, y un silencio reverente llena el salón. La luz de la luna comienza a filtrarse a través de los grandes ventanales, bañando a todos los presentes con su resplandor plateado.
Uno por uno, los lobos se transforman, su humanidad se desvanece para dar paso a sus formas verdaderas. Es una transformación rápida, casi elegante. Me llena de miedo verlo, pero al mismo tiempo no puedo apartar la vista; es… fascinante. Sus ojos brillan, cada uno con el color que Rosie me explicó.
De repente, lo veo. Un destello de luz entre dos lobos que se miran fijamente. Es tan rápido que estoy segura de que nadie más lo ha notado, pero para mí es imposible ignorarlo. Es como si la luna misma hubiera tejido un hilo entre ellos, uniendo sus almas en un instante.
—Lo ves, ¿verdad? —susurra Erik a mi lado.
Asiento, sin saber cómo explicarle lo que acabo de presenciar.
—Eso es lo que significa el Festival de la Luna —continúa, sin mirarme—. Es el lazo entre los destinados.
Intento procesar sus palabras, pero la música vuelve a llenar el aire, y la atmósfera cambia. Las parejas recién unidas se acercan al centro del salón para bailar, y las risas reemplazan la solemnidad de antes. De pronto Erik se levanta de mala gana de la silla y se aleja sin decir nada.
No sé por qué, pero pareciese que le irrita ver todo esto, está enojado y lo puedo sentir. Suspiro mirando a las parejas que han vuelto a su forma humana. Algunos Alfas me miran, pero ninguno se atreve a acercarse a mí.
En eso, veo a Rosie acercarse. Ella me toma de la mano y me saca de mi ensimismamiento.
—Ven, necesitas relajarte. Un baile no te matará.
—No creo que sea buena idea… —intento protestar, pero ella no me da opción.
Me arrastra hacia el centro del salón, y aunque al principio mis movimientos son torpes, la música me envuelve, y poco a poco me dejo llevar. Por primera vez en mucho tiempo, me siento casi… normal.
Pero esa sensación dura poco.
Siento una mirada ardiente clavada en mí, y mi cuerpo se tensa. Levanto la vista y lo veo. Erik está al otro lado del salón, sus ojos carmesíes están fijos en mí como si quisiera atravesarme con ellos. Su mandíbula está apretada, y su cuerpo emana una energía peligrosa que hace que mi corazón se acelere.
No aparto la mirada, aunque todo mi ser me dice que debería hacerlo. Pero antes de que pueda reaccionar, él comienza a caminar hacia mí con pasos decididos, como un depredador acechando a su presa.
Ni siquiera me da una oportunidad de replicar antes de tomarme del brazo y alejarme del salón. Escucho la voz de Rosie protestando, pero él la ignora.
—¿Qué estás haciendo? —protesto, pero mi voz suena débil incluso para mis propios oídos.
No responde. Me lleva a un pasillo oscuro y me acorrala contra la pared. Su proximidad es abrumadora, y su mirada es una combinación de rabia y algo más oscuro… aunque no sabría definir qué es.
—¿Qué crees que estás haciendo? —cuestiona con los dientes apretados. Percibo el peligro en su voz mientras clava sus ojos en los míos.
—¿Haciendo? Yo… no estoy haciendo nada —respondo con un hilo de voz, mi corazón late con fuerza.
—¿Nada? —replica con una sonrisa sarcástica—. Entonces explícame por qué siento que intentas provocarme.
—¡¿Provocarte?! N-No… te juro que no —le respondo, pero mi voz tiembla, y sé que no suena convincente.
La tensión entre nosotros es como un cable tirante a punto de romperse. Su mirada baja hacia mis labios, y mi respiración se acelera. De pronto siento un gran bulto pulsante y tibio que choca con mi entrepierna.
—Hazel… —Erik susurra mi nombre, y su voz suena más como un gruñido que como una palabra. Sus manos se ciñen a mi cintura, elevan mi vestido lentamente y su rostro está tan cerca de mi cuello que puedo sentir su respiración enviando corrientes de plac3r por todo mi cuerpo—... No puedo contener a mi lobo, no esta noche… —murmura.
«¿Qué está pasando?», pienso. De repente su cercanía enciende algo en mí. El corazón todavía me palpita acelerado, pero no es por el miedo.
Antes de que pueda responder, Erik cierra la distancia entre nosotros y captura mis labios con los suyos. Su beso es feroz, hambriento, como si estuviera reclamando algo que le pertenece.
Me debería apartar, protestar, pero mi cuerpo no me obedece. Mis manos se aferran a su traje, y me pierdo en la intensidad de su contacto, incapaz de pensar en nada más que en él.
CAPÍTULO 6: NOCHE DE LUNAErikNo sé cómo demonios he llegado a este punto. Toda mi vida he controlado cada aspecto de mi existencia, pero ahora estoy al borde del colapso, atrapado entre mi responsabilidad como Alfa y el insaciable deseo que esta humana despierta en mí…. Hazel.Mi lobo ruge dentro de mí, reclamándola, exigiéndome que la tome, que marque lo que nos pertenece. El poder de la luna llena intensifica cada emoción, cada instinto, y aunque he pasado años perfeccionando mi autocontrol, ella lo está desmoronando todo con su mera presencia y esos maldit0s movimientos en la pista de baile que provocaron una erecci0n entre mis pantalones. A pesar de todo, ella no puede ser mi Luna, ella solo es una pequeña humana.Mis manos envuelven su figura, tan pequeña, tan delicada, y por un instante me detengo. Si no fuera por el cachorro que crece en su vientre, podría romperla sin siquiera intentarlo. Esa única verdad me mantiene lo suficientemente cuerdo para no perderme por completo.P
CAPÍTULO 7: PRIMERA VEZHazelEstoy completamente perdida. Mi mente es un caos, pero mi cuerpo parece tener ideas propias. Todo lo que siento es la boca del Alfa, sus manos, su calor envolvente entre mis piernas. No sé cómo llegamos a esto, pero cada fibra de mi ser se enciende bajo su toque.Cuando me empujó contra la pared con tanta fuerza, pensé que mi vida terminaría en ese instante. Pero no. Esto… esto es otra cosa. Es un fuego que nunca supe que podía arder en mí. Mis piernas temblaron al principio, pero ahora lo único que siento es un plac3r que roza lo insoportable.Mis ojos buscan los suyos, y lo que veo me deja sin aliento. Hay una intensidad en él, una mezcla de deseo salvaje y algo más oscuro, algo que debería asustarme, pero en lugar de eso me atrae como una polilla a la llama. Pensé que me odiaba, que me despreciaba. Pero la forma en que me mira ahora… esto no puede ser odio.Cuando Erik se aparta, el aire frío golpea mi piel, arrancándome un jadeo involuntario.—Erik —s
CAPÍTULO 8: SE DESVANECE EL EFECTOHazelPasé la noche en su habitación. Mientras mi mente repasaba lo que había ocurrido, la fatiga terminó por vencerme. Pero al abrir los ojos por la mañana, me encuentro en un lugar diferente. Ya no estoy en el refugio cálido de su cama; ahora estoy de vuelta en la habitación donde Rosie me había llevado inicialmente.Una bata ligera envuelve mi cuerpo, apenas me cubre. Al intentar ponerme de pie, un dolor profundo y punzante atraviesa mis caderas, muslos, pecho y vientre. Cada movimiento es un recordatorio fresco de la intensidad de la noche anterior. Me acerco al espejo, temerosa y curiosa, solo para confirmar lo que imaginé mientras conciliaba el sueño.Moretones. Marcas. Su rastro.Las huellas de sus dedos están grabadas en mi piel como un testamento de lo que hicimos. En lugar de sentir dolor, son un recordatorio que enciende un calor inesperado en mi interior. Mi reflejo me devuelve una mirada que no reconozco del todo: mis labios hinchados, m
CAPÍTULO 9: LA CEREMONIA DE ACEPTACIÓNHazelMe siento como una completa tonta. No puedo creer que, por un momento, me permitiera pensar que Erik podría sentir algo por mí. Qué ingenua. Por supuesto que lo de anoche no fue más que un capricho suyo, una necesidad carnal satisfecha con la presa más fácil y accesible. Mi dignidad quedó aplastada junto a la pared donde me tuvo.Aprieto la mandíbula con fuerza, tratando de fingir que sus palabras no me han lastimado hasta lo más profundo de mi corazón.—Yo… no iba a decir nada —murmuro con la voz más firme que consigo reunir, intentando aparentar una seguridad que no siento.—Bien. Más te vale —contesta con una frialdad que me hiela la sangre. Luego suelta, sin siquiera mirarme—: Y espero que te hayas duchado bien. No quiero habladurías en la manada.Parpadeo, desconcertada, hasta que sus palabras se hunden completamente en mi mente. Mi rostro arde al comprender lo que quiere decir. Los lobos pueden oler… eso.Mis ojos se abren como platos
CAPÍTULO 10: ESPEJOErikUna transgresión en menos de veinticuatro horas. Es lo único que estoy dispuesto a tolerar. Después de lo que hice anoche con Hazel necesito recuperar el control, no solo sobre mí mismo, sino sobre toda mi manada. La luna llena se desvaneció llevándose consigo cualquier rastro de ese instinto animal que me dominaba, pero cuando regresó la razón, ya era demasiado tarde.Pero no cometeré otro error. No voy a permitir que Rosie Stone, mi hermana, una de las Betas más fuertes y estratégicas que tenemos, se enlace con un convertido. Un lobo de segunda categoría que apenas y sobrevivió a la mordida y pertenece a una manada insignificante.Me alejo del comedor, dejando tras de mí un silencio tenso y cargado. Puedo sentir las emociones de mi manada, sus pensamientos revolotean como chispas en el aire. Por suerte, no están transformados; si lo estuvieran, el bullicio mental sería insoportable. No me importa. Mi decisión está tomada.Nunca había negado un vínculo lunar.
CAPÍTULO 11: PROMETIDAHazelEl shock de haber vomitado frente a un montón de lobos que seguramente pueden percibir el asqueroso olor a kilómetros, no se compara con lo que acaba de decir Rosie. ¿Acaso Erik también lo sintió? No, peor aún, no solo lo sintió sino que vomitó también.Sé que soy nueva en este mundo sobrenatural, pero algo me dice que no es nada normal.Después de limpiar muy bien mi boca, Rosie entra en la habitación con una pastilla para las náuseas.—Toma, bebe esto, te hará sentir mejor —dice con desánimo. Dista mucho de ser la misma Rosie de esta mañana o la de ayer.—¿Estás bien? —le pegunto. Ella suspira y cambia la cara.—¡Claro! Debo cuidarte y a mi sobrino —dice poniendo una mano sobre mi vientre.—No necesitas fingir conmigo, sé que la negativa de tu hermano debió ser devastadora para ti.Rosie no dice nada de inmediato. Se pone de pie y suspira con pesadez evitando mirarme.—Erik cree que puede decidir mi futuro, pero no lo permitiré. Me iré de la manada si es
CAPÍTULO 12: POR CURIOSAErikLa pequeña humana se está convirtiendo en un problema que no puedo ignorar. Por un momento me pareció absurdo, incluso adorable, que creyera que caminando en puntillas iba a pasar desapercibida. Pero la diversión terminó cuando sentí sus latidos erráticos. No solo los escuché, los sentí, como si su desesperación se hubiera conectado directamente a mi pecho.Y entonces, su pensamiento llegó claro en mi mente como un grito desesperado: “Por favor, di que no”.En trescientos años, nadie, ni siquiera otro Alfa se había atrevido a ordenarme algo, mucho menos una humana.Termino la reunión con los viejos del consejo, más irritado de lo habitual, y me lanzo hacia su habitación. Su aroma aún impregna el aire, dulce y perturbador, pero ahora mezclado con la amargura de sus lágrimas y la desesperación. Esa angustia me persigue, me envenena. Lo de anoche fue un error monumental, y sin embargo, aquí estoy, incapaz de dejarlo pasar.Abro la puerta de un golpe, y el so
CAPÍTULO 1: VENDIDAHazel—¿Cuánto me van a pagar por ella?La voz del hombre se escucha cerca, grave y cortante. Intento moverme, pero mis muñecas están atadas y el vendaje en mis ojos me mantiene en completa oscuridad. Mis lágrimas empapan la tela; sé que algo terrible está por suceder.—¡¿Esa miseria?! ¡Es virg3n! —grita el hombre, enfurecido.Un nudo se forma en mi estómago. ¿Cómo terminé aquí? Lo último que recuerdo es celebrar con mis compañeras nuestra salida del orfanato. Ahora, estoy encerrada en una especie de jaula, vendida como si fuera un objeto.—No te conviene regatear, a menos que quieras que él sea quien negocie.Un gruñido bajo y profundo interrumpe la conversación, tan extraño y gutural que me hiela la sangre. No hay más discusión, solo el sonido de pasos alejándose y el chirrido metálico de unas puertas que se cierran.Todo comienza a moverse. Estamos siendo transportadas. Mi corazón late con tanta fuerza que temo que se detenga. No sé cuánto tiempo pasa hasta que