Hazel
—¿Cuánto me van a pagar por ella?
La voz del hombre se escucha cerca, grave y cortante. Intento moverme, pero mis muñecas están atadas y el vendaje en mis ojos me mantiene en completa oscuridad. Mis lágrimas empapan la tela; sé que algo terrible está por suceder.
—¡¿Esa miseria?! ¡Es virg3n! —grita el hombre, enfurecido.
Un nudo se forma en mi estómago. ¿Cómo terminé aquí? Lo último que recuerdo es celebrar con mis compañeras nuestra salida del orfanato. Ahora, estoy encerrada en una especie de jaula, vendida como si fuera un objeto.
—No te conviene regatear, a menos que quieras que él sea quien negocie.
Un gruñido bajo y profundo interrumpe la conversación, tan extraño y gutural que me hiela la sangre. No hay más discusión, solo el sonido de pasos alejándose y el chirrido metálico de unas puertas que se cierran.
Todo comienza a moverse. Estamos siendo transportadas. Mi corazón late con tanta fuerza que temo que se detenga. No sé cuánto tiempo pasa hasta que el vehículo se detiene. Unas manos fuertes me arrastran fuera, ignorando mis intentos de resistirme.
De repente, me quitan el vendaje. La luz blanca me ciega por un momento, pero pronto distingo dónde estoy: una casa lujosa y minimalista con paredes y suelos de un blanco inmaculado. Todo en este lugar se siente frío y desalmado, desde el mármol bajo mis pies hasta las miradas de los hombres que nos rodean.
—Estas no parecen muy resistentes —dice uno, estudiándonos con desdén.
Antes de que pueda procesar sus palabras, nos llevan a otra habitación. El ambiente cambia de inmediato: frío, metálico y clínico. Hay cinco mesas de acero alineadas en el centro. Parece un laboratorio.
—¡No! ¡Déjenme ir! —grito, pero es inútil. Me desgarran la ropa y me ponen una bata, dejándome expuesta. Mi mente grita que luche, pero mi cuerpo no responde, paralizado por el terror.
Lo que sigue es confuso y doloroso: unas mujeres entran con jeringas e instrumentos fríos. Pero por más que gritemos, ellos no responden a nuestras súplicas. Me siento ultrajada mientras introducen algo extraño en mi interior. Chillo e intento resistirme, pero es inútil. Finalmente, las luces se apagan en mi mente mientras me dejo llevar por el agotamiento.
Cuando despierto, el silencio es aterrador. Miro alrededor y veo los cuerpos inmóviles de las otras chicas. Un grito de horror escapa de mis labios.
—¡Dios mío! —jadeo, intentando desatarme. Pero antes de que logre moverme, unos pasos me paralizan.
—¿Qué demonios…? —La voz de un hombre se detiene al verme despierta—. No puede ser. Está viva.
Las ataduras caen. Me obligan a sentarme en la mesa, mirándome como si fuera una rareza.
—Llama al Alfa, ahora mismo.
Esa palabra… “Alfa”. Algo en el tono de voz del hombre me estremece. No pasan ni cinco minutos antes de que las puertas del laboratorio se abran de golpe.
La figura que entra al cuarto se mueve como un depredador, cada paso que da parece calculado. Es imponente: su altura, la anchura de sus hombros, y la intensidad que emana de él llenan todo el espacio. Su cabello rubio cae desordenado sobre una frente marcada, y su mandíbula firme acentúa su aura autoritaria. Pero lo que realmente me congela son sus ojos: un rojo carmesí que parece arder con una ferocidad sobrenatural.
Los demás en la habitación bajan la cabeza de inmediato. Nadie se atreve a mirarlo directamente, como si un solo cruce de miradas pudiera ser su sentencia de muerte.
—¿Esta es la que sobrevivió? —pregunta con un tono gutural y grave que me hace estremecer.
—Sí, Alfa —responde uno de los hombres con voz temblorosa.
Intento retroceder, pero la mesa metálica me impide moverme. Quiero desaparecer, ser invisible, pero también hay algo en él que me obliga a mantener la mirada.
—Parece… frágil —murmura, dando un paso hacia mí.
Cada músculo de mi cuerpo se tensa mientras lo veo acercarse. Su mirada no se aparta de la mía, y en su intensidad hay algo que me atrapa, como si él fuera un imán y yo no tuviera otra opción que ceder.
Cuando está frente a mí, me toma del mentón con una mano fuerte, su piel áspera y caliente ahora está contra la mía. No hay delicadeza en su toque, pero tampoco me lastima. Simplemente ejerce un control total sobre mi cuerpo con un simple gesto.
—Nunca había pasado, Alfa. Siempre mueren —dice la mujer que está junto a nosotros, todavía con la cabeza baja.
—Bueno, sin duda es… diferente —dice él sin apartar su mirada de mí. La manera en que pronuncia esa palabra, “diferente”, hace que mi corazón lata con fuerza.
—P-Por favor… déjame ir —suplico en un susurro.
Sus labios se curvan en una sonrisa burlona que revela unos colmillos largos y blancos, demasiado afilados para ser humanos.
—¿Dejarte ir? —repite, inclinándose hacia mí. Su voz se vuelve más suave, casi hipnótica—. ¿De verdad crees que eso es posible?
El calor de su aliento roza mi rostro, y un extraño cosquilleo se instala en mi pecho. Mi cuerpo me traiciona, mezclando el terror con una atracción inexplicable.
—Yo te compré, humana. Ahora me perteneces, Hazel —añade, pronunciando mi nombre con una intensidad que me deja sin aire.
—¿C-compraste? —tartamudeo.
Su sonrisa se amplía, pero sus ojos no muestran compasión alguna.
—Así es. Eres mía. Tu vida, tu cuerpo… todo. Y tú harás exactamente lo que yo ordene.
—¡No! —grito con un atisbo de valentía que ni siquiera sé de dónde proviene—. ¡No soy de nadie!
Sus ojos chispean, no de enojo, sino de algo que parece… interés.
—¿De nadie? —repite, inclinándose más cerca, hasta que nuestros rostros están a centímetros—. Vamos a ver cuánto tiempo puedes mantener esa actitud, humana.
Su proximidad me abruma. Puedo sentir el calor que emana de él, su presencia poderosa y salvaje. Es intimidante, pero a la vez, una parte de mí —una parte que odio— no puede evitar sentirse atraída.
—Eres más interesante de lo que pensé —dice con un tono casi divertido, antes de soltar mi rostro y dar un paso atrás.
Mi cuerpo se siente frío al instante, como si el espacio que ha dejado hubiera robado algo vital de mí.
—Llévenla a mis aposentos —ordena, volviendo a su tono autoritario.
—¿Q-qué? —balbuceo, horrorizada.
Él se gira una última vez, sus ojos arden como brasas.
—Esta conversación no ha terminado, Hazel. No olvides… que me perteneces.
Me quedo inmóvil y con las palabras atascadas en mi garganta. La puerta se cierra tras él, y aunque el terror sigue presente, hay algo más que no puedo ignorar: la sensación de que mi vida acaba de cambiar para siempre, y no sé si será para bien… o para algo mucho peor.
CAPÍTULO 2: MI PESADILLAHazelMe llevan a rastras hacia la habitación de ese hombre… de esa cosa. Estoy segura de que no es humano. Sin embargo, no quiero pensar en ello. No quiero aceptar que esto es real. Esto es una pesadilla, solo eso.La mujer que me escolta no oculta su desprecio. Me empuja al interior de una habitación espaciosa con una fuerza que me hace trastabillar.—¡No! ¡Por favor! —grito golpeando la puerta con los puños mientras escucho cómo se cierra con un golpe seco y certero.No hay respuesta.El silencio de la habitación me envuelve, frío e implacable. Siento el ardor en mis ojos por las lágrimas que amenazan con salir, pero las reprimo. Llorar no cambiará nada. Doy media vuelta, escudriñando el lugar en busca de una salida.Frente a mí hay una enorme ventana. Me acerco con rapidez, con la desesperación palpitando en mis venas. Pero cuando me asomo, mi esperanza se disuelve: estoy en un tercer piso y debajo hay un suelo de roca. Si salto, solo encontraré la muerte.
CAPÍTULO 3: PROVOCACIÓNErik"¿Hombres lobo?"Su pensamiento atraviesa mi mente como un susurro frágil, tan débil que me irrita. La sola idea de su incredulidad es una ofensa. Siento las garras extendiéndose en mis palmas mientras lucho contra el impulso de destrozar la absurda ingenuidad que refleja.Miro su figura temblorosa. Tan frágil. Tan… ordinaria.—¿Un… qué? —tartamudea con la voz quebrada por el miedo—. Eso… eso no existe.Me río, un sonido bajo y grave que llena el espacio entre nosotros. Es una risa cargada de burla, de exasperación.—No juegues conmigo, por favor —añade suplicante, como si pudiera conmoverme.Pobrecilla. Su mente es tan limitada. Ingenua. ¿Cómo puede ser esta mujer la elegida? ¿Cómo es posible que de todas las humanas sea ella la que haya sobrevivido al proceso?La observo con detenimiento, mis ojos recorren cada línea de su rostro. Es pálida como la porcelana, sus ojos marrones son comunes, pero unas enormes pestañas afinan su mirada. Tiene unos labios ro
CAPÍTULO 4: ESTE ES MI NUEVO MUNDOHazelLas ganas de huir en este mismo instante son casi tan poderosas como el terror que me recorre el cuerpo… casi. Pero aunque cada fibra de mis músculos lucha por moverse, simplemente no soy capaz de hacerlo. Siento un estremecimiento mientras veo los ojos de Erik, se nota en su mirada que disfruta ver mi cara de desconcierto y pánico.Los lobos que tengo frente a mí parecen sacados de una película de miedo. Son altos, caminan en dos patas y parecen una extraña mezcla entre humanos y bestias. Sus ojos son amarillos o azules, pero todos coinciden en mirarme con ganas de devorarme ahí mismo. Algunos parecen reírse y otros están más preocupados por el siguiente movimiento de Erik.Mi corazón palpita a toda velocidad cuando uno de ellos se ve lo suficientemente interesado como para acercarse. Pronto me doy cuenta de que no es un él, es una mujer. Su cuerpo es más esbelto y aunque su pecho está lleno de un pelaje marrón, se le nota un bulto que sobresa
CAPÍTULO 5: EL FESTIVALHazelLas horas en este lugar pasan tan lento, que desde que me probé el vestido hasta ahora que ha salido la luna llena, siento que han transcurrido años. Por suerte no lo he visto en todo el día. Su hermana ha estado explicándome cómo funciona este mundo sobrenatural.Hay tipos de lobos, los Alfas son los más poderosos; con ojos rojos carmesí, después están los Betas de ojos amarillos como ella, y por último los Omegas de ojos azules.Esta noche voy a verlos a todos, pero me advirtió que debía tener mucho cuidado con los Alfas, porque son los más impredecibles y peligrosos.Yo apenas estoy asimilando que vivo en una mansión llena de criaturas y que en mi vientre crece algo que ni siquiera puedo explicar. Pero aun así me pongo el vestido plateado con brillos y ceñido a mi cuerpo y me preparo para el festival de Luna.Cuando acabo de arreglarme me miro al espejo y no me reconozco. Parece que mi vida de humillación y maltratos en el orfanato no eran nada en comp
CAPÍTULO 6: NOCHE DE LUNAErikNo sé cómo demonios he llegado a este punto. Toda mi vida he controlado cada aspecto de mi existencia, pero ahora estoy al borde del colapso, atrapado entre mi responsabilidad como Alfa y el insaciable deseo que esta humana despierta en mí…. Hazel.Mi lobo ruge dentro de mí, reclamándola, exigiéndome que la tome, que marque lo que nos pertenece. El poder de la luna llena intensifica cada emoción, cada instinto, y aunque he pasado años perfeccionando mi autocontrol, ella lo está desmoronando todo con su mera presencia y esos maldit0s movimientos en la pista de baile que provocaron una erecci0n entre mis pantalones. A pesar de todo, ella no puede ser mi Luna, ella solo es una pequeña humana.Mis manos envuelven su figura, tan pequeña, tan delicada, y por un instante me detengo. Si no fuera por el cachorro que crece en su vientre, podría romperla sin siquiera intentarlo. Esa única verdad me mantiene lo suficientemente cuerdo para no perderme por completo.P
CAPÍTULO 7: PRIMERA VEZHazelEstoy completamente perdida. Mi mente es un caos, pero mi cuerpo parece tener ideas propias. Todo lo que siento es la boca del Alfa, sus manos, su calor envolvente entre mis piernas. No sé cómo llegamos a esto, pero cada fibra de mi ser se enciende bajo su toque.Cuando me empujó contra la pared con tanta fuerza, pensé que mi vida terminaría en ese instante. Pero no. Esto… esto es otra cosa. Es un fuego que nunca supe que podía arder en mí. Mis piernas temblaron al principio, pero ahora lo único que siento es un plac3r que roza lo insoportable.Mis ojos buscan los suyos, y lo que veo me deja sin aliento. Hay una intensidad en él, una mezcla de deseo salvaje y algo más oscuro, algo que debería asustarme, pero en lugar de eso me atrae como una polilla a la llama. Pensé que me odiaba, que me despreciaba. Pero la forma en que me mira ahora… esto no puede ser odio.Cuando Erik se aparta, el aire frío golpea mi piel, arrancándome un jadeo involuntario.—Erik —s
CAPÍTULO 8: SE DESVANECE EL EFECTOHazelPasé la noche en su habitación. Mientras mi mente repasaba lo que había ocurrido, la fatiga terminó por vencerme. Pero al abrir los ojos por la mañana, me encuentro en un lugar diferente. Ya no estoy en el refugio cálido de su cama; ahora estoy de vuelta en la habitación donde Rosie me había llevado inicialmente.Una bata ligera envuelve mi cuerpo, apenas me cubre. Al intentar ponerme de pie, un dolor profundo y punzante atraviesa mis caderas, muslos, pecho y vientre. Cada movimiento es un recordatorio fresco de la intensidad de la noche anterior. Me acerco al espejo, temerosa y curiosa, solo para confirmar lo que imaginé mientras conciliaba el sueño.Moretones. Marcas. Su rastro.Las huellas de sus dedos están grabadas en mi piel como un testamento de lo que hicimos. En lugar de sentir dolor, son un recordatorio que enciende un calor inesperado en mi interior. Mi reflejo me devuelve una mirada que no reconozco del todo: mis labios hinchados, m
CAPÍTULO 9: LA CEREMONIA DE ACEPTACIÓNHazelMe siento como una completa tonta. No puedo creer que, por un momento, me permitiera pensar que Erik podría sentir algo por mí. Qué ingenua. Por supuesto que lo de anoche no fue más que un capricho suyo, una necesidad carnal satisfecha con la presa más fácil y accesible. Mi dignidad quedó aplastada junto a la pared donde me tuvo.Aprieto la mandíbula con fuerza, tratando de fingir que sus palabras no me han lastimado hasta lo más profundo de mi corazón.—Yo… no iba a decir nada —murmuro con la voz más firme que consigo reunir, intentando aparentar una seguridad que no siento.—Bien. Más te vale —contesta con una frialdad que me hiela la sangre. Luego suelta, sin siquiera mirarme—: Y espero que te hayas duchado bien. No quiero habladurías en la manada.Parpadeo, desconcertada, hasta que sus palabras se hunden completamente en mi mente. Mi rostro arde al comprender lo que quiere decir. Los lobos pueden oler… eso.Mis ojos se abren como platos