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Viento de otoño y calidez de verano
Viento de otoño y calidez de verano
Por: Gigi hoffs
Capítulo 1: Un vuelco al corazón.

Un gélido y polar día, Shin se encontraba tomando con las dos manos su latte recién preparado con todo y su característica figura de gatito, formada por la espuma, por aquella chica de la cafetería que ya le había echado un ojo al apuesto Shin, pero cómo no hacerlo Shin, un hombre de 30 años de edad, con cabello negro, levemente ondulado, con un largo que caía por sus pronunciados y varoniles pómulos; unos labios rojizos, como si aquel color que dejan las cerezas después de comerlas, unos ojos de forma de avellana, color marrón con destellos de miel, tu barbilla levemente partida, con su tez blanca como la nieve.

Era por eso que la chica que atendía aquella cafetería, no le quitaba los ojos de encima, tanto era así que parecía que lo había estudiado a detalle,  puesto que recordó  un día verle que sacaba un bolígrafo, con una pequeña carita de gato de Carey de adorno en la tapa; así pues desde ese día que lo notó, ella le hacía un latte especial con todo esa espuma en forma de gatito.

Shin claro que lo notaba, esa especial atención de parte de la chica en turno de su cafetería preferida, pero no estaba nada interesado, no porqué la chica, no fuera atractiva o amable, simplemente estaba pasando un muy mal rato en el amor, debido aquella última mujer, que estuvo en su vida hace unos 2 años, le había roto el corazón.

Había sido una experiencia tan pero tan desagradable, que se acumuló  con sus anteriores y pésimas experiencias amorosas, esa última chica parecía hacerse llevado su tranquilidad y confianza.

Sue, la empleada que atendió al bien parecido chico, que con tanto cariño le veía a la distancia, después de haberle despachado replicó en voz baja.

—Si tan solo me volteara a ver el chico gatito— de pronto otra voz en la puerta de los empleados se hizo escuchar.

— ¡Sue! Vuelve a la realidad, ¿qué no vez que solo es una cara bonita,  en un grande y tonificado cuerpo de zombi?, Parece que no reacciona más que a la cortesía básica— exclamó la compañera de Sue.

De pronto en ese momento entro una persona, envuelta en chamarras, bufanda, gorro y botas forradas de peluche, apenas se lograba ver sus grandes ojos negros, con largas y tupidas pestañas, y su respingada, recta pero no tan delicada nariz, enrojecida por el frio de -15°C de Seúl en pleno invierno.

Al ingresar pareciera que todo el lugar se pausaba incluida la música de fondo aquellos villancicos clásicos de los años cincuenta, que impregnan el ambiente de la víspera de navidad, el movimiento de los pocos consumidores que se encontraban dentro del lugar, cuando Shin la vio, incluso debajo de todo el ese gran mar de ropa invernal, un suspiro escapó de sus rojizos y carnosos labios.

La misteriosa chica solo lo miró con el rabillo del ojo; para continuar con su misión de aquel momento, que era conseguir un gran capuchino humeante con un pequeño panque de moras azules. Se bajó su suave y aterciopelada bufanda, para emitir su petición.

 —Buenas tardes, me gustaría ordenar un capuchino extra grande y uno de esos panques de moras azules, ¿Cuánto sería?— dijo la nueva clienta.

— ¡Claro! Señorita, serían 15000 wons—, dijo la compañera de Sue, sonrió amablemente

 Acto seguido la clienta saco el dinero de su gran mochila, que estaba repleta de parches bordados alusivos distintos lugares del mundo.

Le entrego el dinero, al cabo de 5 minutos, recibió su orden y tomo asiento, en la mesita más próxima a Shin; dejó sus alimentos en la mesa, se puso de nuevo de pie para así despojarse de sus inmensos abrigos, dejando ver una abundante mata de cabello café castaño, larga, ondulada y algo alborotada, sus piernas eran largas además a su torso curvilíneo, sus labios eran carnosos y con coqueta forma de corazón, con una tez clara pero con tono cálido.

Shin al ver a esta muchacha, sintió una brisa otoñal en su alma, que lo acogió, casi de manera inmediata. Sintió en su pecho su alebrestado corazón, como si un viento, hiciera que tintineara las campanas de su muy asustadizo corazón, sin ningún tipo de voluntad, sin dejar salir ningún pensamiento, solo sentía que su cuerpo hacia un efecto magnético, hacia aquella misteriosa chica, al sentir la mirada curiosa y entusiasta de su espectador, la castaña volteó y reaccionó con una sonrisa leve, pero amable, dirigida hacía a él.

En ese momento cuando sus miradas se toparon en ese preciso momento, se escuchó algo dentro de sí mismo, una especie de clic, Shin pensó.

 « ¡No!, ¡No!, ¡No! Puede ser, no esto debe ser pasajero, ¡Sí!, ¡Eso sí es! Es un simple gusto, cómo no habría de serlo es una chica hermosa», tratando de desviar la mirada.

En un intento ocultar su interés por aquella evidentemente forastera de Seúl. La chica quien, pocos segundos después de dedicarle una amable y cálida sonrisa, por su cabeza cruzó el pensamiento

« Que chico más encantador, extraño... Pero encantador, en fin comeré esto, para seguir mi camino, quien diría que estaría de nuevo aquí después de tantos años... », suspiro y dio un gran sorbo a su café seguido de un generoso mordisco a su esponjoso panque de moras.

Después de ese momento que destello una leve sonrisa el chico, apenas pudo contener su frenético corazón, apaciguándolo, con todos los pensamientos racionales que se le iban ocurriendo.

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