El pelinieve estaba de pie bajo la tenue luz de la tarde, que comenzaba a fundirse con la noche, esperando que algún taxi o autobús apareciera en el horizonte. El día había sido fructífero, sí, pero no en la forma en que otros podrían imaginar. Para el pelinieve, cada pequeño paso hacia su objetivo lo acercaba más a la venganza que había anhelado por tanto tiempo. Sus pensamientos eran un remolino de recuerdos dolorosos y una determinación sombría. El aire se sentía denso, cargado de un calor húmedo que hacía que su camisa se pegara incómodamente a su espalda. Estaba inmerso en este malestar cuando un auto negro, elegante y reluciente, se detuvo frente a él con un suave ronroneo de motor. La puerta se abrió, y de ella emergió una mujer morena que Thomas reconoció al instante.Ella salió con la gracia de alguien que sabe que está siendo observada, su cabello oscuro enmarcando un rostro que irradiaba confianza y cierta frialdad. Apoyándose con naturalidad en la entrada del auto, sus ojo
— ¿Cómo le fue, señorita? — preguntó Kenia, abriendo la imponente puerta de madera mientras recibía con suavidad el bolso de su jefa.— Bien, Kenia, gracias — respondió Dalia, con una voz que denotaba cansancio tras un largo día.— ¿Le dejo el bolso en el estudio o en la habitación, señorita Dalia? — inquirió Kenia, cerrando la puerta y siguiendo a su jefa con pasos ligeros.Dalia, sin detenerse, le respondió con un gesto de la mano. — En el estudio, por favor. Gracias.— Con mucho gusto — dijo Kenia, subiendo las escaleras con el bolso, mientras Dalia continuaba hacia la sala de estar.Allí, Jackson, su marido, se levantó de un sillón de cuero al verla entrar. Una sonrisa cálida se dibujó en su rostro al acercarse a ella. — Hola, mi amor — dijo con dulzura, extendiendo la mano para recibir la chaqueta negra que Dalia llevaba. — Ven, déjame ayudarte. ¿Qué tal tu día? Cuéntame.— Bien — respondió Dalia, con una sonrisa suave mientras se inclinaba para darle un beso en los labios. — A
La morena se encontraba dentro de su auto, esperando pacientemente a que el semáforo cambiara a verde. Delante de ella, un hombre hacía malabares en medio de la carretera, su actuación tan efímera como la luz del semáforo que amenazaba con cambiar en cualquier momento. Mientras observaba sin realmente ver, su mente vagó hasta aquel instante en que conoció al intrigante pelinieve. Desde el momento en que lo vio por primera vez en el ascensor, su presencia había quedado grabada en su memoria, como una melodía repetitiva que no podía dejar de tararear.Había algo en él, una especie de atracción magnética que la había seguido incluso después de que lo dejó frente a esa modesta casa. Era irónico, hermoso, atractivo… y envuelto en un halo de oscuridad que ella no sabía cómo descifrar. Respiró hondo, tratando de sacarlo de su mente, pero el recuerdo persistía, latente, en el borde de sus pensamientos.Finalmente, después de unos momentos, volvió a la realidad. Miró a su alrededor, sintiéndose
Silencio. Un silencio total y completo reinaba en aquel lugar, creando un ambiente propicio para lo que estaba a punto de suceder.Entró con paso firme, el sonido tenue de sus viejos tenis blancos apenas audible en el espacio. Cada paso que daba lo llevaba más adentro, hacia ese lugar donde confiaba en que todos lo escucharían.Sus manos, curtidas por trabajos que en el fondo sabía que nunca debería haber hecho, rozaban las sillas de cedro a medida que avanzaba. Su mano derecha, algo áspera, tocaba la madera, creando un suave murmullo que se unía al de sus pasos. Caminaba hacia el frente, hacia un espacio que contrastaba con su apariencia: los colores, el estilo y la iluminación del lugar eran totalmente opuestos a la ropa gastada que llevaba puesta, compuesta por jeans azules desgarrados y una camisa blanca desgastada. Sus ojos, de un verde esmeralda frío, también parecían chocar con el ambiente cálido y lleno de luz que lo rodeaba, como si su propia luz interior fuera diferente.Lo
— Ella no tiene ni la menor idea... — Su mirada se posaba en la imagen de la Virgen María mientras continuaba hablando en el silencioso altar —. Y cuando finalmente se dé cuenta, será demasiado tarde...En ese preciso momento, varios Cadillac rojos y negros se encontraban ocultos, discretos, testigos de lo que estaba por ocurrir. Al otro lado de la amplia área de campamento, se encontraba ella, junto a un empleado del lugar, recogiendo todos los palos de golf que habían utilizado con tanto desenfado momentos antes. Con sus elegantes lentes de sol, ella ayudaba al joven a cargar todo en la parte trasera de su impresionante auto rojo.— Mil gracias, ten. — dijo ella, extendiendo su mano derecha con un billete en ella, el cual el joven recibió con un gesto de asentimiento antes de retirarse. — Muy amable.— Con gusto. — Le respondió el joven desde la distancia, y todo volvió a sumirse en un silencio tenso.La mujer dio la vuelta al auto, lo puso en marcha y, en ese preciso instante, algo
Las Carreras de Motos, o bien el motociclismo, como habitualmente se le llama a esta disciplina, se ha dado a conocer como uno de los grandes eventos que actualmente existen, ya que este hace uso de las motocicletas deportivas o de sus diversas modalidades que se comercializan para estos eventos. Lo cierto es que una carrera de motos consta de ser un evento el cual consiste de los recorridos a ciertas distancias, es decir, que van de un lugar hacia otro en el menor tiempo posible, o bien al recorrer una mayor distancia de acuerdo a un tiempo predefinido, o pasar la distancia en el menor tiempo posible, cualquiera de estos deben ser seguidos de forma correcta por parte de los conductores quienes posteriormente serán premiados si llegan entre los primeros 3 lugares. Y, en este preciso momento, entre la arena, en medio del bullicio de la multitud, bajo las grandes carpas azules, y en la línea recta de motos de variados colores, se dio inicio a la carrera. Una pasión que muchas personas
La carrera había llegado a su fin. Lentamente, las personas se retiraban del lugar, dejando solo la arena atrás. Las motociclistas se habían agrupado en un solo punto, entregando sus motos, cascos y equipo. En ese mismo lugar, dos personas esperaban a la morena, quien se acercaba mientras el otro le preguntaba:— ¿Y? ¿Cómo estás?— ¿Cómo crees que estoy?— Bueno, ¿qué pasó, el embrague? —preguntó la rubia a un lado del trigueño.— Hoy el embrague, mañana los frenos, pasado no sé, cualquier otra cosa —respondió bruscamente mientras arrojaba su mochila a la parte trasera de su auto rojo.— Ay, amor, pero no te pongas así, no fue tu culpa —le dijo el de cabello vino tinto.— ¿De quién fue la culpa entonces? A mí no me importa, fui yo la que perdió, ¡fui yo! —Se señaló a sí misma, con enfado.— Bueno, sí... Pero tampoco es necesario que me hables así —contestó él mientras miraba hacia adelante y jugueteaba con los bordes de su abrigo negro, apoyado en el auto rojo.La morena suspiró al ve
The Mountain es la urbanización privada más lujosa y elegante de Londres, también conocida como el Beverly Hills de la Costa del Sol, debido a las villas más hermosas y el elegante estilo de la comunidad. The Mountain cuenta con servicio de seguridad 24 horas y consiste sobre todo de villas privadas. Propiedades en venta en Mountain tienen una gran demanda por la clientela internacional que busca exclusividad, seguridad y privacidad, mientras que al mismo tiempo están cerca del centro de la ciudad de Mountain, los servicios y la playa. En esta exclusiva urbanización residencial hay dos complejos de apartamentos, El Alfar y Lagos de Sierra. La renombrada escuela internacional Swans se encuentra justo al lado de Sierra y Mountain.En esa urbanización se hallaba viviendo cierta morena desde que tiene uso de razón y la misma que, se hallaba entrando junto al trigueño y a la rubia en el parqueadero —entrada de la misma — en el auto rojo de la rubia. El automóvil se detuvo abruptamente. D