5. Repite después de mi....

The Mountain  es la urbanización privada más lujosa y elegante de Londres, también conocida como el Beverly Hills de la Costa del Sol, debido a las villas más hermosas y el elegante estilo de la comunidad. The Mountain cuenta con servicio de seguridad 24 horas y consiste sobre todo de villas privadas. Propiedades en venta en Mountain tienen una gran demanda por la clientela internacional que busca exclusividad, seguridad y privacidad, mientras que al mismo tiempo están cerca del centro de la ciudad de Mountain, los servicios y la playa. En esta exclusiva urbanización residencial hay dos complejos de apartamentos, El Alfar y Lagos de Sierra. La renombrada escuela internacional Swans se encuentra justo al lado de Sierra y Mountain.

En esa urbanización se hallaba viviendo cierta morena desde que tiene uso de razón y la misma que, se hallaba entrando junto al trigueño y a la rubia en el parqueadero —entrada de la misma — en el auto rojo de la rubia. 

El automóvil se detuvo abruptamente. De él salió primero la morena con una expresión poco amigable en su rostro. Cerró la puerta del coche con brusquedad y abrió la puerta trasera para agarrar su mochila con la misma falta de delicadeza. Comenzó a caminar, pero antes de avanzar demasiado, se dirigió a la rubia y al trigueño que también habían bajado del automóvil:

— ¿Tú también lo vas a defender o qué, ah?

— Ya, ya, cálmate, yo no estoy defendiendo a nadie.

— Claro, como no. Es que, no, no, no…

— Bueno, por favor, no vayan a comenzar a pelear otra vez — pidió el trigueño.

— Sí, claro, como  no fueron ustedes los que perdieron. ¡Fui yo la que quedó como una imbécil! — les espetó a ambos con enojo antes de volver la vista al frente y abrir la imponente puerta de madera de la casa —. ¿Cómo me va a decir que la moto está bien cuando claramente no lo está, ah? No, no, es el colmo…

— Hola, hola, ¿cómo están? ¿Qué pasó? — un hombre de tez morena, cabello castaño con canas asomándose, rostro simétrico y atractivo, y un físico fornido, salió de la sala de Star, vestido con elegancia pero formalmente. Sus ojos tenían el color de zafiros, chocando en contraste con su vestimenta.

— No tuvimos un buen día, Jackson — respondió el trigueño.

— Ah, ya… — Jackson se volvió hacia la morena, comprendiendo de qué se trataba todo esto —. ¿Perdiste?

La morena respondió:

— No, me hicieron perder, que es diferente, papá.

— Bueno, será para la próxima entonces.

La morena negó.

— No, no habrá una próxima vez, ¿y sabes por qué? Porque estoy rodeada de idiotas que meten la mano en la moto y lo único que hacen es arruinar mi actuación.

— Deja el mal genio — le pidió su padre —. Una carrera de motos no es el fin del mundo.

— Ah, qué bien. ¿Tú también me vas a decir que es solo un simple pasatiempo o qué?

— Katherina, estás hablando con tu padre, así que deja el mal genio y háblame con respeto.

— Tienes razón, lamento mucho mi actitud. De verdad, perdón — acarició su brazo derecho.

— Está bien, está bien… — suspiró Jackson —. Mi amor sube, tu madre te está esperando…

— No, no, no… — negó con una risa breve —. No estoy de humor para sermones.

— Sube a hablar con tu madre, anda, amor, anda — insistió Jackson, palmoteando suavemente su brazo izquierdo —. Y ven, dame la mochila — le pidió, y la morena se la entregó —. Ahora, ve y sube, anda.

La morena respiró profundamente y, sin otra opción, se dirigió al tercer piso de la casa.

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Clínica SkyFly es una Clínica pública ubicada para extractos más bajos  en Londres  en donde se presta la  Psiquiatría, Psicología y Psicoterapia para el tratamiento de Problemas Psicológicos, Salud Mental y Adicciones. En Clínica SkyFLy se aplica toda la experiencia de todo un equipo para procurar la mejor garantía médico-clínica y la más amplia oferta de enfoques terapias psicológicas (terapia cognitivo-conductual, psicodinámica, psicoanalítica, EMDR, Mindfulness, etc.) que permitan un abordaje integral de cada proceso terapéutico y, en la mayoría de los casos, de manera ambulatoria, de forma que el paciente pueda compatibilizar su tratamiento con sus actividades laborales, familiares y sociales.

En aquella clínica que a pesar de los pocos recursos que tenía, se hallaba cierto chico de mirar esmeralda, yendo  a visitar a cierta joven de mirar gris como las paredes del lugar, de expresión apacible, risueña y tranquila, de cabello negro-castaño como la noche, de rostro hermoso lleno  de paz y, sobre todo, de una tranquilidad que solo en ella había por no estar al tanto de la realidad.  Así es, hablaba de nada más ni nada menos que de Leila, su hermana, la joven con autismo. 

— Estaba tan guapo que la desgraciada no podía evitar mirarme. — Sentados en una banca de madera un tanto vieja, en la sala de visitas que parecía sumida en penumbras, solo estaban ellos dos, aislados de los demás, él le decía, — Pero eso sí… — Llevando su mano hacia la mejilla derecha de la joven, añadió, — Tú eres más guapa que yo. — Leila sonrió por el cumplido sin pronunciar palabra alguna. — ¿Cómo es la cosa, eh? Tuve que darme un golpe durísimo para que accediera a hablar conmigo, pero lo logré. — Contaba con una sonrisa de suficiencia mientras sacaba de su pequeña mochila una caja de chocolate blanco, la cual abrió y partió un pequeño trozo, bajo la atenta mirada de la peli castaña. — Mañana… Lo más seguro es que me den trabajo en la constructora. Y, cuando esté dentro, empezaré a cobrarle a Dalia Hiddleston por todo lo que nos hizo. — Estaba a punto de darle el trozo de chocolate a la joven, quien estaba por recibirlo, pero…

— Yo soy Hiddleston… — Se oyó como un choque sordo proveniente del piano de la soledad, cuando Leila dijo eso.

El de mirada esmeralda la miró con dureza y le dijo sin entregarle el chocolate:

— No vuelvas a decir eso. Tú eres Frost Mikaelson, como mi papá. Dilo: “Yo soy Leila Frost Mikaelson”. — Le pidió.

— Yo soy Leila Frost Mikaelson. — Entre un temblor en sus labios, siguió la orden de su hermano. Ese hermano que tenía lágrimas contenidas asintió y le pasó el chocolate.

— Toma. — Le tendió el chocolate, y Leila lo recibió, comenzando a darle un mordisco.

Un silencio se hizo presente por un momento; él asintió y el silencio quedó atrás ante lo que dijo Leila.

— No la mates.

El de mirada esmeralda quedó perplejo ante esa especie de orden por parte de su hermana. Esa misma que dejó de mirar a su alrededor para mirarle a él, a ese él que solo quedó en silencio…

Refundido en su alma…

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