The Mountain es la urbanización privada más lujosa y elegante de Londres, también conocida como el Beverly Hills de la Costa del Sol, debido a las villas más hermosas y el elegante estilo de la comunidad. The Mountain cuenta con servicio de seguridad 24 horas y consiste sobre todo de villas privadas. Propiedades en venta en Mountain tienen una gran demanda por la clientela internacional que busca exclusividad, seguridad y privacidad, mientras que al mismo tiempo están cerca del centro de la ciudad de Mountain, los servicios y la playa. En esta exclusiva urbanización residencial hay dos complejos de apartamentos, El Alfar y Lagos de Sierra. La renombrada escuela internacional Swans se encuentra justo al lado de Sierra y Mountain.
En esa urbanización se hallaba viviendo cierta morena desde que tiene uso de razón y la misma que, se hallaba entrando junto al trigueño y a la rubia en el parqueadero —entrada de la misma — en el auto rojo de la rubia.
El automóvil se detuvo abruptamente. De él salió primero la morena con una expresión poco amigable en su rostro. Cerró la puerta del coche con brusquedad y abrió la puerta trasera para agarrar su mochila con la misma falta de delicadeza. Comenzó a caminar, pero antes de avanzar demasiado, se dirigió a la rubia y al trigueño que también habían bajado del automóvil:
— ¿Tú también lo vas a defender o qué, ah?
— Ya, ya, cálmate, yo no estoy defendiendo a nadie.
— Claro, como no. Es que, no, no, no…
— Bueno, por favor, no vayan a comenzar a pelear otra vez — pidió el trigueño.
— Sí, claro, como no fueron ustedes los que perdieron. ¡Fui yo la que quedó como una imbécil! — les espetó a ambos con enojo antes de volver la vista al frente y abrir la imponente puerta de madera de la casa —. ¿Cómo me va a decir que la moto está bien cuando claramente no lo está, ah? No, no, es el colmo…
— Hola, hola, ¿cómo están? ¿Qué pasó? — un hombre de tez morena, cabello castaño con canas asomándose, rostro simétrico y atractivo, y un físico fornido, salió de la sala de Star, vestido con elegancia pero formalmente. Sus ojos tenían el color de zafiros, chocando en contraste con su vestimenta.
— No tuvimos un buen día, Jackson — respondió el trigueño.
— Ah, ya… — Jackson se volvió hacia la morena, comprendiendo de qué se trataba todo esto —. ¿Perdiste?
La morena respondió:
— No, me hicieron perder, que es diferente, papá.
— Bueno, será para la próxima entonces.
La morena negó.
— No, no habrá una próxima vez, ¿y sabes por qué? Porque estoy rodeada de idiotas que meten la mano en la moto y lo único que hacen es arruinar mi actuación.
— Deja el mal genio — le pidió su padre —. Una carrera de motos no es el fin del mundo.
— Ah, qué bien. ¿Tú también me vas a decir que es solo un simple pasatiempo o qué?
— Katherina, estás hablando con tu padre, así que deja el mal genio y háblame con respeto.
— Tienes razón, lamento mucho mi actitud. De verdad, perdón — acarició su brazo derecho.
— Está bien, está bien… — suspiró Jackson —. Mi amor sube, tu madre te está esperando…
— No, no, no… — negó con una risa breve —. No estoy de humor para sermones.
— Sube a hablar con tu madre, anda, amor, anda — insistió Jackson, palmoteando suavemente su brazo izquierdo —. Y ven, dame la mochila — le pidió, y la morena se la entregó —. Ahora, ve y sube, anda.
La morena respiró profundamente y, sin otra opción, se dirigió al tercer piso de la casa.
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Clínica SkyFly es una Clínica pública ubicada para extractos más bajos en Londres en donde se presta la Psiquiatría, Psicología y Psicoterapia para el tratamiento de Problemas Psicológicos, Salud Mental y Adicciones. En Clínica SkyFLy se aplica toda la experiencia de todo un equipo para procurar la mejor garantía médico-clínica y la más amplia oferta de enfoques terapias psicológicas (terapia cognitivo-conductual, psicodinámica, psicoanalítica, EMDR, Mindfulness, etc.) que permitan un abordaje integral de cada proceso terapéutico y, en la mayoría de los casos, de manera ambulatoria, de forma que el paciente pueda compatibilizar su tratamiento con sus actividades laborales, familiares y sociales.
En aquella clínica que a pesar de los pocos recursos que tenía, se hallaba cierto chico de mirar esmeralda, yendo a visitar a cierta joven de mirar gris como las paredes del lugar, de expresión apacible, risueña y tranquila, de cabello negro-castaño como la noche, de rostro hermoso lleno de paz y, sobre todo, de una tranquilidad que solo en ella había por no estar al tanto de la realidad. Así es, hablaba de nada más ni nada menos que de Leila, su hermana, la joven con autismo.
— Estaba tan guapo que la desgraciada no podía evitar mirarme. — Sentados en una banca de madera un tanto vieja, en la sala de visitas que parecía sumida en penumbras, solo estaban ellos dos, aislados de los demás, él le decía, — Pero eso sí… — Llevando su mano hacia la mejilla derecha de la joven, añadió, — Tú eres más guapa que yo. — Leila sonrió por el cumplido sin pronunciar palabra alguna. — ¿Cómo es la cosa, eh? Tuve que darme un golpe durísimo para que accediera a hablar conmigo, pero lo logré. — Contaba con una sonrisa de suficiencia mientras sacaba de su pequeña mochila una caja de chocolate blanco, la cual abrió y partió un pequeño trozo, bajo la atenta mirada de la peli castaña. — Mañana… Lo más seguro es que me den trabajo en la constructora. Y, cuando esté dentro, empezaré a cobrarle a Dalia Hiddleston por todo lo que nos hizo. — Estaba a punto de darle el trozo de chocolate a la joven, quien estaba por recibirlo, pero…
— Yo soy Hiddleston… — Se oyó como un choque sordo proveniente del piano de la soledad, cuando Leila dijo eso.
El de mirada esmeralda la miró con dureza y le dijo sin entregarle el chocolate:
— No vuelvas a decir eso. Tú eres Frost Mikaelson, como mi papá. Dilo: “Yo soy Leila Frost Mikaelson”. — Le pidió.
— Yo soy Leila Frost Mikaelson. — Entre un temblor en sus labios, siguió la orden de su hermano. Ese hermano que tenía lágrimas contenidas asintió y le pasó el chocolate.
— Toma. — Le tendió el chocolate, y Leila lo recibió, comenzando a darle un mordisco.
Un silencio se hizo presente por un momento; él asintió y el silencio quedó atrás ante lo que dijo Leila.
— No la mates.
El de mirada esmeralda quedó perplejo ante esa especie de orden por parte de su hermana. Esa misma que dejó de mirar a su alrededor para mirarle a él, a ese él que solo quedó en silencio…
Refundido en su alma…
— Mira, mamá, ahora no estoy de humor para uno de tus sermones, así que ahórratelos, por favor. — Entrando al despacho de su madre en el tercer piso, la morena declaró mientras se acercaba a ella. Su madre estaba sentada en una silla giratoria de color negro, detrás de un escritorio de madera de cedro. Estaba tomando un café y habló.— Bueno, pero ¿qué te pasa? Yo solo...— No, mamá, Jess y yo estamos buscando un nuevo patrocinio.— ¿Me estás escuchando? — Le preguntó su madre. — Cálmate, no te voy a dar ningún sermón. Por otro lado, ya sabía lo del patrocinio.— ¿Ah, sí? — preguntó, apoyando sus manos en el escritorio.— Sí.— Qué cosas... ¿Y tú, desde cuándo sabes cosas de mi vida o qué?— Siempre me ha interesado tu vida, aunque no lo creas o te parezca gracioso.— No, no es gracioso, es... sorprendente, más que todo. — Corrigió y se hizo un silencio entre ambos mientras su madre la miraba entreceñida.Un silencio que quedó atrás cuando la mujer, de mirada lapislázuli y apariencia
Era noche cerrada. El cielo estaba oscuro y apenas unas pocas estrellas se asomaban tímidamente entre la contaminación lumínica terrestre. Todo estaba envuelto en un profundo silencio, solo interrumpido por el murmullo de la noche y el susurro de los insectos nocturnos. Sin embargo, dentro de la imponente residencia en esa exclusiva urbanización, resonaban risas alrededor de la majestuosa mesa de cedro donde todos se encontraban, disfrutando de la cena.— Mamá, menos mal que tienes una empresa, porque como comediante no te ganarías la vida —comentó la morena mientras cortaba un trozo de carne de res y lo llevaba a su boca. El resto de los comensales estallaron en risas, incluyendo su esposo trigueño.La madre, entre risas, respondió:— Permíteme, perdona mi falta de talento humorístico. Parece que solo tú tienes un sentido del humor tan refinado como el noruego de tu padre. —Señaló al hombre, quien rio aún más.— Ay, tampoco tanto.— ¿Y qué culpa tengo yo?— En fin, no se te ocurra si
La escena se dividía en dos. En la primera, se encontraba "el de mirar esmeralda", sentado frente a un espejo en su habitación, completamente desnudo, peinando hacia atrás su cabello blanco, similar al color de las paredes de su cuarto. Tenía una expresión pensativa, calculadora, como si estuviera tramando algo, como era característico de lo que solía ocupar su mente. Por otro lado, en el rincón donde se hallaba el altar, Pepper yacía en el suelo junto a un largo papel amarillento con escrituras de oraciones y, lo más destacado, ajos. Arrojó los ajos sobre el papel y luego se persignó, siguiendo su ritual. Las escenas se entrelazaban; en un momento, regresábamos al escenario desnudo de pelinieve y, en el siguiente, volvíamos a estar con Pepper, quien, después de sus plegarias, sintió un repentino frío y el viento entró sin permiso por las ventanas del altar.La brusca intrusión del viento alarmó a Pepper.— Thomas... —susurró y, como movida por un impulso repentino, salió corriendo de
Es una empresa de soluciones de ingeniería y tecnología que brinda servicios de consultoría, interventoría o supervisión y gerencia de proyectos para múltiples sectores.Cuenta con un grupo capaz de aportar al desarrollo de sociedades y países, dando el primer paso en la prestación de soluciones integrales en: Consultoría e ingeniería, construcción de proyectos de energía eléctrica y soluciones tecnológicas.Ópera en el continente americano en: Colombia, Perú, Chile, Brasil, Estados Unidos y Trinidad y Tobago, con proyectos en más de 36 países y buscando siempre el desarrollo de proyectos en cualquier lugar del mundo. Su principal fin es apoyar e impulsar el desarrollo sostenible de infraestructura para sus clientes, mediante el conocimiento, el profesionalismo de todo el equipo, el rigor en el trabajo y la ética de cada integrante en su actuar.Las personas son el fundamento diario que hoy les permite consolidar alrededor de 60 años de historia, aportando al conocimiento técnico del
—Buenas…—Cristina, los papeles —dijo el joven, su voz resonando en el pasillo. A pocos metros de él, se hallaba Cristina, de tez trigueña y cabello ondulado negro, enfrascada en una breve lucha casi de broma, con el joven de cabello castaño, mientras sacaba unos documentos de un pequeño bolso con una expresión de urgencia. El joven, vestido informalmente con ropa negra, le arrebató los documentos con un gesto brusco y comenzó a revisarlos con una mirada impaciente.—Por Dios, aquí están los documentos, señorito.—¿Están completos? —preguntó él, con un tono ansioso.—Me imagino.—¿Cómo que me imagino? Por favor... —musitó él, frustrado, dejando a la joven atrás mientras comenzaba a caminar, con determinación, con los documentos en la mano.El ambiente en el pasillo era tenso, lleno de susurros y miradas furtivas. Las luces fluorescentes brillaban fríamente, reflejándose en los suelos pulidos.—Señor... —llamó una voz desde el otro extremo del pasillo. Un hombre de tez blanca se acer
En la colina del barrio The UnderGround, se erigía una pequeña casa algo dejada, cuyo interior parecía tan olvidado como sus habitantes. Timothe, de tez un tanto morena, estaba terminando de arreglarse para su trabajo como enfermero, un empleo que le exigía mucho más de lo que el salario reflejaba. Mientras ajustaba su uniforme, se oyó el familiar crujido de la puerta de entrada: Selena había llegado. Ella, como siempre, se sentó sin pedir permiso en la mesa opaca de madera de la cocina, comiéndose un plátano con la misma confianza de quien está en su propia casa.—Timothe, usted me está mintiendo a mí. Decíme la verdad, pues. ¿Él tiene otra o no? —exigió Selena, señalándolo con un dedo acusador. Sus ojos brillaban con una mezcla de frustración y desesperación, buscando respuestas.Timothe respiró hondo, preparándose para responder, pero la voz firme de Pepper resonó desde el fondo de la casa, cortando el aire como un cuchillo.—¿Quién llegó? Ah... la muerta de hambre de Selena, ¿no?
La morena salió por completo de la oficina, sus tacones resonando en el pasillo mientras caminaba hacia el otro extremo. Se detuvo y se asomó con cautela, esperando que Justin se fuera. El teléfono en el escritorio de Justin sonó, interrumpiendo el silencio tenso del corredor.—Sí, sí, señora, ya se lo llevo —dijo Justin, colgando el teléfono bruscamente. Tomó varios documentos y se puso de pie, lanzando una mirada fugaz y despectiva al pelinieve antes de entrar a la oficina.El pelinieve, con un suspiro de frustración, viró los ojos, aunque Justin no pudiera verlo, quedando solo en el pasillo por unos instantes.—Nunca me dijiste que venías buscando a la Doctora Hiddleston —la voz de la morena, suave, pero firme, rompió el silencio mientras se apoyaba en uno de los pilares cercanos.El pelinieve, al verla, soltó otro suspiro, esta vez de fastidio, y respondió:—¿Por qué tengo que decirte lo que hago o dejo de hacer?—Porque si fueras un poco más amable, podría haberte ayudado —contes
Cuando Thomas llegó a la oficina, abrió la puerta con un leve empujón, encontrándose con Dalia al fondo, absorta en unos documentos. Su presencia llenaba la habitación con una mezcla de autoridad y calidez.—Permiso —dijo Thomas, su voz profunda resonando en la sala.Dalia levantó la vista, esbozando una sonrisa antes de acercarse. Le tendió su mano derecha, firme y segura.—¿Cómo siguió con el golpe? —preguntó Dalia, su mirada fija en él.—Bien, bien, doctora. De verdad, solo fue un susto —respondió Thomas, sintiendo el calor de su mano mientras se sentaba en la silla giratoria que ella le señaló.Dalia volvió a su asiento, sus ojos nunca dejando de evaluar cada movimiento de Thomas.—Bueno… Pues me alegra mucho que haya venido —dijo ella, su sonrisa iluminando la habitación.—Pues… Lo pensé bastante antes de venir a molestarla —confesó Thomas, con un tono de sincera humildad.—¿Sí? —Dalia inclinó la cabeza, intrigada.—Sí.—Pero… ¿Querías saber qué le iba a proponer? —preguntó ella,