Mentir es malo.

—Pequeño hoy podrás ver a mamá — le dijo Maximiliano con tono alegre a su hijo, y respiró profundamente agradecido con Dios por haber escuchado sus ruegos.

—¿De verdad papá? — preguntó ansioso debido a que nunca le permitieron ingresar a la sala de cuidado especial donde tenían a Isabella.

Los mejores especialistas atendieron a Isabella, pero aun así les tomó medio mes para poder sacarla de peligro. Al fin estaba fuera de intensivo en una habitación normal donde podría recibir visitas, aunque al abrir los ojos cayó en una depresión fatal, muchos sentimientos se mezclaron y no sabía qué había hecho para que la vida sea tan injusta con ella, pero menos que mal le hizo a su familia para que se ensañaran de esa manera al punto de romperla, no solo una, sino varias veces.

No podía solo pensar que su abuelo es tan vicioso que la dañaba por el placer de verla destruida, había algo más de fondo; sin embargo, no tiene idea de que puede ser, porque bien entiende que odiaba a su madre, tal vez
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