Bajo sospecha

El día amaneció nublado, y aunque la ciudad y su ajetreada vida parecían seguir su curso, Eva no podía evitar sentir una opresión en el aire. Desde la reunión del consejo, la atmósfera en el edificio Duarte había cambiado. Los murmullos habían comenzado a circular, y como era de esperarse, el tema central era la relación entre Eva y Alejandro.

Eva entró a la oficina temprano, más consciente que nunca de las miradas que se cruzaban con la suya al caminar por los pasillos. Algunos la saludaban con una sonrisa educada, otros la evitaban por completo. A pesar de que había trabajado más duro que nunca para ganar su lugar, ahora todo lo que había logrado parecía estar bajo escrutinio debido a las insinuaciones que se deslizaban como sombras en cada rincón.

Al abrir la puerta de su oficina, encontró a la asistente de Alejandro revisando algunos documentos sobre su escritorio. La joven levantó la vista y, al ver a Eva, no pudo evitar un gesto de preocupación.

—Buenos días, señorita Montenegro
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