✧✧✧ La Noche en Los Ángeles, Estados Unidos. ✧✧✧ Las olas del océano rompían suavemente en la orilla, en la distancia, se alzaba una casona moderna situada entre un largo sendero que conducía a la playa. En el interior de dicha casona, los hombres de William tenían al Doctor Allan Cárter capturado, mientras que los hombres de Giovanni, liderados por Stéfano Rinaldi, se preparaban para un enfrentamiento que estallaría en cualquier momento. Marina Davis, sentada en el interior de un automóvil blindado, sentía cómo el miedo se apoderaba de ella. La mujer de cabellera negra corta, sentía su corazón latir con fuerza mientras miraba a Stéfano, quien le entregaba una pistola con la boca del cañón apuntando hacia el suelo y el seguro puesto. —Tienes que quedarte aquí —dijo Stéfano, su voz grave, y su expresión llena de seriedad—. No salgas del coche, Marina. Es peligroso. Marina asintió, aunque su mente estaba en otro lugar. Pensaba en el Doctor Cárter, el padre de su amiga Kathia. Se
✧✧✧ En Nápoles, la noche del día siguiente. ✧✧✧ William Johnson estaba sentado en la parte trasera de su limusina, observando cómo las luces de Nápoles bañaban la ciudad. Su cabello rubio brillaba bajo la tenue luz interior del vehículo y sus ojos azules reflejaban una mezcla de determinación y frialdad. La llamada que había recibido de Hitch, su detective de confianza, aún resonaba en su mente. La voz de Hitch, firme y clara, había confirmado lo que William temía. Los documentos que había mostrado Salvatore Bianchi eran genuinos. —¿Así que mi madre era amante de Salvatore? —murmuró para sí mismo ese hombre rubio, sintiendo cómo una oleada de emociones lo invadía. No podía permitir que esa información lo afectara. Tenía un plan, y nada podía desviarlo de su objetivo. Cuando la limusina se detuvo frente a la imponente mansión de don Salvatore Bianchi, William respiró hondo y salió del vehículo. En el interior, Salvatore lo esperaba en su oficina, con una sonrisa. —William, b
¡CLANK! ¡Un cartón de huevos golpeó fuertemente su parabrisas! Los ojos de la profesora Kathia Johnson se nublaron al instante ante ella, y un líquido amarillo corrió por la ventanilla de forma repugnante. Salió del coche enfadada destapándose el cinturón de seguridad, acababa de salir del trabajo y había aparcado en las afueras de su mansión cuando se encontró con esta escena. —¡¿Qué le sucede?! ¡¿Qué está haciendo fuera de mi casa?! —¡¡TU MARIDO ES LO QUE ME SUCEDE!! —le gritó una mujer rubia furiosa. Kathia frunció el ceño mientras levantaba la mano para sujetar sus gafas y se quedó mirando a la mujer con los brazos cruzados sobre el pecho. —¡No, mamá, detente! —exclamó una niña de ocho años, jalando de la blusa blanca a su madre, que con un aspecto desaliñado y ojos rojizos como si hubiese estado cansada de tanto llorar, hacía todo un escándalo. Kathia bajó la mirada y vio una mini versión de esa mujer. Sus ojos se desviaron entre las dos, y un pensamiento ridículo se ap
Al salir de la clínica. Kathia se encontró en una cafetería con su mejor amiga, Marina Davis, una profesora de una universidad prestigiosa en la ciudad. —Kathia querida, luces radiante —sonrió la amiga abrazándola. Cuando ambas tomaron asiento, pidiendo unas bebidas frutales. Kathia no pudo contenerse más y soltó la noticia. —¡Amiga, estoy embarazada!, vengo de la clínica y voy a darle esta noche la sorpresa a William. Prepararé una cena para él. —¿Embarazo?, no sé… Después de todo lo que te ocultó, lo has perdonado muy rápido Kathia —dijo Marina un poco incómoda con la noticia de su amiga. —No lo entenderías… No es por William, yo siempre quise una familia feliz, amo los niños, soy profesora de primaria porque es algo que me apasiona —Kathia posó sus manos en su vientre con dulzura—. Es lo mejor que me ha pasado en la vida~ ¡Una mamá! ¡Yo seré mamá! ………. ✧✧✧ Esa noche en la mansión. ✧✧✧ Kathia caminaba de un lado a otro, en el jardín trasero, mismo que había sid
✧✧✧ Un día más tarde. ✧✧✧ «En accidentes de este tipo, el paciente puede presentar amnesia, afortunadamente para la señora Johnson. Solo son los recuerdos de los últimos días. Puede que los recupere poco a poco, o puedes ayudarla refrescando su memoria.» Las palabras del doctor dichas a William antes de irse del hospital privado junto a Kathia, cruzaban por su mente, provocando un profundo alivio en todo su ser. ¡Aún tenía el control de esa mujer, y de su vida marital! —Iré a mi habitación a descansar, mi amor —le sonrió Kathia a William, que asintió levemente. Una vez la mujer castaña se marchó. Él volvió a ver al mayordomo. —Ella no saldrá de esta mansión, Albert. ¿Entendido? —Sí, señor Johnson. —Bien. Tengo una cita el día de hoy. Simplemente negocios, volveré tarde. ………. Poco minutos después de que William se marchó. En las afueras de la mansión Johnson, se estacionó el automóvil de Marina Davis. —Vengo a ver a mi amiga~ —sonrió la mujer de cabello corto o
Kathia se encontraba sentada en ese salón, cuyo ambiente tenso la llenaba de escalofríos. Su mirada llena de ansiedad, viendo a ese hombre que caminaba hacia ella con un par de copas en sus manos. —Toma —le entregó él, la copa con agua. A la vez que llevaba la de whisky a sus labios y le daba un sorbo—. Tómala toda, he escuchado que las emociones fuertes no son buenas para las mujeres embarazadas. Kathia abrió sus ojos de par en par, levantando la mirada hizo contacto visual con ese hombre. Él la veía con atención y ella intimidada, llevó el agua a sus labios, dando un sorbo. "¿Sabe de mi embarazo?, imagino… William le contó todo. Según lo que dijo, es su trabajo llevarme de regreso…" Seguidamente, el señor Andreotti, se sentó en el sofá individual frente a ella, relajando su postura. Kathia volvió a llevar la copa a la boca, mientras su mano temblaba. —Kathia Carter. Te casarás conmigo. —¡Puuff! —la mujer escupió el agua de su boca impactada, su copa cayó al suelo alfom
—¡NO VOY A ACEPTAR ESTA BURLA! —exclamó Valentina Bianchi, con lágrimas asomando en sus ojos celestes mientras agarraba su bolso del sofá—. ¡Me voy! —gritó, plantándose frente a Giovanni y Kathia—. Te arrepentirás de esto, Gio. Yo no soy un puto juego —amenazó, dirigiendo una mirada fulminante hacia la mujer castaña. El sonido de sus tacones se desvaneció con un fuerte golpe en la puerta del elegante salón. —¡INACEPTABLE! ¡Saca a esa mujer de nuestra casa y corre a disculparte con Valentina! —gritó doña María, furiosa. —¿Disculpa?, madre. Desde hace mucho dejaste de tener poder en mi vida. ¿Cuándo fue? Ah, sí, cuando dijeron: "no nos sirves para nada. Por eso tu hermano lo tendrá todo". Los ojos avellana de Kathia se abrieron desmesuradamente, sintiéndose como un pez fuera del agua, completamente fuera de lugar. La mujer de sensual vestido rojo se puso de puntillas, apoyándose en el alto italiano, susurrando como si fuera un secreto íntimo: —Señor Andreotti… ¿Puedo irme ya? Lo
Kathia se quedó inmóvil. Ella sentía el calor de los labios del señor Andreotti sobre los suyos, su mente por un momento, quedó en blanco. De repente, con ambas manos, lo empujó con fuerza, rompiendo el beso. —¡¿Qué demonios cree que está haciendo?! —gritó la profesora Kathia, apartándose hasta que su espalda chocó contra la puerta del auto. PUM~ Ella hizo un pequeño gesto de dolor, pero rápidamente se enderezó. Su respiración estaba entrecortada, su pecho subía y bajaba con rapidez. Giovanni se reclinó hacia atrás con una sonrisa fría en su rostro. Se pasó la lengua por los labios en un gesto provocativo, mientras la miraba con sus ojos grises y penetrantes. —Estábamos sellando nuestro trato, linda. ¿No te gustó? Kathia lo fulminó con la mirada, sus manos temblaban aferrándose a la falda de su seductor vestido rojo, luchando por mantener la compostura. —¡Usted es un… es un…! —incapaz de encontrar el término adecuado para él, ella guardó silencio un instante—. ¡Es