Varios días después Carlos Gabriel llegó a casa, se sorprendió al darse cuenta de que el portón estaba con llave, resopló y caminó a toda prisa al interior de la finca. — ¡Pau! —exclamó llamándola—. Angelito —gritó. Todo estaba en perfecta calma, y eso no le agradó, la piel se le erizó, entonces miró su móvil y se dio cuenta de que lo tenía apagado. — ¡Maldición! —gruñó y lo encendió, ahí se dio cuenta de las varias llamadas que Pau le había hecho, caminó con ansiedad a la cocina y parpadeó cuando miró una nota pegada en el refrigerador—. «Te estuve llamando y tenías el móvil apagado, vinieron tus primas a invitar a Gabito a la piscina de la Momposina, él no quiso ir solo, fui con ellos» —finalizó de leer en voz alta, y suspiró profundo aliviado. Subió a la alcoba a ducharse para ir por ellos, y recordó que aún no sacaba todas las cosas de su equipaje, entonces aprovechó para finalizar de acomodar su ropa y encontró el diario de Pau, hacía mucho que no lo había vuelto a leer, por
Paula María estaba sentada en la parte trasera del auto de Malu, sostenía en sus piernas a Angelito, quien iba atento observando el panorama. —No es buena idea ir a la hacienda —expresó con nerviosismo—, mejor vayamos a otro lugar —sugirió.Mafer giró su rostro y le sonrió. —Ya no puedes negarte, dijiste que sí —expresó la chica—, además a mis papás les dará gusto verte, todos estuvimos tristes pensando que en verdad habías muerto. Pau se aclaró la garganta.—Es de sabios cambiar de opinión —mencionó sintiendo tristeza—, lamento mucho haberles causado una pena, pero… luego de lo que ocurrió entre Gabo y yo, no creo ser bien recibida. —Recordó el desastre que pasó con Carlos.—Si lo dices por lo que ocurrió con el tío Carlos, puedes estar tranquila —intervino Malú—, además mi papá es un amor de persona —expresó con cariño—, estuvo fuerte lo que nos contó Karla. ¿Supiste que la tía Ely lo tiene durmiendo en la sala? —cuestionó y con su hermana carcajearon. Paula María presionó sus
Los cuatro se retiraron del salón dejando a sus padres con Paula María y su hijo. —¿Cómo te llamas? —cuestionó María Paz enfocando su mirada en el pequeño, lo observó con ternura. —Soy Ángel Gabriel Duque Alvarado. —Elevó ambas cejas, coqueto—, pero me puedes decir como quieras —refirió, sin dejar de mirarla. María Paz ladeó los labios y luego observó a su esposo. —No tengo dudas, es un Duque —expresó—, tienes un hermoso nombre, te pareces mucho a tu papá —comentó Paz—, te diremos Gabito. ¿Estás de acuerdo? Angelito tomó asiento en las piernas de Pau. —Mi mamá me escogió mis nombres —informó haciéndole ojitos—. Todo el mundo dice que soy muy guapo —expresó—, hasta las niñas se pelean por mí —informó—. Norita le dijo a Alexa que soy de ella y quiso pegarle. Alexa ofreció que su papá nos iba a mantener, si aceptaba dejar a mi novia, que ya es mi esposa —manifestó con orgullo. Joaquín carcajeó al escucharlo, y luego sonrió orgulloso. —Eso es parte del encanto de los Duque, la
Alondra descendió del vehículo que rentó e ingresó al consorcio colombiano de café Alma mía, respiraba agitada y llena de nerviosismo, ante la visita que le haría a quien años atrás lo consideraba un amigo. Desde que ingresó solicitó hablar con el presidente de la empresa, dejando en claro que no se iría hasta que no la atendiera, por lo que subió hacia la presidencia y se anunció con su asistente.—Necesito hablar con el doctor Carlos Duque —indicó con voz firme.—¿Tiene cita con él? —cuestionó la mujer, se acomodó los lentes y miró a Alondra con atención. —No —respondió con tranquilidad—, hágale saber por favor, que Alondra Robles, la madre de la novia de su hijo, se encuentra aquí —solicitó.La mujer frunció el ceño al escucharla. —El doctor Duque no atiende a nadie sin cita, no lo puedo interrumpir, está en una junta —indicó—, si desea esperar tome asiento, pero no le aseguro que pueda hablar con él. Alondra rodó los ojos y se giró, entonces caminó hacia la oficina de Carlos.
—Voy a la cocina mientras tengo hambre. —Tocó su pancita y luego dio unos pasos y se detuvo—, yo no me refería a mi abuela Alondra, sino a doña Ofe —expresó—, mi mamá dice que así lo llamaba —expresó. La mirada de Ely se llenó de nostalgia al recordar a la abuela, y ladeó los labios. —Ya recuerdo, a ella le fascinaba venir a recolectar café, y cantar en los cafetales —rememoró y suspiró profundo—, me alegra saber que tienes buen apetito, es importante que te alimentes bien. —Acarició la mejilla del niño con ternura. —No tardo —mencionó—, mi mamá me espera. —Señaló a Pau.Una vez que el niño se retiró, Ely lo contempló, sonrió al ver lo bien que se desenvolvía, a pesar de ser tan pequeño. —Es muy inteligente —le dijo a Pau al instante que llegó donde ella—, y muy desenvuelto, mi Gabo no era así —suspiró profundo. Pau le sonrió y la miró a los ojos.—Tampoco yo —respondió—, me he esforzado mucho por hacerlo seguro y le he dado todo el amor que tengo, para que se sienta amado y prot
Elizabeth ingresó a la oficina de su esposo sin avisar. —¿Tengo que pedir permiso? —cuestionó Ely observando con seriedad a su esposo. —Nunca lo has necesitado —respondió él, se puso de pie y se acercó para saludarla con un beso, pero ella giró su rostro. —¿Vas a seguir molesta conmigo? —cuestionó frunciendo el ceño. —Jamás imaginé que fueras tan injusto, y que no permitieras a Pau y Gabo explicar las cosas —expuso con pesar—, pensé que con los años, y al estar en contacto con tantos niños que pasaron por lo mismo que vos se te había ablandado el corazón, pero no, fuiste muy cruel —enfatizó. Carlos resopló al escucharla. —Solo deseo proteger a nuestro hijo. —¡No es un niño! —reclamó Ely—. Ya es un hombre, y más valiente que vos —reclamó—, no trates a nuestro hijo como si fuera alguien que no sabe defenderse. —¿Se te olvida todo lo que sufrió por culpa de esa mujer? ¿Ya no recuerdas la humillación? —gruñó bramando. Ely inhaló hondo. —Paula María tuvo motivos fuertes para hacer
—No es como tú piensas —Pau expresó poniéndose de pie de inmediato.Andrea sonrió de manera irónica y movió su cabeza negando.—A mí, sí me lo parece —dejó que escurrieran las lágrimas que se amotinaron en sus ojos—, llevo años sintiendo un profundo vacío en el pecho, llorando por tu ausencia, extrañándote, preguntándome si estabas viva, si estabas bien, hasta que nos informaron de tu deceso, entonces el alma se me congeló y te encuentro en una agradable reunión en compañía de la familia a la que creía como mía también —gritó.—No me juzgues sin escuchar la verdad —solicitó Pau.—Debes escuchar a tu hermana —intervino Gabo intentando que Andrea se serenara—, hay cosas que debes saber. —¿Para escuchar más mentiras? —Andy cuestionó mirando con dureza a su cuñado—, no gracias.—Te vas a arrepentir de no hacerlo —enfatizó Gabo y miró a su padre en ese momento—, no puedes emitir juicios sin saber las razones —resopló. Andy sollozó.—Ustedes son los que debieron tener consideraciones con
Manizales - Colombia. Samantha se despidió de su esposo y de Norita con un par de besos a ambos, enseguida sacó del auto la silla en la cual reposaba Oscarito. —Te llamo para que vuelvas por nosotros —le dijo a Óscar. —Con cuidado, por favor, estaré pendiente —refirió—. Suerte —expresó con sinceridad.—Mi padrino no muerde —bromeó Sam con su esposo y luego se dirigió a su hija—. Te portas bien —recomendó a Norita—, espero que esta vez sí pidas varios vestidos, y no un traje de gorila. —Carcajeó. Norita sonrió. —Fue culpa de la abuela —expuso y agitó su manita para despedirse de su mamá. Luego que ellos se alejaron en el auto Samantha ingresó al edificio del Consorcio, subió en el elevador, y cuando llegó al piso de presidencia bajó de la cabina. Caminó directo al escritorio de la asistente personal de Carlos. —Buenos días, necesito hablar con el doctor Duque —solicitó con firmeza. La mujer la miró de pies a cabeza, y se quedó pensativa, intentando reconocer a la joven. —El do