Alondra descendió del vehículo que rentó e ingresó al consorcio colombiano de café Alma mía, respiraba agitada y llena de nerviosismo, ante la visita que le haría a quien años atrás lo consideraba un amigo. Desde que ingresó solicitó hablar con el presidente de la empresa, dejando en claro que no se iría hasta que no la atendiera, por lo que subió hacia la presidencia y se anunció con su asistente.—Necesito hablar con el doctor Carlos Duque —indicó con voz firme.—¿Tiene cita con él? —cuestionó la mujer, se acomodó los lentes y miró a Alondra con atención. —No —respondió con tranquilidad—, hágale saber por favor, que Alondra Robles, la madre de la novia de su hijo, se encuentra aquí —solicitó.La mujer frunció el ceño al escucharla. —El doctor Duque no atiende a nadie sin cita, no lo puedo interrumpir, está en una junta —indicó—, si desea esperar tome asiento, pero no le aseguro que pueda hablar con él. Alondra rodó los ojos y se giró, entonces caminó hacia la oficina de Carlos.
—Voy a la cocina mientras tengo hambre. —Tocó su pancita y luego dio unos pasos y se detuvo—, yo no me refería a mi abuela Alondra, sino a doña Ofe —expresó—, mi mamá dice que así lo llamaba —expresó. La mirada de Ely se llenó de nostalgia al recordar a la abuela, y ladeó los labios. —Ya recuerdo, a ella le fascinaba venir a recolectar café, y cantar en los cafetales —rememoró y suspiró profundo—, me alegra saber que tienes buen apetito, es importante que te alimentes bien. —Acarició la mejilla del niño con ternura. —No tardo —mencionó—, mi mamá me espera. —Señaló a Pau.Una vez que el niño se retiró, Ely lo contempló, sonrió al ver lo bien que se desenvolvía, a pesar de ser tan pequeño. —Es muy inteligente —le dijo a Pau al instante que llegó donde ella—, y muy desenvuelto, mi Gabo no era así —suspiró profundo. Pau le sonrió y la miró a los ojos.—Tampoco yo —respondió—, me he esforzado mucho por hacerlo seguro y le he dado todo el amor que tengo, para que se sienta amado y prot
Elizabeth ingresó a la oficina de su esposo sin avisar. —¿Tengo que pedir permiso? —cuestionó Ely observando con seriedad a su esposo. —Nunca lo has necesitado —respondió él, se puso de pie y se acercó para saludarla con un beso, pero ella giró su rostro. —¿Vas a seguir molesta conmigo? —cuestionó frunciendo el ceño. —Jamás imaginé que fueras tan injusto, y que no permitieras a Pau y Gabo explicar las cosas —expuso con pesar—, pensé que con los años, y al estar en contacto con tantos niños que pasaron por lo mismo que vos se te había ablandado el corazón, pero no, fuiste muy cruel —enfatizó. Carlos resopló al escucharla. —Solo deseo proteger a nuestro hijo. —¡No es un niño! —reclamó Ely—. Ya es un hombre, y más valiente que vos —reclamó—, no trates a nuestro hijo como si fuera alguien que no sabe defenderse. —¿Se te olvida todo lo que sufrió por culpa de esa mujer? ¿Ya no recuerdas la humillación? —gruñó bramando. Ely inhaló hondo. —Paula María tuvo motivos fuertes para hacer
—No es como tú piensas —Pau expresó poniéndose de pie de inmediato.Andrea sonrió de manera irónica y movió su cabeza negando.—A mí, sí me lo parece —dejó que escurrieran las lágrimas que se amotinaron en sus ojos—, llevo años sintiendo un profundo vacío en el pecho, llorando por tu ausencia, extrañándote, preguntándome si estabas viva, si estabas bien, hasta que nos informaron de tu deceso, entonces el alma se me congeló y te encuentro en una agradable reunión en compañía de la familia a la que creía como mía también —gritó.—No me juzgues sin escuchar la verdad —solicitó Pau.—Debes escuchar a tu hermana —intervino Gabo intentando que Andrea se serenara—, hay cosas que debes saber. —¿Para escuchar más mentiras? —Andy cuestionó mirando con dureza a su cuñado—, no gracias.—Te vas a arrepentir de no hacerlo —enfatizó Gabo y miró a su padre en ese momento—, no puedes emitir juicios sin saber las razones —resopló. Andy sollozó.—Ustedes son los que debieron tener consideraciones con
Manizales - Colombia. Samantha se despidió de su esposo y de Norita con un par de besos a ambos, enseguida sacó del auto la silla en la cual reposaba Oscarito. —Te llamo para que vuelvas por nosotros —le dijo a Óscar. —Con cuidado, por favor, estaré pendiente —refirió—. Suerte —expresó con sinceridad.—Mi padrino no muerde —bromeó Sam con su esposo y luego se dirigió a su hija—. Te portas bien —recomendó a Norita—, espero que esta vez sí pidas varios vestidos, y no un traje de gorila. —Carcajeó. Norita sonrió. —Fue culpa de la abuela —expuso y agitó su manita para despedirse de su mamá. Luego que ellos se alejaron en el auto Samantha ingresó al edificio del Consorcio, subió en el elevador, y cuando llegó al piso de presidencia bajó de la cabina. Caminó directo al escritorio de la asistente personal de Carlos. —Buenos días, necesito hablar con el doctor Duque —solicitó con firmeza. La mujer la miró de pies a cabeza, y se quedó pensativa, intentando reconocer a la joven. —El do
Gabito arrugó su frente.—No, tú me regalaste unos chocolates —indicó y se acercó a abrazarlo con cariño.Paula María intentaba recomponerse del susto que se llevó, colocó su mano en su pecho e inhaló profundo. Fijó su mirada en Carlos y se le hizo extraño escucharlo decir que era su abuelo.Carlos correspondió el abrazo del pequeño, lo estrechó entre sus brazos percibiendo su calidez. —Hoy también te traje chocolates, mis favoritos —expuso—, y un regalo sorpresa. —Sonrió y lo contempló con su traje de Thor—. Veo que te fascinan los superhéroes. Angelito abrió sus ojos de par en par al escucharlo.—Los chocolates me encantan —manifestó—, pero más las sorpresas —susurró en su oído, pero entra para que conozcas mi casa, es muy, muy grande —mencionó—, aquí sí tenemos un jardín y muchas habitaciones y una cocina enorme para que cocinemos mi papá, mi mamá y yo. —Lo tomó de la mano, para caminar con él.Carlos agarró la pequeña manita del niño, pero se detuvo en el umbral de la puerta.—A
Carlos deglutió la saliva con dificultad, negó con la cabeza. —A veces nos reflejamos en otras personas, y no nos agrada lo que vemos —expuso carraspeando—, yo no deseaba que sufrieras lo mismo que Ely, al enamorarte de una persona con un pasado tormentoso como el nuestro —expresó con voz trémula—, creí que con una chica sin traumas estarías mejor —confesó. Pau presionó en una línea sus labios y se aclaró la garganta.—Nunca he querido que Gabo sufra —expresó—, pero su amor era el mi mejor medicina, por esto que siento, fue que hice todo por sanar aquellas heridas que me ocasionaron, sé que no puedo ser del todo normal, pero me esfuerzo mucho por no dejarme vencer —refirió—, ojalá hubiese tenido un poquito de empatía por mí, porque para mí era importante ser aceptada por la familia del hombre que amo. —Suspiró profundo—. Le agradezco su sinceridad.—No soy un niño —refutó Gabo—, agradezco que te preocuparas por mi bienestar —le dijo a su padre—, pero yo soy feliz con Pau, es a ella
Al día siguiente, mientras Gabo finalizaba de desayunar para dirigirse a la empresa, su móvil vibró en la mesa, se rascó la frente al ver que se trataba de su hermana Karla. —Hola —saludó. —¿Todo bien? Karla resopló al otro lado de la línea. —¿Sabes algo de nuestros padres? —cuestionó—, ninguno de los dos llegó a la casa, y no contestan el móvil. Carlos Gabriel presionó los labios. —¿En serio? ¿Ya notificaste a las autoridades? ¿Crees que sea conveniente pegar fotografías de ambos en toda la ciudad? —indagó y carcajeó. —¡Muy chistoso! —recriminó la joven—, por tu tranquilidad, imagino que vos si sabes de ellos. —No tengo idea, estuvieron acá anoche, y salieron juntos —avisó. —Mejor no los molestemos más —expuso la joven y colgó la llamada. Pau observó a Gabo y comenzó a reír al escucharlo.—¿Crees que pronto les den la noticia de que van a tener un hermanito? —carcajeó—, debido a lo molesta que estaba tu mamá, la reconciliación debió ser muy especial —manifestó.Carlos Gabri