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Carlos Gabriel escupió el agua que minutos antes estaba bebiendo, justo cuando el niño y su mamá se pusieron a orar, entonces empezó a toser un par de veces.

El rostro de Paula María se tornó carmín como si se tratase de un tomate, sintiéndose avergonzada al pensar que Carlos Gabriel imaginaría que ella lo mal aconsejaba, sin duda alguna supo de dónde venía aquella frase y negó con su rostro.

Se puso de pie para intentar ayudar a Gabo, mientras Angelito lo observaba atento.

—¿Estás bien? —cuestionó con nerviosismo.

Gabo inhaló profundo, secó su boca con una servilleta. Asintió.

—Creo que sí —respondió.

—No tengo una explicación para lo que escuchaste —mencionó apenada—, nunca he hablado mal de nadie —comentó presionando su labio inferior.

Gabo se aclaró la voz.

—La lagartija… ¿A quién se refiere? —indagó con curiosidad.

Paula María abrió los ojos tan grande como pudo y negó con la cabeza.

—Pues a la mujer que solo quiere estar abrazando a mi papá —Angelito respondió—, la abu me d
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