Las palabras de Gabo ardieron como hierro recién calentado en su pecho. —Intentaré verte lo menos posible —indicó con un nudo en su interior—. Espero que seas feliz con tu pareja —refirió con sinceridad—. No podré hacer nada si algún día decides sacarlo de tu vida, eso será decisión y responsabilidad tuya, no mía, porque para mí no es agradable tener que estar discutiendo, no estamos acostumbrados a eso en nuestro hogar mencionó, por lo que evitaré estar cerca de ti —señaló con tristeza. Gabo resopló al escucharla. —Jamás he venido a esta casa con intenciones de discutir, creo que no lo he hecho —expresó frunciendo el ceño—, ya no soy el mismo de antes, y comprendo que ahora ya no me conozcas como en el pasado, he madurado, y deseo lo mejor para mi hijo —expresó con sinceridad—, y eso incluye su estabilidad emocional, jamás haré nada que lo lastime, no soy ese tipo de personas, aunque vos tengas una idea equivocada de mí —expresó y la miró a los ojos—, sería más sencillo ser amigos
Puerto Escondido, Oaxaca.La mirada de Álvaro estaba perdida en la inmensidad del océano, desde el despacho de su residencia donde se encontraba un gran vacío lo cubría, inhaló profundo y luego de unos segundos dirigió su mirada color chocolate, hacia su portátil y comenzó a redactar un documento.Momentos después Alondra abrió la puerta e ingresó acompañada de Arnulfo, tío de él.—¿Alguna novedad? —Arnulfo indagó observando la pizarra de corcho sobre el muro, esa que ambos construyeron para colocar las fotografía de Pau, además de Gael intentando armar todo el rompecabezas, desde que salió corriendo de la iglesia y desapareció. Gran cantidad de teorías pasaron por su mente, sin embargo, no lograron descifrar nada.Álvaro miró a su tío quien a pesar de haberse retirado con grandes honores como Fiscal de la República, nunca lo dejó solo, de la misma manera que en el pasado, cuando buscaban a su pequeña hija.—Me llamó hace unas horas el actual Fiscal. —Se aclaró la garganta el padre d
Días después. —Lo que hiciste fue muy tonto Carlos Gabriel —advirtió Antonio Duarte—, te dije que te estás enfrentando a una organización internacional, es un milagro que salieras vivo de aquel bar —espetó—, si vas a hacer las cosas a tu manera, nosotros estamos perdiendo el tiempo —rebatió. Gabo inhaló profundo y presionó los puños. —Lo lamento, solo quería dar con esa mujer —expresó en tono seco. —¿Qué han averiguado?Antonio sacó un folder de su escritorio. —Ese hombre Gael, está muerto, lo asesinaron dos meses después de aquel incendio —informó—, así que no tenemos pistas, y de la tal Violet, es como si se la hubiera tragado la tierra, hemos seguido a la señora Amanda Fox, pero no ha dado señales sospechosas, y su hermana anda de vacaciones —informó. Gabo negó con la cabeza, y soltó un resoplido. —Estamos como al principio —gruñó.—En estas cosas debes tener paciencia, no podemos alertar a la policía, en muchos casos ellos son cómplices de estas bandas —expresó—, pondré a mi
Paula María y Angelito se encontraban decorando los cupcakes que ella preparó. El pequeño con la ayuda de una duya y de su mamá, daba giros sobre aquel pequeño panqué. Ella sonreía divertida al ver la manera en la que los estaba dejando, ya que, parecían un volcán haciendo erupción, de distintos colores. Sintió una gran emoción al colocarlos en la base en forma de fuente, siendo una forma de distraerse. Recordó sin poder evitarlo que en el pasado aquellos sencillos pastelillos que realizaba cuando era adolescente le encantaban a Carlos Gabriel, ahora lo eran de su hijo, por lo que los hacían con frecuencia. Observó atenta como cada que podía Angelito, se llevaba sus pequeños deditos a su boca, para retirar el betún de queso crema, por lo que ella lo limpiaba de manera recurrente, hasta que finalizaron y los dejaron sobre la linda mesa que habían preparado. Luego de eso el pequeño se dirigió a su habitación para colocarse el traje spiderman, que Pau recién le había comprado, sonrió a
Pau se retiró a la habitación con el niño en donde lo cambió de ropa y lo reconfortó hasta que se quedó dormido, entonces regresó para hablar con Carlos Gabriel.—Ya se calmó y se durmió —indicó—. Cuando lo cuida doña Jovita ven la novela que le gusta —mencionó—, por eso hay cosas que comprende y cosas que utiliza a su favor al decir que es chiquito —explicó—, dale un poco de tiempo para que asimile que tu vida es distinta a la de la familia de Norita —comentó con calma.Gabo suspiró profundo. —Sería bueno llevarlo con un especialista, y que de esa forma entienda que… Su vida no será como la de Norita —expresó aclarándose la voz—, no debió ser fácil para él pasar por las quimioterapias, y todo lo que le ha sucedido. —Presionó sus párpados—, no deseo hacerles más daño, si consideras que es mejor alejarme, lo entenderé, no quiero que nuestro hijo también sufra por mi culpa —expresó con sinceridad—, considero que… Deberías buscar una pareja, que te ame y haga feliz como él desea. —Busc
Carlos Gabriel bebía varios sorbos de café en su oficina, ejercitaba su cuello de un lado a otro, dormir junto a su hijo había sido una maravillosa experiencia; sin embargo, jamás imaginó que el pequeño fuera tan inquieto, suspiró al recordar un par de manotazos que le dio con sus brazitos, y como los pies de Angelito aparecieron en su boca. Sonrió y suspiró profundo; sin embargo, aquella alegría se le borró cuando rememoró las ilusiones que tenía el niño de tener una familia, cerró sus ojos negando con la cabeza, para Gabo eso era imposible, y no por Melissa, sino por todas las cosas que le hizo a Pau siendo Scarlett, además que se le vino a la mente la imagen de Paula María en esa oficina, suplicando porque le creyera y él la sacó como si fuera un animal. Pasó la saliva con dificultad, y decidió dedicarse a sus labores, en eso la puerta de su despacho se abrió. —¿No te enseñaron a tocar? —recriminó a la persona que ingresó. —Nunca he necesitado pedirte permiso —respondió Samanth
Luego de realizar unas labores en el palenque, Samantha se despidió de su esposo, él estaba atareado con unas reuniones y no pudo acompañarla a retirar a Norita de la escuela, una vez que ella pasó por la niña, compraron helado para visitar a Angelito y Pau. Cuando llegaron a su apartamento primero almorzaron juntas y luego de eso se dirigieron al piso de arriba, y tocaron el timbre. Pau se dirigió a abrir la puerta, sonrió al observar a su cuñada.—Pasen. ¿Cómo están? —cuestionó. —¿Te sirvo algo de beber?—Hola tía Gaby. —Frunció el ceño Norita. —¿Por qué si eres Gabriela te dicen Pau? —indagó con curiosidad Norita, pues lo había escuchado. Samantha abrió sus ojos con sorpresa, miró a Pau y palideció, la imprudencia de la niña los podía poner en peligro. —Porque se llama Gabriela Paulina —mintió Sam—, es como a Angelito a veces le decimos Gabito —mencionó y juntas ingresaron a la sala. —¿Y cómo te gusta más Gaby o Pau? —inquirió otra vez la pequeña a Paula María. La joven sonrió
Antes de llegar a la puerta Paula María sintió que la tomaron de la mano. Abrió los ojos tan grandes como pudo al darse cuenta de quién era, entonces sus piernas temblaron aún más y perdieron fuerza, por lo que comenzó a caer.Carlos Gabriel la sostuvo y no la dejó desvanecerse, la tomó de la cintura, mientras su corazón palpitaba con fuerza, aquel beso lo había confundido, y despertado en él sentimientos que creyó muertos. —¿Estás bien? —indagó susurrando bajo para no despertar al niño. Pau movió su cabeza con lentitud afirmando.—Sí, estoy bien —refirió sintiendo sus mejillas arder de la vergüenza—. No quería despertarte, lo lamento —se disculpó hablando con dificultad.Gabo inhaló profundo.—Estaba despierto —comentó—, el pequeño es muy inquieto, no me deja dormir —expresó bajito, y sonrió. Pau pasó saliva con dificultad al escucharlo, luego desvió su mirada hacia Angelito.—Duerme muy loco —expresó con nerviosismo. —¿Quieres un café? —indagó presionando sus labios.Gabo ladeó