Tendría que lidiar con una vida bastante distinta, llena de personas extrañas, un mundo totalmente diferente. Nunca le pedí a mis padres ir a vivir a Inglaterra. Salir de Green Lake no estaba en mis planes inmediatos, pero con el entusiasmo, muy poco común, con el que había llegado Vicent Scott aquella tarde, no pude decir que no. Sabía que si les decía a mis padres que no deseaba marcharme, quizás lo aceptarían, pero no deseaba arruinar la felicidad de mi padre. Duke era una universidad muy buena, lo único malo es que estaba al otro lado del mar.
Miraba pasar rápidamente todo a mi alrededor y deseaba, en algunos momentos, detener el tiempo. No estaba acostumbrada a los cambios, me había caracterizado por vivir en el confort. Estresarme, conociendo personas, no era algo que buscaba. Con Jenni y Michael había tenido más que suficiente, mi novio y mi mejor amiga, eran el binomio perfecto en el triángulo de mi vida.
Decidí llenar aquella solicitud porque tenía la remota esperanza de que no me aceptaran, pero con mis calificaciones y la recomendación de los profesores, Duke era algo que nadie, pero nadie, borraría de mi destino. Era como si tuviese un letrero en la frente «Ahí va la novata estadounidense» y esa m****a me causaba tanto temor que hasta me dolía el estómago. Hablando de malestares, otra cosa que me causaba dolor de estómago era tener que comunicarle a mis dos mejores amigos que me marchaba. Jenni y yo habíamos planeado nuestra vida en la universidad de Seattle y ahora ella tendría que lidiar con mi partida.
Ahí estaba la oportunidad y ya me había propuesto cogerla, aunque me costara la vida adaptarme, trataría por todos los medios de hacerlo, porque no iba a encontrarme con extraterrestres o algo por estilo, solo con personas normales y corrientes como yo. ¿Qué podría salir mal?
Una semana antes de la graduaciónLos pasillos de Progress eran un verdadero caos, todos los de último año andaban de un lado para otro inmersos en el baile y la graduación. Yo miraba el panorama apoyada sobre mi casillero pensando en el cambio que daría mi vida. En una semana habría terminado la secundaria y mi vida en Green Lake, todo a la vez.—Lara, necesito con urgencia tu ayuda —me asombré y solté un resoplido. Jennifer era realmente la reina del drama.—Está bien, pero primero respira, Jenni y luego me dices para qué me necesitas —dije y esperé a que mi amiga se calmara.—¡Clayton me invito al baile! —gritó con desenfreno y comenzó a dar vueltas en círculo como una desquiciada. No pude evitar reírme ante su acto de circo, pero luego le supliqué que dejara de hace
Odiaba las despedidas, así que entre Michael, Jennifer y yo no se produjeron. Michael y yo sabíamos que una relación a distancia no funcionaría y quedamos en que cada cual haría su vida, aunque nos queríamos, no podíamos ser egoístas el uno con el otro. Retenerlo a mi lado no era una opción porque yo sabía, igual que él, que la distancia tarde o temprano acabaría con nuestra relación.El camino al aeropuerto fue frío y silencioso. Mi madre cada dos por tres levantaba sus gafas para limpiarse las mejillas y mi padre tenía los nudillos blancos de apretar con fuerza el volante. Los entendía, siempre habían querido lo mejor para mí y separarnos también era difícil para ellos, pero sabía que detrás de lo relacionado con mi viaje estaba lo que yo les había pedido hace mucho y era independencia. Siempre le había
Me desperté sobresaltada, me había quedado dormida a eso de las cinco y eran alrededor de las ocho de la noche. No había nadie en la habitación, al parecer mi nueva e irritante compañera salió a mostrarse por el campus. Me puse de pie y encaminé mis pasos al cuarto de baño. Me miré en el espejo y como estaba un poco desaliñada recogí mi pelo. De regreso me encontré de frente con aquellos intimidantes ojos.—Un mal sueño —dijo con una sonrisa de medio lado, señalando mi alborotado pelo.—Muy graciosa —dije curvando mis labios con disgusto.—Como sea —dijo haciendo alarde del poco interés que me había prestado— ¿No irás a la fiesta de bienvenida de los nuevos? —la miré con aburrimiento—. Bueno, lo digo por si quieres comenzar a hacer amigos, aunque con ese carácter…
Aquella tarde mi mente iba como un tren sin parada, las palabras de aquel chico seguían dando vueltas en mi cabeza y también lo que había descubierto en clase de Welch. Este lugar era extraño, pero era en el que me había tocado vivir. Anastasia irrumpió tan imprudente como siempre acompañada de una de sus amigas, yo estaba estudiando los capítulos que había mandado Welch y terminando de hacer el resumen que nos había pedido. Después de tantos sentimientos encontrados ,quería despejar la mente y pensé que la mejor forma sería estudiando, siempre ha sido un buen refugió para mí.—Veo que estás muy entretenida en tu primer día de estudios universitarios —dijo con aquél tono de burla que me desagradaba—. Sé que no debo pedirte permiso y no lo hare, pero saldré y llegaré tarde —dijo divertida—. No de
Me esperaba todo, menos el Lexus color negro que estaba aparcado en la entrada principal de la universidad. Joseph me esperaba de pie frente a aquél majestuoso coche que dejó de interesarme al verlo a él, jeans ajustados, botas militares, camiseta blanca y aquella chaqueta de cuero negra que abrazaba sus perfectos brazos. Tragué en seco y me maldije interiormente por el temblor que recorría mi cuerpo, era como si con su sola mirada tuviese el control de mí.—¿Lista? —preguntó abriéndome la puerta del lado del pasajero.—Creo que sí —contesté con algo de nerviosismo mientras me subía al coche.Joseph trató de hacer el ambiente menos tenso con la conversación de cosas convencionales: las clases, mi viaje y mis primeros días en Inglaterra. Mayormente mi respuestas fueron cortas, pero traté de sonreír para no hacerlo sentir t
Si hubiese recordado lo tedioso que era viajar en aerolínea europea hubiese enviado una postal a mis padres, pero cuando miré aquellos rostros felices al salir del control del aeropuerto desterré aquél pensamiento lejos de mi mente. Verdaderamente me hacía tanta falta verlos, una llamada telefónica no se podía comparar con la sensación de estrecharme en sus brazos, del beso en la frente que me dio mi madre y de los toquecitos en la espalda de mi padre, eso no tenía precio y si le sumamos a esto, la pequeña chica rubia junto a ellos, mi felicidad se triplicaba.—¡Lara! —Jennifer saltó a mis brazos y en aquél momento no pude poner objeción alguna, extrañaba la intensidad de mi amiga.—¡Oh! ¡Por Dios, Jenni! —dije cubriendo mi boca con las manos— Te has cortado el pelo —lo toqué sin poder creerlo, Jenni adoraba su m
Las vacaciones habían pasado en un abrir y cerrar de ojos y decidí disfrutar mi último día en Green Lake haciendo un viaje con Jenni y mis padres a la playa. En esta parte de Seattle el sol era una recompensa, así que debíamos aprovechar este día soleado al máximo. Me dejé envolver por la calidez de aquella tarde, sin poder apartar de mi mente que en un par de horas regresaría a la nefasta realidad que me tocó. Temía, más que la primera vez que me fui, regresar a Duke. Presentía que las cosas no irían tan bien al volver ahora y deseaba dejar de sentirme tan insegura, pero era algo que no podía evitar.—Te extrañaré. Estos días se fueron como agua —comentó Jenni mientras nos cogíamos de la mano y caminábamos para mojarnos los pies en la playa.—Regresaré para Navidad, Jenni, espero que el tiemp
Mi regreso a Duke había sido desastroso, por no decir algo peor y ya no sabía que era verdad y que era mentira. Caminar por los pasillos era un total calvario, miraba a las personas con temor y me mantenía lo más alejada posible, porque los vampiros, los malditos vampiros si existían y el chico que me gustaba era uno de ellos.Joseph me observaba cada día desde la distancia y su mirada era una advertencia para cualquiera que intentara acercarse. Lo comprobé aquel día en el que Will se acercó a mí para saludarme, no sé lo que hizo, pero desde aquél día el chico ni siquiera quería verme. Cuando estaba cerca lo sentía y la sangre se me helaba cada vez que miraba aquellos ojos amarillentos y recordaba como en un pestañear podían cambiar, pero aun sabiendo los peligros, aun siendo consciente de que entre él y yo era imposible tener algo, me picaba la curios