Si hubiese recordado lo tedioso que era viajar en aerolínea europea hubiese enviado una postal a mis padres, pero cuando miré aquellos rostros felices al salir del control del aeropuerto desterré aquél pensamiento lejos de mi mente. Verdaderamente me hacía tanta falta verlos, una llamada telefónica no se podía comparar con la sensación de estrecharme en sus brazos, del beso en la frente que me dio mi madre y de los toquecitos en la espalda de mi padre, eso no tenía precio y si le sumamos a esto, la pequeña chica rubia junto a ellos, mi felicidad se triplicaba.
—¡Lara! —Jennifer saltó a mis brazos y en aquél momento no pude poner objeción alguna, extrañaba la intensidad de mi amiga.
—¡Oh! ¡Por Dios, Jenni! —dije cubriendo mi boca con las manos— Te has cortado el pelo —lo toqué sin poder creerlo, Jenni adoraba su melena, verla tan corta era sorprendente.
—¿Y qué pasa con tus dos viejos, no hay abrazos para ellos? —mire los hermosos ojos de mi madre que se encontraban cristalizados y no pude evitar ponerme algo sentimental.
—Claro que sí, no solo uno, cientos de abrazos para los dos, os extrañé tanto —dije ya con lágrimas en los ojos —Y miré alrededor buscando a una persona en particular.
—¿Dónde está Michael? —pregunté a Jennifer, que miró de manera sospechosa a mi madre.
—Pues tiene trabajo, ahora ayuda a su padre con las cuentas en la ferretería, tu sabes no tiene mucho tiempo por la universidad y el trabajo —la miré sospechando algo, pero lo dejé pasar, no quería sacar conclusiones de la situación y además yo no era nadie para juzgar a Michael.
—¿Cómo fue el semestre? —preguntó mi padre dejando de lado el tema de Michael.
—¡Papá! —dije cruzándome de brazos—¿Cómo me preguntas eso? No quiero pensar en la universidad durante estas semanas y para que estés tranquilo me fue excelente, saqué «A» en todas las materias —Papá me sonrió orgulloso y mamá me dio un beso en la mejilla. Jennifer me envolvió nuevamente en sus brazos y al fin decidimos ponernos en marcha.
Green Lake seguía igual, nada había cambiado en los últimos seis meses y eso me encantaba. Estar de regreso en casa era relajante. Por algunos días estaría fuera del drama en el que últimamente me encontraba sumida y lejos de Joseph, del cual ya había admitido me gustaba y del cual debía olvidarme.
Un gran letrero de bienvenida me esperaba en mi casa y mi madre se había esmerado con los aperitivos. Jennifer caminaba de un lado a otro inquieta y algo eufórica, aunque era algo meramente natural en ella, sabía que su nerviosismo se debía a algo más, pero ya tendríamos tiempo para hablar a solas de aquello que la estaba molestando, que no sé por qué presentía que tenía que ver con mi ex novio.
—Tienes que contarme todo sobre Inglaterra y si hay chicos guapos —me golpeó suavemente con su codo el brazo.
—Jennifer, nunca vas a cambiar —me regaló una sonrisa maliciosa y yo solo negué con la cabeza.
Comimos, charlamos y después de todo aquel torbellino necesitaba descansar un rato, aunque con Jenni en casa eso sería difícil. Como era de esperar, Jenni me acompañó a mi cuarto. hacía horas que esperaba que estuviésemos solas y yo también. Necesitaba preguntarle qué pasaba con Michael, porque no me creí el cuento de que estaba ocupado, él simplemente no desaprovecharía la oportunidad de venir a verme aunque fuese un momento. Seguíamos siendo amigos y eso nada, ni nadie lo cambaría.
—Cuéntamelo todo, necesito saber cada detalle —Jenni se sentó sobre la cama y me miró expectante, mi amiga nunca dejaría de ser curiosa.
—Prometo contarte todo, pero primero dime —dije mirándola con mucha seriedad—, Michael está viendo a otra chica ¿verdad? —Jenni cambio el semblante de su rostro, sabía que había dado en el clavo.
—Lo siento Lara —dijo con pesar—. Ya se lo reproché. Es demasiado pronto para que esté con otra, pero al parecer le gusta mucho esa chica —apartó su mirada de la mía, cosa que no soporté. Esto no debía afectarle a ella.
—Jenni, está bien —me uní a ella sobre la cama—, Mike tiene todo el derecho a hacer su vida, no te puedo negar que me ha cogido por sorpresa, pero no puedo ser egoísta —Jenni levantó su mirada y vi un atisbo de lágrimas asomarse.
—Sé cuánto lo amas, Lara —dijo acunándose en mis brazos. Era una situación incómoda puesto que era yo la que debería estar destrozada.
—Ya, eso es pasado —dije limpiando las lágrimas de su rostro—. Ahora te voy a contar todo de Inglaterra —dije con entusiasmo, aunque solo para animarla.
—¿Chicos guapos? —fue lo primero que salió de su boca y el semblante de su cara cambió por completo.
—Pues digamos que sí, aunque me pasé la mayor parte del tiempo estudiando, vida social cero —la miré apenada. Jenni había sido muy clara con sus instrucciones debía haber un equilibrio, pero en el intento me fue fatal.
—Eso quiere decir, Lara Scott Jester, que hiciste la vista gorda con mis instrucciones —me rasque la cabeza y Jenni me miró con falso enojo.
—Bueno, pues no estuvo tan mal, una vez fui a una fiesta —me miró con sospecha y levantó sus cejas con incredulidad.
—¿Algún chico? —preguntó con poco recato.
—Pues…—pensé por un momento si era conveniente contarle sobre Joseph, aunque qué más daba, él estaba lejos, nunca tendríamos nada y lo pasé bien aunque fuese solo por un momento— Tiene novia —dije cubriéndome el rostro con las manos.
—Un chico comprometido —la maldad en su rostro me causo risa y me salió más estridente de lo que pretendía.
—Es muy raro, Jenni —dije soltando un suspiro.
—¿Quién, el chico?—negué con la cabeza— Y entonces, ¿qué?
—No solo Joseph, que así se llama el chico comprometido —me dio un golpecito en la mano y levantó sus cejas nuevamente poniendo aquella cara rara—. Todo lo que me rodea en Inglaterra, siento la mayoría del tiempo que las personas me ocultan cosas, puedes pensar que estoy paranoica, pero todo, comenzando por mi compañera de cuarto, es bastante extraño —Jenni se quedó en absoluto silencio por un momento y luego me tomó de las manos para reconfortarme.
—Quizás es solo porque es una cultura totalmente diferente y además solo llevas seis meses allí, tampoco es como para que te hayas acostumbrado del todo a los cambios —la miré con mucha admiración, Jenni sabía siempre qué decir y el momento adecuado.
—Disfrutemos estos días y dejemos Inglaterra atrás, ya veré lo que hago cuando regrese.
Nos dejamos caer sobre la cama y miramos fijamente el techo de mi habitación. Al cumplir dieciséis años les pedí a mis padres que me pintaran en el techo un paisaje descrito en un libro que había leído y quedó mejor de lo que esperaba. Mirarlo era como transportarme a otro mundo, incluso cuando me sentía enojada por cualquier estupidez, me encerraba en la habitación, miraba durante horas aquella hermosa vista y me calmaba, me llenaba de una paz interior que no podía compararse con nada. Eso deseaba en estos días en casa, calmar el vaivén que tenía dentro de mí y olvidarme, aunque fuese solo por un par de días, de todo.
Las vacaciones habían pasado en un abrir y cerrar de ojos y decidí disfrutar mi último día en Green Lake haciendo un viaje con Jenni y mis padres a la playa. En esta parte de Seattle el sol era una recompensa, así que debíamos aprovechar este día soleado al máximo. Me dejé envolver por la calidez de aquella tarde, sin poder apartar de mi mente que en un par de horas regresaría a la nefasta realidad que me tocó. Temía, más que la primera vez que me fui, regresar a Duke. Presentía que las cosas no irían tan bien al volver ahora y deseaba dejar de sentirme tan insegura, pero era algo que no podía evitar.—Te extrañaré. Estos días se fueron como agua —comentó Jenni mientras nos cogíamos de la mano y caminábamos para mojarnos los pies en la playa.—Regresaré para Navidad, Jenni, espero que el tiemp
Mi regreso a Duke había sido desastroso, por no decir algo peor y ya no sabía que era verdad y que era mentira. Caminar por los pasillos era un total calvario, miraba a las personas con temor y me mantenía lo más alejada posible, porque los vampiros, los malditos vampiros si existían y el chico que me gustaba era uno de ellos.Joseph me observaba cada día desde la distancia y su mirada era una advertencia para cualquiera que intentara acercarse. Lo comprobé aquel día en el que Will se acercó a mí para saludarme, no sé lo que hizo, pero desde aquél día el chico ni siquiera quería verme. Cuando estaba cerca lo sentía y la sangre se me helaba cada vez que miraba aquellos ojos amarillentos y recordaba como en un pestañear podían cambiar, pero aun sabiendo los peligros, aun siendo consciente de que entre él y yo era imposible tener algo, me picaba la curios
Anastasia se mantuvo neutra después del episodio con la anciana de la librería, me hablaba de nuevo solo lo necesario y se cercioraba de que nuestros encuentros fueran muy pocos. En la última semana quizás la había visto unas tres veces. Entraba y salía con cierta urgencia y aquella mañana se le había hecho tarde para su primera clase, puesto que la noche anterior ni siquiera me fijé a qué hora había llegado.—Creo que llegarás tarde a clase —dije unas octavas más alto de lo normal, para ver si con aquello se animaba a salir de la cama.—No estoy de humor para clases —dijo con voz ronca y mirándome por el rabillo del ojo.—Como quieras — Sentencié mientras me dirigía hacia la puerta. Anastasia volvió a cubrir su cabeza con las mantas.—No te metas en problemas mientras estés fuera, Scott &m
Cuando despiertas de un coma, según aquellos que han pasado por esa situación, lo haces totalmente desorientado, porque, aunque quizás por momentos hayas escuchado voces que te llaman por tu nombre y te alientan a abrir los ojos, el simple hecho de volver a la realidad es algo confuso. ¿Seguirás dormido? ¿Será un espejismo de lo que tu mente en realidad desea en aquel momento? ¿Será una mentira, una a la cual te encuentras aferrado y no te quieres soltar? Así estaba yo en aquel momento, aunque en mi caso estaba despertando a una espeluznante realidad.—Mi familia ha estado protegiendo a los humanos desde hace más de cien años —miré a Anastasia fijamente a los ojos aún sin comprender del todo sus palabras—. Cada humano en el mundo tiene un guardián, uno que se encarga de protegerlo de los vampiros —negué con la cabeza puesto que aquello para m
La noche había caído y mis nervios se incrementaban mientras se iba acercando la hora, pero tenía que mostrarme serena y calmada, como si todo estuviese en su lugar, puesto que Ana no me quitaba la mirada de encima y eso me tenía aún más estresada. No saber cómo saldría de allí era algo que me estaba provocando dolor de cabeza. Aproveché el momento exacto en que mi guardiana decidió darse un baño y simulé que me iba a dormir porque, aunque aquella chica estuviese entrenada para matar vampiros, era humana y en algún momento iría a dormir, aquella era mi única oportunidad, por estúpida que parezca era la única forma de salir de aquella habitación.Escuché la puerta del baño abrirse y cerrarse, luego el rechinar de la cama de Ana. Esta soltó un suspiro cansado y luego apagó la luz de su lámpara de noche. Yo me hab
Permití que Jasmine me arrastrara al interior de aquel lugar, aunque en ningún momento levanté la mirada para observar a los allí presentes, sabía lo que eran y lo sabía con certeza por el miedo que crecía en mi interior, con cada paso que daba sabía que estaba más cerca de la muerte y comencé a sollozar aunque trate de ahogar con mis manos el sonido de aquellos sollozos. Era tan duro saberme presa de aquella situación, pero yo misma me lo había buscado y en mi cabeza resonaban ahora las palabras de Joseph: «Esta noche la luna será escarlata y por nada del mundo, escucha bien, por nada del mundo, debes salir de aquellas cuatro paredes, después de esta noche muchas cosas cambiaran».Nuestros pasos cesaron y me atreví a levantar la cabeza. Estábamos de pie frente a una gran mesa rectangular donde varios vampiros se encontraban reunidos. Todos llevaban pues
Me había desplomado sobre aquel piso de tierra, podía sentir como se clavaban en mi espalda las pequeñas piedras que acompañaban aquel duro suelo, quise levantarme, pero no pude, todo mi cuerpo se encontraba entumecido y solo decidí quedarme allí, mirando por la abertura que mostraba aquel techo de madera. La luna ya había perdido aquel color anaranjado y me imaginaba que el amanecer se acercaba aunque no lo esperaba con mucho entusiasmo, era el primer amanecer en que me sabía perdida. Aquel beso de Joseph, todo lo acontecido en esta sombría noche había cambiado muchas cosas en mí.—Lara —miré a mi costado donde Ana se encontraba arrodillada, pero no pude pronunciar palabra—.Parece que está en shock —dijo ahora dirigiéndose a otra persona.—Lo importante es que está a salvo —miré hacia arriba donde un Will, algo borroso ant
La noche había caído cuando llegue a Green Lake y una abrumadora sensación de temor me recorrió todo el cuerpo, el escalofrío no se hizo esperar y al bajar cada peldaño de la escalinata de aquel avión, en vez de sentir seguridad por estar de vuelta en casa, a lo que conozco, en vez de sentirme a salvo, me sentía más insegura, como si la pesadilla no se hubiese quedado en Inglaterra, como si estar aquí solo fuese una continuación de aquella terrible realidad.—Señorita Scott —dijo una voz ronca y penetrante detrás de mí, una voz que no conocía. Me detuve en seco en medio de aquel inmenso aeropuerto y giré sobre mis talones. Casi echo a correr al mirar a aquellos dos hombres, pero uno de ellos sacó del bolsillo de su chaqueta una insignia, la de los guardianes—. Soy James Lewis —dijo extendiendo su mano.—Arnaldo Santos &mda