Tenía mis maletas preparadas, la reunión sería en dos días, pero quise irme antes para poder conocer un poco el lugar, le había comentado a Roberta, ella estaba más emocionada que yo, y fue la que me convenció para irme antes.
—¿Ya te vienes? —me pregunta Roberta cuando le contesto el celular, yo río.
—Ahora voy para el aeropuerto —digo.
—Muy bien, cuando llegues no vas a descansar, nos iremos de fiesta, no hay nada mejor que una noche en París, además tengo a alguien para presentarte que estoy segura te va a gustar —dice ella, yo ruedo los ojos.
—¿Por qué estás tan empeñada en que tenga una cita allá? —
—Nena, cuando lo veas me hallarás toda la razón —dice, yo ruedo los ojos.
—Tú siempre —digo con sarcasmo.
—Hey, ese tonito de voz —dice.
—Bueno, te dejo, si no me deja el vuelo y no podré juntarme con mi cita a ciegas —digo.
—Está bien, llámame cuando llegues a París —
—Ten por seguro que lo haré —digo para luego cortar la llamada.
La verdad si estaba nerviosa y tal vez un poco emocionada, hace bastante no salía del país y París era uno de los lugares que deseaba conocer, además vería a mi mejor amiga después de mucho tiempo. El timbre suena, seguro es Julián que viene a despedirme.
—Hola hermanita, ¿ya te vas? —pregunta, me da un beso en la mejilla y entra.
—Pues sí —digo, le había dicho todo lo que tenía que hacer, y se notaba que estaba muy emocionado de que yo me fuera de viaje.
—Llego justo a tiempo entonces —dice riendo, yo ruedo los ojos.
—Muy feliz debes estar —digo, él se encoge de hombros.
—Veré que tal resulta, no sé si soy tan trabajador como tú —dice riendo, yo ruedo los ojos.
—No es tan difícil, además ya sabes todo —digo cerrando la maleta con el seguro que me había olvidado ponerle.
—Eso espero, te llevo al aeropuerto —dice, yo asiento.
—Encantada —
Julián me ayuda a bajar las maletas, me menciona por sobre todo que está nervioso, porque una cosa era ayudarme y otra dirigir la empresa por los días que me ausentara.
—Está bien, algún día tendré que retirarme y tú serás quién se haga cargo —digo.
—Van a ser tus hijos —
—No tengo hijos y no tengo planes de tenerlos —digo negando.
—Bueno, en ese caso no me queda más que prepararme —dice moviendo la cabeza.
—Tranquilo, lo harás bien —digo.
Lo entendía un poco, cuando tuve que hacerme cargo de la empresa sentí nervios más bien de cómo sería que los acreedores me recibirían, por ser mujer, aún no se puede superar esa brecha por completo pero tengo la esperanza de que así sea algún día.
—Bueno, que tengas buen viaje, cuando llegues me envias mensaje y a mamá igual, ya sabes como se pone —dice rodando los ojos, yo asiento.
—Lo sé, parece que ha pesar de todo este tiempo aún no asume que crecí —digo.
—Dímelo a mí —dice riendo. Le doy un beso en la mejilla y me bajo, bajo la maleta y camino hacía el lugar desde donde sale mi vuelo, sé que voy a cumplir con trabajo, pero eso no es realmente a lo que voy, necesito algo de aire, diferente del que sale del aparato en la pared de la oficina, más conocido como aire acondicionado.
Entrego mi pasaporte y paso la maleta para que la revisen, cuando todo está listo subo al avión, elegí primera clase, así que me acomode en el cómodo y amplio asiento, saco mi IPad para revisar algunos correos y responderlos, además se darle acceso a Julián a las cuentas bancarias en caso de cualquier imprevisto, siempre estoy preparada para todo pero ahora no estaré yo.
—Buen día señorita, ¿Se va a servir algo? —me pregunta la azafata sonriendo, yo asiento.
—Una botella de agua, gracias —
—Se la traeré enseguida, también le recuerdo que en unos minutos comenzaremos el vuelo y los aparatos tecnológicos deben ser apagados —dice, yo asiento.
Apago el IPad, saco mi celular rápidamente y le envío un mensaje a Roberta.
“Ya estoy en el avión”
No espero respuesta y apago el celular, si bien no le tengo miedo a las alturas, creo que muchas películas donde ocurren tragedias aéreas han influido en mi pensamiento.
—Señorita, ya hemos llegado —siento que alguien me habla, abro los ojos y me encuentro con la azafata, le doy una mirada de disculpa.
—Entiendo, muchas gracias —
Miro por la ventana, el avión está bajando de altitud, un claro llamado de que ya hemos llegado, la noche ya está cayendo, aunque quisiera haber llegado de día, imagino que se verá igual de hermoso.
Cuando bajo del avión, enciendo mi celular para revisar si tengo algún mensaje de Roberta, camino hacia la salida.
—¡Agatha! —escucho que gritan, veo a Roberta con un cartel que dice.
“Vengo a buscar a la perra más bonita”
Río al verlo y camino hacia ella, esta delgada, se ve bellisima, tiene un brillo especial. Me la quedo mirando.
—¿Estás embarazada? —le pregunto, ella me mira sorprendida.
—¡Mierda Agatha!, ¿Eres bruja? —pregunta, ahora soy yo la que abre los ojos sorprendida pero luego sonrío y la abrazo.
—Es porque soy tu mejor amiga —digo riendo, ella me devuelve el abrazo, Roberta era mucho más baja que yo, me llegaba un poco por debajo de los hombros.
—¡Me alegro mucho de que estés aquí! —dice—. Te íbamos a dar la noticia en la noche, pero bueno, ya lo descubriste —dice, yo río, ambas comenzamos a caminar.
—¿Cuánto tienes? —le pregunto, porque aún no se le nota nada, teniendo en cuenta que está con una blusa apretada.
—Cuatro semanas —dice, yo asiento.
—¿Y porqué no me habías contado? —le pregunto levantando una ceja.
—Aún no estábamos seguros, tuve que hacerme un examen porque me había venido —dice, yo me sorprendo, que miedo saber que aún embarazada puede llegarte la menstruación—. Bueno, y como me dijiste que ibas a venir, pensé que sería mejor decírtelo aquí —
—Asumo que seré la madrina —
—Por supuesto nena —
Llegamos a lo que asumo es su auto, con abre la puerta me encuentro con Antoine.
—Hola Agatha —saluda con su acento francés, yo asiento.
—Hola Antoine —
—Ha pasado bastante tiempo —dice, yo asiento.
—Ella ya sabe que estoy embarazada —le dice Roberta, él se baja para subir mi maleta al maletero del auto.
—¿Le dijiste?, pensé que se lo ibas a decir en la noche —dice riendo, ella se acerca a él.
—No se lo dije, ella me miro y me dijo, sin siquiera un hola, “estás embarazada” —dice riendo, yo me encojo de hombros.
—La conozco desde siempre —digo.
Antoine cierra la puerta del maletero y nos subimos al auto, uno lujoso, con asientos de cuero, definitivamente estaban llevando una buena vida.
—Llegarás, te bañarás y debes ponerte más linda aún porque saldremos en la noche a comer —dice Roberta, yo ruedo los ojos.
—¿Con la cita a ciegas? —le pregunto, Antoine ríe.
—Después me lo agradecerás —dice, yo niego.
—No lo creo —
Me sentía como cuando era adolescente y Roberta me buscaba pareja para salir con ella, esperaba que no fuera un fracaso como todas aquellas veces.
Como había pensado, Roberta llevaba una de lujos aquí, nos habíamos parado frente a una gran casa, muy linda, llena de ventanales. Imaginaba que por dentro sería igual de hermosa.—Linda casa —digo sonriendo cuando Antoine apaga el motor del auto.—Lo sé, él es muy trabajador —dice ella abrazándose de Antonine, yo asiento, el maletero se abre y Antoine se ofrece a sacar mi maleta, la verdad, acepto, está bastante pesada, no me había limitado solo a traer ropa para unos pocos días.No sabía cuánto quería quedarme.—Esta es una casa de clase media —dice ella riendo, yo la miro sorprendida.—Bueno, ya sabemos que otros lugares siempre están más desarrollados —digo, mirando todo a mi alrededor, toda la cuadra está iluminada por las farolas, las cosas son de diseño parecido, todas co
Las manos grandes de Adrien recorrían todo mi cuerpo, sentía la electricidad por todo mi cuerpo, y cuando sus labios tomaron preso uno de mis pezones y sus dedos no dejaban de entrar en mí, tuve un orgasmo, el mejor y más intenso que había tenido en mi vida, sonreí intentando normalizar mi respiración, lo agarre de sus hombros desnudos y musculosos obligándolo a acostarse, me subí sobre él y comenzamos a besarnos sin parar.Parecíamos lobos hambrientos de más, y eso me encantaba, me estiré hacia mi bolso que estaba en el suelo y saqué un condón, lo abrí bajo su atenta mirada, Adrien puso los brazos detrás de su cabeza mientras no me quitaba la vista de encima, puse el condón en su miembro, y luego lo introduje en mi interior, cierro los ojos, sentía que me llenaba por completo.—Vamos nena, comienza a moverte —dice Adrien, abr
Adrien me llevó a una cafetería, tenía puesto en nombre “Le peloton cafe”, era muy bonito, tenía amplios ventanales, las sillas de madera tenían diseños, y cuando entramos el olor a café y la calidez del lugar me hicieron cerrar los ojos, yo era una fanática del café y de las cafeterías, y planeaba conocer cada una en parís, empezando por esta.Había llegado en una estación que era mi favorita, el invierno, donde más tomaba café.—Sentémonos ahí —dice Adrien apuntando hacia una de las mesas de atrás, yo asiento y lo sigo, Adrien pone una mano en mi cintura escoltándome hacia la mesa.—Bonjour, ¿Qué van a servirse? —pregunta una chica pelirroja acercándose a nosotros, nos da a cada uno una carta pero no la leo.—Quiero un sabor mocca, el mejor que tengan —di
Con Roberta habíamos comido, las risas por parte de ella no paraban, y eso me contagiaba a mí, solo Roberta lograba hacerme reír a carcajadas.—Estoy muy feliz de que estés aquí —dice ella aferrándose a mi brazo, yo asiento sonriendo.—Estoy muy feliz de estar acá, todo es tan diferente —digo, ella asiente.—Lo sé, imposible no enamorarse de París —Roberta mira hacia arriba y toma aire—. El aire aquí es otra cosa Agatha, estoy segura que no te querrás ir ——Una cosa es querer y otra poder, y como sabes, yo tengo una empresa en que manejar —digo, ella rueda los ojos.—Y, ¿has hablado con tu hermano? ——Si, él me envió hoy en la mañana todo lo que se hizo ayer, así que estoy al tanto, además sabe que en cualquier caso de que haya un problema, é
Adrien me llevó a un café cerca de la casa, yo lo había visto algunas veces cuando pasábamos en el auto, ahora estaba vacío, teniendo en cuenta que eran las nueve de la noche, seguramente estaban todos en sus casas.Adrien estaba con un traje negro, y un abrigo del mismo color largo, se veía muy elegante.—Adelante —me dice sonriendo, ese hoyuelo.—Muchas gracias —Una vez adentro, el olor me embarga por completo, es una sensación que se experimenta y que te hace sentir bien, por lo menos a mí, creo que todos tenemos un tipo de olor que nos calma, el mío es el olor a café.Las sillas y mesas son pequeñas, solo para dos personas, el local está lleno de frases motivadoras y dibujos de tazas de café en la pared, el mostrador es de un color celeste agua que lo hace ver al lugar, muy alegre.—¿Qué les puedo servir
Un rayo de sol me da de lleno en la cara, frunzo el ceño y coloco una mano sobre mis ojos, me doy vuelta en la cama para ocultarme del sol, una vez saco mi mano y abro los ojos, me sorprendo ver a Adrien durmiendo plácidamente, luego recuerdo la noche anterior y por sí solo un dolor me atraviesa todo el cuerpo, él aguantaba mucho, y eso era algo a lo que yo no estaba acostumbrada, mis encuentros siempre eran casuales, una vez y ellos se iban, pero Adrien parecía nunca tener suficiente.—Buenos días —dice su voz adormilada, cierro los ojos rápidamente y lo escucho reír—. ¡Ya sé que estás despierta! ——Lo siento, es que el sol me dio en la cara, no era que estaba mirándote, acabo de darme vuelta —digo, él asiente sonriendo.—Seguro que sí, señorita Agatha ——¿Por qué razón lo
Me había puesto un vestido rojo, lo describiría como ni muy apretado ni muy suelto, se ajustaba perfectamente a las curvas de mi cuerpo, genética que había heredado de mi madre y que me ocupaba de mantener. Bajo a la cocina para avisarle a Roberta que ya me iría.—¿Ya te vas? —pregunta cuando me ve lista, yo asiento—. ¿No comerás? ——Ya comí —digo, ella mueve las cejas de arriba a abajo sonriendo.—Y, ¿Puedo saber cuanto media lo que te comiste? —pregunta, yo abro los ojos sorprendida por sus palabras pero no puedo evitar que unas carcajadas salgan de mis labios.—¡No puedo creer lo que me preguntas! —digo, ella se encoge de hombros sonriendo.—Solo es curiosidad —dice.—Pues, bien es sabido que la curiosidad mato al gato —digo, ella se encoge de hombros.—Prefiero morir
—Nena, una cita doble como en los viejos tiempos —dice Roberta cuando me saluda, yo ruedo los ojos y tomo mi lugar en la mesa—. ¡Qué lindo es estar los cuatro juntos! —dice.—¿Cómo les fue con la firma? —pregunta Antoine, ambos con Adrien asentimos con la cabeza.—Si todo listo ya, somos oficialmente socios —dice Adrien, yo sonrío.—No solo socios, sino padrinos, y compañeros de cama —dice Roberta, yo abro los ojos sorprendida por sus palabras, Adrien y Antoine ríen, y ella me da una mirada de disculpa—. Es que a veces pienso en voz alta ——Lo sé —digo.Cuando nos traen la carta no entiendo algunas cosas, solo veo nombres y no imágenes como en otras cartas que me entregaban, creo que Adrien me ve complicada porque me apunta con su dedo un plato.—Estoy seguro que eso te gustara —d