Adrien me llevó a un café cerca de la casa, yo lo había visto algunas veces cuando pasábamos en el auto, ahora estaba vacío, teniendo en cuenta que eran las nueve de la noche, seguramente estaban todos en sus casas.
Adrien estaba con un traje negro, y un abrigo del mismo color largo, se veía muy elegante.
—Adelante —me dice sonriendo, ese hoyuelo.
—Muchas gracias —
Una vez adentro, el olor me embarga por completo, es una sensación que se experimenta y que te hace sentir bien, por lo menos a mí, creo que todos tenemos un tipo de olor que nos calma, el mío es el olor a café.
Las sillas y mesas son pequeñas, solo para dos personas, el local está lleno de frases motivadoras y dibujos de tazas de café en la pared, el mostrador es de un color celeste agua que lo hace ver al lugar, muy alegre.
—¿Qué les puedo servir
Un rayo de sol me da de lleno en la cara, frunzo el ceño y coloco una mano sobre mis ojos, me doy vuelta en la cama para ocultarme del sol, una vez saco mi mano y abro los ojos, me sorprendo ver a Adrien durmiendo plácidamente, luego recuerdo la noche anterior y por sí solo un dolor me atraviesa todo el cuerpo, él aguantaba mucho, y eso era algo a lo que yo no estaba acostumbrada, mis encuentros siempre eran casuales, una vez y ellos se iban, pero Adrien parecía nunca tener suficiente.—Buenos días —dice su voz adormilada, cierro los ojos rápidamente y lo escucho reír—. ¡Ya sé que estás despierta! ——Lo siento, es que el sol me dio en la cara, no era que estaba mirándote, acabo de darme vuelta —digo, él asiente sonriendo.—Seguro que sí, señorita Agatha ——¿Por qué razón lo
Me había puesto un vestido rojo, lo describiría como ni muy apretado ni muy suelto, se ajustaba perfectamente a las curvas de mi cuerpo, genética que había heredado de mi madre y que me ocupaba de mantener. Bajo a la cocina para avisarle a Roberta que ya me iría.—¿Ya te vas? —pregunta cuando me ve lista, yo asiento—. ¿No comerás? ——Ya comí —digo, ella mueve las cejas de arriba a abajo sonriendo.—Y, ¿Puedo saber cuanto media lo que te comiste? —pregunta, yo abro los ojos sorprendida por sus palabras pero no puedo evitar que unas carcajadas salgan de mis labios.—¡No puedo creer lo que me preguntas! —digo, ella se encoge de hombros sonriendo.—Solo es curiosidad —dice.—Pues, bien es sabido que la curiosidad mato al gato —digo, ella se encoge de hombros.—Prefiero morir
—Nena, una cita doble como en los viejos tiempos —dice Roberta cuando me saluda, yo ruedo los ojos y tomo mi lugar en la mesa—. ¡Qué lindo es estar los cuatro juntos! —dice.—¿Cómo les fue con la firma? —pregunta Antoine, ambos con Adrien asentimos con la cabeza.—Si todo listo ya, somos oficialmente socios —dice Adrien, yo sonrío.—No solo socios, sino padrinos, y compañeros de cama —dice Roberta, yo abro los ojos sorprendida por sus palabras, Adrien y Antoine ríen, y ella me da una mirada de disculpa—. Es que a veces pienso en voz alta ——Lo sé —digo.Cuando nos traen la carta no entiendo algunas cosas, solo veo nombres y no imágenes como en otras cartas que me entregaban, creo que Adrien me ve complicada porque me apunta con su dedo un plato.—Estoy seguro que eso te gustara —d
Agatha era un mujer sorprendente, cuando desde su empresa me hicieron una oferta para asociarme a ellos obviamente tuve que investigar, muchos artículos me aparecieron y los leí todos, solo buenas referencias de aquella mujer tan hermosa que se veía tan seria ante las cámaras, aparentaba una expresión madura, y en realidad lo era, aunque yo podía ver lo que estaba detrás, era solo una chica que quiere conocer el mundo, y yo sentía unas ganas tremendas de ayudarla. Cuando supe que era la mejor amiga de Roberta, simplemente pensé que aunque estábamos tan lejos en distancia, el mundo era muy pequeño.Su compañía era muy agradable, era muy inteligente te dabas cuenta sin tener ella misma que demostrarlo, y su arma era esa, ella sabía que lo era.Ahora me estaba arreglando para ir a buscarla a casa de Antoine, pensaba llevarla a comer a la torre eiffel, habían unos lugar
—Es decir, me refiero a que París es hermoso, dudo que alguien quiera irse luego de estar aquí, entiendo muy bien a Roberta ahora —digo, me llevo el tenedor con comida a la boca, estaba exquisito, Adrien si que tenía buenos gustos.—¿Antes no la entendías? —pregunta, yo me encojo de hombros.—Si lo hacía, pero no tanto como ahora, no entendía el que hubiera dejado todo allá para quedarse aquí —digo, Adrien me mira, bueno la verdad no ha dejado de mirarme en todo este rato.—Siguió a su corazón, creo que eso es lo que nos hace humanos —dice, yo levanto una ceja.—¿Estás diciendo que no soy humana? —pregunto, él niega.—Creo que lo que necesitas es vivir, has sido un robot demasiado tiempo —dice, yo me lo quedo mirando, es decir, ya sé que Adrien es muy directo pero me sorpren
Íbamos en camino al departamento de Adrien, habíamos conversado mucho y él me había invitado a tomar una última copa, por supuesto no me negué, sabía lo que significaría tomar una copa y estaba más que de acuerdo con ello.—Eres la segunda mujer que más ha venido a mi departamento —dice Adrien sonriendo, yo lo miro enarcando una ceja.—¿Ah sí? ——Si, la primera es mi madre —dice, yo asiento sonriendo, porque claro, él tenía una madre.—Me cuesta creerlo —digo, él me queda mirando, y para mi sorpresa, asiente con la cabeza.—Lo sé, eres una mujer desconfiada, que se cierra al amor —dice.—Pero no al sexo —digo sonriendo, él sonríe.—A pesar de todo veo que sabes cómo disfrutar la vida —dice, yo asiento.
Las manos de Adrien en mi cabello mientras me lo hacía, no me dejaba abrir los ojos, él sabía perfectamente cómo me gustaba, y yo era una mujer que le gustaba dominar y ser dominada en la cama, solo en la cama, la forma tan varonil con que Adrien me tocaba, me agarraba, me tenía ardiendo.—¿Así te gusta nena? —pregunta, comienza a hacer sus embestidas más fuerte y solo puedo asentir—. Debes decirme, si no tendré que parar —dice, deja de moverse, frunzo el ceño, Adrien me pega hacia él, siento sus labios en mi oído.—Si, si me gusta —logro decir, puedo sentir la sonrisa de Adrien en mi cuello, comienza a moverse nuevamente, y casi en ese momento alabe a dios por esta mágica sensación, y yo que no soy religiosa, ahora está pidiendo que Adrien nunca se detuviera.—Contesta por favor —la voz adormilada
—¿Se bañaron juntos? —me pregunta Roberta sorprendida. Yo asiento encogiéndome de hombros, ella abre más los ojos—. ¡Tú nunca lo habías hecho! —grita, yo cierro los ojos, había pensado tanto que me estaba empezando a doler la cabeza.—No grites —le pido, ella se tapa la boca y asiente—. Me duele la cabeza de tanto pensar —le digo, ella rueda los ojos, se sienta a mi lado en el sofá.—¿Por qué piensas tanto?, ese es tu mayor defecto —dice, yo apoyo mi cabeza en el respaldo del sofá y cierro los ojos.—Mi don, mi maldición —digo riendo, Roberta ríe también.—¿A qué le tienes miedo? —me pregunta, yo suspiro.—No quiero enamorarme, yo soy una mujer muy centrada en su trabajo, no tengo tiempo para estar saliendo —digo.—Mmm, no lo